Y me vi corriendo por un bosque perseguida por gente con la que llevaba años conviviendo. Escuchaba mi nombre pronunciada por sus labios encrespados. Buscando desesperadamente entre los matorrales y los setos mi cuerpo escondido, pero yo no dejé de correr. Oía sus protestas, sus injurias, me culpaban de las malas cosechas, incluso de la peste sufrida años antes de las que muchos nos libramos pero solo recordaban que yo jamás estuve enferma, ni sufrí caída, ni herida alguna a lo largo de mi vida. Las viudas me culpaban de la muerte de sus maridos, los padres de las de sus hijos y los hijos de la de sus padres. Mi cercanía había sido causa del nacimiento de niños ciegos o de la niña sorda del molinero. El ganado y los caballos que habían muerto por causa del humo negro que salió de las entrañas del castillo, fue también cosa mía y no de los experimentos absurdos que mi padre y el señor Macqueen hacían para alcanzar la vida eterna. Y la noche que me protegía llegaba a su fin, y el ...
Me niego a que mis historias se pudran en las carpetas de mi escritorio digital. Algún día morirá mi portátil y con él las vidas de mis personajes. Mi mente es un 80 % de imaginación y un 20 % de realidad, dicho eso te diré que este blog será un caos entretenido. ¡Feliz lectura!