Un
conjunto de bellos poemas escritos por Ramón Roldán, que he deleitado con
tranquilidad porque sumergirse en sus palabras requiere de una coraza de la que
no dispongo. Los sentimientos que inundan la lectura de este poemario son la
rabia, la ira y el desamor hacia la raza humana tildada de especie superior,
siendo capaces de las mayores atrocidades contra sus propios congéneres. ¿Somos
superiores al resto de los seres vivos solo por tener intelecto y conciencia?
Es mucha prepotencia pensar que los animales carecen de ellos, cuando nosotros
nos comportamos peor teniendo ambas.
Aylan
fue un niño que huyó de los horrores de la guerra, para encontrar la muerte en
una playa. Durante unos meses llenó las páginas de las revistas, se posteó su imagen en cientos de redes
sociales, pero con la misma rapidez que la ola cubrió sus huellas, su recuerdo
se olvidó tras miles de historias parecidas, que ya no tuvieron el mismo efecto
dentro de nuestro hogares seguros.
Las
personas que huyen de los conflictos armados son cientos de miles y un tanto
muy elevado son niños. Son refugiados que escapan de una muerte casi segura y
emprenden un camino lleno de horrores: violaciones, vejaciones, abusos, hambre,
enfermedades, frío, calor,… todo ello deja unas huellas psicológicas tremendas
en tan corta edad. Sin contar que muchos de ellos son huérfanos de los dos
progenitores y siguen a una masa que camina sin destino, convirtiéndose en
seres invisibles para las grandes potencias, y en presas para los depredadores.
Ojalá
lleguemos algún día a reflexionar sobre el valor que tiene la vida, la infancia
y la palabra humanidad, cuyos pilares son la bondad, amor e inteligencia.
Cuando respetemos la vida, protejamos la infancia y sepamos lo que conlleva ser
humano, Aylan y millones de niños más, descansarán en paz.
Maravilloso
poemario que me hizo reflexionar sobre la mezquindad del ser humano.