Bueno lo primero, no comulgo con
Yaiza Cabrera, no me gustó el personaje ni comprendo algunos arranques que
tiene, pero es perfecta para la trama tejida por el escritor.
Pensé en un principio que sufría
de misandria, al ver como trataba al desdichado de Ismael, quien la padece odia
a los hombres y les dispensa un trato vejatorio. No es una enfermedad mental,
es una forma de pensar, una postura ante la vida. Pero no es así, adora a los
hombres, desea tener uno cerca que la abrace y la quiera. No piensa, ni mucho
menos, que la raza humana pudiese sobrevivir sin el varón.
Lo que sucede es que nuestra
protagonista destroza el concepto de que la mujer es débil, rompiendo con los
estereotipos y los roles tradicionales, ella hace todo lo contrario. En la
cama, donde muestra tener las ideas bien claras de lo que le gusta y goza de
una vida sexual plena y llena de artilugios que la ocasionarán más de un
disgusto, nos revela su verdadero carácter. Ella decide el cuándo, el cómo y el
dónde, no se deja doblegar, aunque la amenacen con perder su propia vida.
La trama política tejida es
formidable pero se repite en numerosas ocasiones la idea, lo que resulta en
ocasiones algo pesada.
Lo más simpático de la obra son
los nombres de los personajes.