Ayer
tuvimos fútbol en esta familia. Fue mi hija la interesada, quizá por la
influencia de su “más mejor amiga” o simplemente curiosidad. Cuando suceden
estas cosas aprovecho para contar mis breves conocimientos o curiosidades, y sobre
este deporte solo tengo curiosidades, y de antes de Cristo, porque de reglas y
jugadores, en la actualidad, no sé absolutamente nada.
Según
avanzamos por las salas digo: No se
conoce su origen. Constan grabados del siglo III a. C. en Japón, también en
Grecia y Roma. Pero en el 1400 a. C. los pueblos precolombinos ya jugaban a
algo muy parecido. No había portería sino unas canastas en la pared en sentido
vertical, a diferencia del baloncesto que es horizontal. Solo podían usar los
codos, caderas y piernas, nada de mano ni pies, para meter una pelota de hule,
de 4 kl, por el aro de madera o piedra, lo cual era complicado. Formado cada
equipo por siete jugadores. Los puntos se obtenían cuando la pelota tocaba el
aro o lo atravesaba, esto último daba como vencedor inmediato al equipo que
lograse tal hazaña. Se piensa, con cierta seguridad, que este juego era un ritual
religioso, la pelota representa en movimiento a los astros: Sol, Luna y Venus.
El ganador estaría protegido por los astros, aunque en esto hay dudas, pues se
sabe que había sacrificios humanos, pero ¿perdedores o ganadores?
Están
acostumbrados a mis historias, algunas les sorprenden más que otras, pero en
este caso no hubo asombro, solo reflexión. Al poco mi hijo me dice: Se sacrificaba al perdedor. Muy bobos tenían
que ser para ganar un partido que les iba a quitar la vida. Yo jugaría por
salvarme, no para morir.