Despertar pensando que todo ha sido una pesadilla y que estoy en mi Valladolid querido, era algo que no podía permitirme. Salté de la cama y busqué a mi pulgoso que dormía en el suelo junto a la ventana, en un gran almohadón y con una manta arrugada bajo su cabeza. Tenía una venda en una pata y Betadine sobre dos puntos bajo su oreja izquierda, por lo demás su respiración acompasada de silbidos y ronquidos suaves, me informaban de que estaba sumergido en un plácido sueño y estaba bien. Me coloqué los calcetines mientras iba saltado camino de la puerta, cogí al vuelo la colcha de la cama y me dirigí a la habitación de Alfa. Llamé tan ligeramente que ni yo escuché los golpes, repetí la operación dos veces más con algo más de intensidad pero al recibir la misma respuesta, ninguna, me decidí a entrar. La habitación estaba ordenada y sobre la cama perfectamente hecha no había nadie, ni nada que delatase que allí hubo alguien gravemente herido. Mi imaginación empezó a castigarme co
Me niego a que mis historias se pudran en las carpetas de mi escritorio digital. Algún día morirá mi portátil y con él las vidas de mis personajes. Mi mente es un 80 % de imaginación y un 20 % de realidad, dicho eso te diré que este blog será un caos entretenido. ¡Feliz lectura!