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SUEÑOS DE CANELA Y MIEL.



Lo que quiero resaltar de esta novela es su original principio. Comencé un libro que lo único que le falta es poder chuparlo para saber si está o no caliente cada platillo, porque los aromas y gustos están perfectamente descritos. 
Fue gracioso, empecé a leer y veo recetas, entonces me quedé en shock, miré la portada y me dije Ni por asomo parece un recetario. Pero con esa manía de no mirar las sinopsis tampoco me extrañaba el error. Es una forma muy original de meternos en faena, activando nuestras papilas gustativas.

La lectura es muy fluida, sencilla y dinámica. La historia está destinada a un público juvenil. Nuestra protagonista quiere ser una gran cocinera, disfruta mezclando y probando diferentes especias y alimentos. Recuerda que los sueños cuestan, que aquellos que más esfuerzo requieren, proporcionan grandes recompensas personales, no hay que tirar la toalla a la primera de cambio, hay que seguir luchado hasta el final.

Solo tengo un pero, y voy a ser sincera, no lo sabría si mi hija no hubiese investigado sobre ello para un  trabajo hace un par de meses. La novela está ambientada en s.XV y muchos de los alimentos que menciona dentro de la cocina no fueron introducidos hasta finales del s. XVI, principios del s.XVII. La zanahoria, por ejemplo, solo se usaba la hoja, como si fuera perejil. El guisante en seco era el alimento del ganado, hasta el s. XVII que se uso para consumo humano y fresco.

No creo que el valor de esta novela sea su base histórica, es cierto que cuando alguien menciona Edad Media, a mí me saltan los resortes, es la parte de la historia que siempre llama mi atención, alguna cosilla no encaja, no es motivo para detener la lectura porque es ficción. Merece la pena por la pasión que muestra por la cocina, la felicidad que tramite cuando está entre cazuelas y los cientos de matices que rodean cada plato.

Sobre la historia de amor de Nerea y David, creo que el público joven disfrutará con su lectura y con esa relación casi imposible.


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