Es
lo malo que tienen los relatos cortos, que unos gustan y otros no. Algunos llegan
a ponerme un nudo en la garganta y otros por el contrario vacía.
Empezamos
con una reflexión sobre los niños de ahora y los de mi infancia, hay cientos de
diferencias pero llego a la misma conclusión que el escritor, tienen prisa por
crecer y se pierden los mejores años de su vida. Llegará un día que miren atrás
y no recuerden con nostalgia los juegos en la calle, porque no los hubo; las
charlas hasta las tantas sentados en el banco del pueblo, porque no existieron;
o las excursiones al río para merendar... Recordarán las
conversaciones por wasap entre los niños del colegio; los videos de música en
Musical.ly; las fotos en Instagram… Los tiempos cambian y hay que adaptarse a
ellos, solo al final del camino podremos hacer balance.
Me
dejó un profundo nudo en la garganta, el relato de las historias de un padre a
sus hijos en una alfombra raída. No culpo al padre egoísta y borracho, sino a
esa mujer que consiente lo que padecen sus hijos.
Para
saber de qué hablo tendréis que leer el libro y sacar vuestras propias
conclusiones. Muchas historias son para sentarse y pensar sobre lo escrito.