Ir al contenido principal

LOS FANTASMAS DE ROSE


Me quedo con una idea dentro de esta breve novela, una imagen que yo trasmito en todas mis historia. La mente es como una casa con sus pasillos y habitaciones, también con ventanas y puertas. En cada una de esas estancias guardamos nuestros pensamientos, recuerdos y emociones, en mayor o menor orden, todo depende de nuestra personalidad, el caos es sinónimo de creatividad, por lo tanto no juzguemos tan a la ligera nuestra forma de ver el espacio.
Pero, ¿qué escondemos en nuestro desván? Es un lugar oscuro, cerrado y olvidado, donde se arroja todo lo que ya no resulta útil, aquello que de alguna forma molesta en el resto de nuestra casa. ¿Qué sucede con los espacios que no se airean? Que toman un olor rancio: a moho, a viejo y podrido; al final evitamos subir, lo convertimos en una zona tenebrosa y fría, desprovista de luz donde las sombras nos acechan.
¿Qué hemos sepultado tras esta puerta que cerramos con llave? Todo aquello que nos origina emociones negativas, lo que nos da miedo, genera tristeza o nos produce dolor.
Pero no podemos seguir manteniéndolo atrancada, esto es pernicioso para nosotros mismos, al fin y al cabo son nuestros miedos los que están ahí dentro, tenemos que abrir y realizar una lista de todo lo que arrojamos sin mirar. Enfrentarnos a nuestros miedos como lo hace la protagonista de esta historia es un reto al que nadie nos puede ayudar. 



Entradas populares de este blog

El otro hijo

La quinta víctima

El crimen de Fiona Clack