Desperté en una habitación del castillo del señor Macqueen, mi hermano dormitaba en una silla a los pies de una inmensa cama con dosel. Miré su rostro magullado y sus arruguillas en la frente, se le veía envejecido por la preocupación, me imaginé su noche corriendo intentando despertar a toda una aldea que dormía sin preocupaciones sin imaginarse si quiera el infierno que se iba a abrir bajo sus pies. La última vez que lo vi, estaba agarrado a la espalda de una de aquellas bestias. Bestias. No recordaba cómo había llegado allí pero tampoco recordaba mucho de lo sucedido durante la noche. Intenté serenar mi respiración que se aceleraba ante mi ausencia de recuerdos y con los ojos cerrados regresé. Imposible, nada. Sentí una mano fría en mi frente y al abrir los ojos vi sobre mi rostro el de mi hermano. Su mirada siempre vivaz y divertida, estaba ausentes de vida y cargada de tristeza. -¡Cómo me alegra que hayas despertado!- y me besó en la frente pero no con el ardor de antes...
Me niego a que mis historias se pudran en las carpetas de mi escritorio digital. Algún día morirá mi portátil y con él las vidas de mis personajes. Mi mente es un 80 % de imaginación y un 20 % de realidad, dicho eso te diré que este blog será un caos entretenido. ¡Feliz lectura!