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Mostrando entradas de septiembre, 2017

Tormenta de Galgos. El Greñas. Borrasca.

Solei. Nuestro primer día juntos. El hombre del tiempo nos amenaza con fuertes borrascas que entran por Galicia y en unas veinticuatro horas nos darán alcance, dejando tras de sí granizo, viento y fuertes lluvias. Bueno pues nos atrincheraremos en casa, pero antes tengo que salir al monte e intentar rescatar a todos los que andan perdidos entre matorrales y arbustos. Sigue la galga blanca paseándose por delante de mi vista con ese andar seductor y elegante, antes de retirarse mira de reojo hacia donde yo estoy, sabe que la observo con detenimiento, entonces agacha la cabeza tristemente y desaparece por cualquier rincón de la casa. Si me dejo llevar por su pelaje, siento como mi alma deja este cuerpo y vuela hacia el que verdaderamente pertenece, pero me agarro con fuerza a donde sea: a la mesa, a la silla, a la encimera de la cocina, ¡no puedo irme! Es una indecisión constante “que sí pero no, si no todo lo contrario”. Siempre pienso que hay algo que se me escapa, algo

Tormenta de Galgos. El Greñas. La arena.

Llevo cinco minutos sentada en el porche con Fox sobre mis pies mirando hacia la puerta que da al monte. La tengo totalmente abierta y veo pasar tímidamente a muchos de los que anoche saltaron la valla buscando la salvación. Pero ellos tampoco encontraron lo que buscaba fuera de estos muros. Será cierto eso que dicen de “Más vale lo malo conocido que lo bueno por conocer.”. No sabría qué decir, suena a cobardía, aunque también podíamos llamarlo autoprotección. Enfrentarse a lo desconocido para caer en un abismo, no es de inteligentes. Me siento como estos pobrecillos que dudan de su libertad, yo tampoco la quiero. Es una metáfora, para aquellos que sean duros de mollera. Tengo las puertas totalmente abiertas, he colocado en mitad de la parcela cubos de pienso y agua fresca, he quitado hasta el último resto del infierno vivido y ahora, tan agotada como ellos observo la indecisión que todos los seres vivos portamos desde el minuto uno de nuestro nacimiento. Nada nos diferenc

Tormenta de Galgos. El Greñas. La llamada.

Es curioso como todo lo que tenía pensado decirle se evaporó en el aire al escuchar su voz. También se fueron los miedos. Y me quedó un eco lejano de otras conversaciones, de otras voces, de otros momentos vividos con angustia y desesperación. Unos segundos breves que dejaban en mi boca un sabor de sangre, sudor y lágrimas.   Y colgué con la sensación de que mi tiempo en este envoltorio que me resultó siempre extraño se acaba, que de una forma u otra llega a su fin esta desesperación por saber quién soy, porque ya no importa quién era yo antes de todo lo sucedido, da igual si aquella yo que decidió olvidar volverá algún día o murió con una bala en la cabeza sobre la arena. La nueva yo es una mujer enfadada con el mundo porque no encuentra sentido a su existencia confusa, no es capaz de vivir con su nueva personalidad ni darse una oportunidad; porque de cada encrucijada que le plantea la vida toma el camino equivocado, y asume como la persona de intachable moral que es, la carg