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Mostrando entradas de abril, 2016

Capítulo 39

Despertar pensando que todo ha sido una pesadilla y que estoy en mi Valladolid querido, era algo que no podía permitirme. Salté de la cama y busqué a mi pulgoso que dormía en el suelo junto a la ventana, en un gran almohadón y con una manta arrugada bajo su cabeza. Tenía una venda en una pata y Betadine sobre dos puntos bajo su oreja izquierda, por lo demás su respiración acompasada de silbidos y ronquidos suaves, me informaban de que estaba sumergido en un plácido sueño y estaba bien. Me coloqué los calcetines mientras iba saltado camino de la puerta, cogí al vuelo la colcha de la cama y me dirigí a la habitación de Alfa. Llamé tan ligeramente que ni yo escuché los golpes, repetí la operación dos veces más con algo más de intensidad pero al recibir la misma respuesta, ninguna, me decidí a entrar. La habitación estaba ordenada y sobre la cama perfectamente hecha no había nadie, ni nada que delatase que allí hubo alguien gravemente herido. Mi imaginación empezó a castigarme co

Capítulo 38

Un temblor en el labio superior que intentaba ocultar, terminó mostrando unos dientes blancos donde sobresalían unos enormes colmillos. Sus manos me sujetaron con fuerza los brazos, ejercía demasiada presión, no deseaba inmovilizarme sino controlar los cambios sutiles que su rostro mostraba, y sentí un daño atroz que se extendió hasta el cuello cuando su mandíbula se dislocó acompañada de un aullido aterrador. Quería escapar de su agarre, no deseaba ver como un hombre se trasforma en un lobo, no deseaba tener esa imagen en mi cabeza. Sentía la lucha de él por evitar lo inevitable, y por qué sabía que era inevitable, porque quizá todo lo que había escuchado de unos y de otros tomaba sentido viendo a Alfa lidiando con su parte animal. La ira estaba marcada en las arrugas de su frente y en las de la comisura de su boca; su venganza en las venas de su cuello que latían por dejarse llevar por un animal donde lo primero era la familia, la manada y la lealtad. Pero mi miedo se reflej

Capítulo 37

López ha esperado pacientemente en el pasillo hasta que me he puesto el pijama. Al entrar me ha echado una mirada altiva, para que supiera que estaba ofendido. Mi hermano nunca era tan terco y mucho menos desvergonzado. Cuando tuve la suficiente edad para saber que las etiquetas de las camisetas iban hacia atrás y las cremalleras de los pantalones hacía delante, mi hermano esperaba fuera hasta que yo terminaba de vestirme. Creo que maduró muy pronto. Yo tendría seis años y él solo once y le recuerdo subido a un banquito calentándome la leche en un cazo mientras canturreaba canciones. Me preparaba la merienda del colegio y me revisaba la mochila, me llevaba y me recogía a la salida de clase y me ayudaba a hacer los deberes. Por eso miro a mi pulgoso y no veo nada en él que me diga que mi hermano está ahí dentro. -¡Vamos a acostarnos!- sigue dolido por dejarle fuera. Mueve ligeramente las orejas cuando hablo pero no se inmuta. Sentado en la alfombra, todo erguido y con la mirada

Capítulo 36

Pase el resto del día sola, paseando con López y contándole bobadas. Comí en la cocina bajo la atenta mirada de la cocinera y una doncella, ninguna habló conmigo y yo tampoco estaba con muchas ganas de conversaciones banales. Ya por la noche el tema cambió. Me refugié en la biblioteca y seguí disfrutando del gusto retorcido de Mike. No fui consciente de que había anochecido hasta que entró en la sala para invitarme a cenar al gran salón y que conociera, aunque solo fuera de vista, a algunos de los miembros de los clanes más hermanados. -¿Dónde has dejado al resto de tus amigos?-Mike venía elegantemente vestido, no con traje de esmoquin ni nada de eso; sus pantalones de pinzas y su camisa amplia de seda eran muy formales para una sencilla cena entre amigos, ni rastro del pantalón vaquero o la camiseta con eslogan comprometidos como “He aquí el hombre de la manada”, aquella camiseta desgastada cobraba un sentido muy diferente ahora que conocía el secreto. -Vistiéndose.- supo