He terminado mis clases, entregado mi trabajo que no tiene nada que ver con el contenido de la caja, pues no tenía sentido que escribiera un texto basado en el folclore del hombre lobo. En otro momento puede ser que sí, pero para presentarme, pues no. He usado un trabajo del año pasado que me valió para sacar un poco merecido “bien”, para mí era impecable de notable alto o más. Y ahora ando metida en una empresa imposible, buscar al dueño de esta caja que llevo todo el día cargando, aquel que se fue a por un bocadillo y nunca más se supo. Que similitud con la historia de mi padre que se fue a por tabaco y lleva veintidós años buscando un estanco. La intenté entregar en archivos pero la archivera grosera de ayer me dijo que ese material no era de la facultad. Me recordaba a mí dando por saco a la hora de su comida pero no recuerda al borde que me empujaba para acceder a archivos y deshacerse de aquel bulto con fecha límite. Cargo con la caja camino a casa. Era como buscar una a...
Me niego a que mis historias se pudran en las carpetas de mi escritorio digital. Algún día morirá mi portátil y con él las vidas de mis personajes. Mi mente es un 80 % de imaginación y un 20 % de realidad, dicho eso te diré que este blog será un caos entretenido. ¡Feliz lectura!