Nunca
me he reído tanto con un libro en los últimos tiempos. Tengo dos novelas en mi
memoria que me hicieron desternillarme, uno La conjura de los necios de John
Kennedy Toole, y otro Por qué los hombre no escuchan y las mujeres no saben
leer los mapas de Allan y Bárbara Pease.
Este
libro le hubiese encantado a mi padre porque ambos disfrutamos con el humor
negro y en este relato largo el escritor nos expone lo absurdo del ser humano y
hace veraz ese refrán que dice: El hombre propone pero dios dispone.
Hoy
mi granito de arena va para Eugenio Prados. Leeré otra novela de este escritor,
pues encontré a alguien con un humor tan torcido como el mío.