Es
una novela romántica que nos da una pincelada de intriga a través del personaje
apodado La Bestia. La escritora arroja suficientes pistas para saber de quién
se trata por los menos el cincuenta por ciento, los otros ni imaginarlos, lo
que hizo más entretenido el final.
La
tragedia amorosa es el eje de la historia. La protagonista, Verity, tras abandonar
el convento reclamada por su padre para buscar un matrimonio que sea ventajoso
para él, conoce en un baile al amor de
su vida, pero este está casado y es totalmente imposible su relación. Los
sentimientos de ambos están desbordados. Ella está en una constante lucha
interior, pues desea estar con él pero sabe que tal cosa acabará con su
reputación y su vida como noble. A su
alrededor se van narrando las historias de otras jóvenes, en una época donde la
mujer no era más que un objeto para sacar partido con un enlace ventajoso, dándonos
una visión social bastante deprimente. La religión siempre presente marcando sus vidas y sus actos rodeados de hipocresía. Todos los ingredientes para ser una novela romántica que nos mantiene en vilo.
Aunque
hay una palabra que me chocó muchísimo en las primeras líneas de la novela, la
palabra “cotarro”, muy coloquial, que rompe
con una época de corsé, de buscar marido y de títulos nobiliarios. Me pareció
tan curioso que estoy pensado que sea un sello personal de la autora, como que
aparezca Stan Lee en las películas de Marvel.