Ninguna etapa de la existencia es más vulnerable que la infancia. Dejan muescas en la personalidad y marcan el rumbo de la vida, incluso la forma de enfrentarnos a ella. Los padres son los pilares de nuestro desarrollo, ellos proporcionan la seguridad: guían, cuidan y protegen. Cuando desde niños se vive rodeado de abusos, vejaciones o simplemente de falta de afecto, se normaliza la situación, ya que desde esa posición es incapaz de comprender que existe el mal y hay que defenderse de él. En el cerebro se fija una herida complicada de curar, llegando a la edad adulta cargado de traumas. En mi novela expongo la historia de tres personajes que han sufrido abusos, sus perfiles y la forma de enfrentarse cada uno de ellos a la vida. Lee las primeras páginas aquí.
Me niego a que mis historias se pudran en las carpetas de mi escritorio digital. Algún día morirá mi portátil y con él las vidas de mis personajes. Mi mente es un 80 % de imaginación y un 20 % de realidad, dicho eso te diré que este blog será un caos entretenido. ¡Feliz lectura!