EN AQUEL ÚLTIMO ALIENTO

De esta novela tampoco veo mi opinión en Amazon, y como no sé cómo funciona, no puedo dar una solución.

Me vi reflejada en cada sensación de los protagonistas, qué decidir, cómo hacerlo, ese miedo que te acompaña y la inseguridad que sientes. Escribir puede parecer fácil, pero resulta que surgen cientos de “peros”, no vale con tener una idea en la cabeza, es saber exponerla en el papel, muchas veces surge el bloqueo cuando te invaden los nervios, la frustración. Tu obra te expondrá al lector como maniquí en un escaparate, si lo piensas da vertigo.

Publicar. El escritor novel aprende sobre la marcha, pues la única referencia que tiene la encuentra en los cientos de tutoriales que hay en Google, y cada uno cuenta las cosas basándose en su experiencia, por lo tanto encontramos opiniones contradictorias. Tenernos nuevamente que superar los interrogantes y temores, arriesgando. Y cuando ya lo has hecho descubres un mundo de letras muy diferente al que habías idealizado.

Y llegan los recelos, <<doy me gusta o no doy>>, <<le admito como amigo o no>>, <<le sigo o no>>, <<le leo y reseño o no>>. Ves a escritores que solo miran su ombligo y buscan esos 5000 amigos, ciegos y mudos, lo importante son las cifras, muchas veces pienso si regalarán una muñeca chochona llegado al ansiado número.
A todo esto se enfrentan los protagonistas, el uno encuentra consuelo en el otro, la experiencia de cada uno será un soporte para ambos y el apoyo que no tienen en sus vidas privadas lo hallan en una comunicación diaria por Internet y eventos literarios.

Es una historia lenta, pero real, no puede existir la precipitación en un momento de cambio personal. No puedes tirar tu vida por la borda, aunque sea una ruina y emprender un sueño como el de ser escritor, necesitas ciertos cimientos aunque se tambaleen, una falsa seguridad donde acudir si todo se derrumba. El ritmo de este romance es el adecuado en el mundo de carne y hueso.