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Capítulo 55




Mike es un viejo zorro y lo siento por los zorros, porque seguro es un insulto compararles con un lobo. Me llevó por donde quiso y me mostró lo que ya sabía. Más vueltas sobre lo mismo. Pero yo lo que necesitaba es esa corriente de energía que recorre mi cuerpo cuando estoy en sintonía con ellos. En ese momento de unión intemporal, yo relajo mi cuerpo y dejo que mi mente se abra, todo está en mi cabeza, cada recuerdo, cada vida. Tras soltar sus manos, él parecía orgulloso de su pequeño engaño, pero yo tenía lo que quería. Ahora sé quién soy, quién es Alfa y nos queda poco tiempo, muy poco. Nunca convenceré a Mike de que es un error lo que lleva milenios haciendo, tiene la realidad del momento distorsionada: los diálogos cambiados y los hechos no tienen la cronología adecuada.
Antes de que todos escuchemos la historia de por qué caminamos en círculos, debo contársela a Alfa. Presiento que nuestro tiempo finaliza a media noche, como sucede en los cuentos, con la última campanada de la noche él morirá y yo esperaré a mi verdugo, será Mike, no delegará en ninguno de los otros tal acción como en ocasiones anteriores, está vez entre nosotros existe un vínculo de cariño, las otras era una desconocida que sin Alfa, alteraba su mundo de aullidos.
Alfa yace en su forma lobuna sobre la camilla, Orfibia le vigila de cerca. La he saludado y pedido que se fuera, necesitaba estar a solas. No he necesitado más explicaciones, se ha levantado y me ha dicho que esperaría al otro lado de la puerta por si la necesitaba.
-Sé que me escuchas.- acaricié su cabeza y sus ojos se abrieron.- Necesito contarte una historia, nuestra historia.
Intentó incorporarse pero le retuve, tiempo habría al final de mi relato para esfuerzos. Aguardé a que ambos recuperásemos el ritmo cardiaco, yo estaba nerviosa y él inquieto por el tono preocupado de mi voz.
-Hace años era capaz de leerte los pensamientos, de presentirte en la distancia, y juntos  regenerábamos nuestras heridas. Hace años, que se cuentan por siglos, nuestro amor despertó el miedo de unos y la envidia de otros. -seguía acariciando su enorme cabeza.- Somos el resultado de una buena obra, que con el paso del tiempo se ha convertido en un calvario. Con cada una de nuestras vidas, nacía la oportunidad para redimir su pecado, pero volvían a caer en los mismos errores y los mismos rencores.
Alfa levantó la cabeza y miró hacia la puerta, se movió preocupado, cabeceó un par de veces y se dejó caer exhausto.
-No temas. Están apostados tras la puerta y escucharan cada palabra, pero nos debe dar igual. Mañana al alba no recordaran nada de esto, pensaran que su oportunidad terminó con nuestras muertes y deben esperar a la otra vida para conseguir la libertad. Para cada uno esa libertad será diferente.-me senté en la camilla junto a él, sintiendo su calor.- No nos importa saber cómo nacieron los licántropos, pero no debemos olvidar el cuento de la luna enamorada del lobo y el sol que se quedó sin prometida y ultrajado, interesante, aunque cualquiera de las leyendas es buena. Sois seres mágicos, y lo habéis olvidado… olvidamos fácilmente. Esto es una reflexión propia. En un principio los hombres y los hombres lobos no estaban enfrentados. Su convivencia era pacífica pero somos envidiosos, empezó con una tristeza que pasó a ser una irritación al desear cada uno una parte del otro. Y así comenzó todo. El hombre envidiaba vuestra magia, vuestra armonía con la naturaleza, ese poder sobrenatural del que no hacéis gala y el licántropo la libertad de elegir, de ir de venir, pero sobre todo el autocontrol, crecéis aprendiendo a dominar esa vena incendiaria que todos tenemos; quién no sueña en partirle la cara al que te hace la cusqui en el coche, pero en vosotros es tan peligrosos, sois tremendamente viscerales pero no os podéis permitir un error en este punto. Control, todo el tiempo es control y control. En ese punto los hombres y los licántropos se hicieron enemigos; no puedo decir cuál fue el detonante pero con el paso del tiempo las fechorías de unos y otros borran ese detalle para hacerles a los dos tan culpables como inocentes. Y pasaron los años y la envidia dio paso al odio. Demos nombre a nuestros personajes: los cazadores vamos a llamarles Macqueen y los licántropos iremos poniéndoles nombre según sucedan los acontecimientos.
“Un hecho que me llamó la atención es que no se repitiese en el tiempo los lazos sanguíneos de vosotros. Tú y Beta fuisteis hermanos en numerosas vidas y cuando no lo habéis sido, os ha unido una amistad que llevaba a confundirse, y también lo has sido de Orfibia, en esta última vida es la primera vez que te hermanas con Mike. Los cazadores no se repiten, continua su linaje y con él se alimenta su odio, no son los mismos son peores pues os culpan de su desgracia cuando ellos fueron tan despiadados como vosotros. Aquella noche de luna llena, cuando todo terminó y la conciencia dejo caer el velo de la locura; alguien más observó lo sucedido y se apiado de vosotros, no así de los cazadores que los consideraba hijos de su contrario, el cual miraba hacia otro lado y se desentendió de lo sucedido. Ellos dejaron su memoria en unos documentos que pasaron de padres a hijos y con ello una historia que se distorsionó en el tiempo cuando aquellas palabras se convirtieron en polvo como las hojas donde fueron escritas. Vosotros os llevabais los recuerdos, los vuestros, como vivisteis los últimos cuatro minutos antes de que todo regresara al punto de partida y a pesar de eso, se han hecho las cosas una y otra vez similar.

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