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Los olvidados clásicos.

Esta es la nueva lectura de mi hijo, cursa primero de la ESO. Siempre leo los libros que le recomiendan, lo hacía en el colegio y ahora que está en el instituto con más placer.
Lo he contado en otras ocasiones, pero no me importa repetirme como la cebolla. No lo hacía, siempre confié en los profesores porque como maestros saben mucho más que yo de la enseñanza, hasta que una noche entra mi hijo llorando con un libro en las manos. Entonces me di cuenta que no todos los niños se pueden medir con la misma vara, y no es ni mejor ni peor, es lo que enriquece este mundo.
El cuento era Palabras de Caramelo, quien lo haya leído sabe lo que sucede con el maravilloso camello, es un cuento de superación y sacrificio. Muy de acuerdo, nunca estuve más de acuerdo con tal observación. Desde entonces leo todo, y si alguna vez me vuelvo a enfrentar a un caso como este, no tendré ningún problema en pedir una tutoría y valorar las razones que tiene el maestro para su recomendación.
Crónicas de la Torre. I., no lo he terminado todavía pero creo que le gustará, muy amigo de la fantasía, la magia y los seres fantásticos,  pero no era de esto de lo que iba a hablaros.
Venía con el libro en la mano, hojeando sus páginas, cuando me encuentro con una vecina y emprendemos un debate sobre las lecturas de nuestros retoños, concluimos, que cada vez se leen menos clásicos y menos en general. Ella tiene hijos mayores, yo por ahora poco puedo decir, ya que no creo que estén preparados para tales obras, me refiero a La Celestina, El Quijote, El lazarillo de Tormes,… En casa hemos leído una versión infantil de la obra maestra de Cervantes, a mí, siempre me han gustado sus aventuras, su locura y su nobleza.
¿Por qué se leen menos clásicos? Creo que porque les falta vocabulario, muchas están escritas en castellano antiguo y a nosotros nos resultaban pesadas en nuestra adolescencia, imaginaros ahora que nuestros hijos estudian en inglés. Esta es una batalla personal que tengo con el plan de estudios moderno.
La lectura no se puede imponer, hay que amarla, ningún texto llegará a ser interesante si cada cinco segundos hay que mirar una palabra en el Google, porque ya no se usa el diccionario, pocos saben manejarlo.
Entiendo las obras recomendadas, una narrativa sencilla y fluida, que meta el gusanillo en el cuerpo, que enseñe al niño la ventana que se abre con cada libro y con el tiempo, ya caerán en sus manos los clásicos y con ellos nuestra cultura e historia. 
La portada me evoca a esa gran trilogía, El Señor de los Anillos, de JRR. Tolkien.


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