Es
una novela homenaje al celuloide, con fragmentos y frases celebres de muchos éxitos
de la gran pantalla, incluso la novela en sí, te evoca a cientos de películas.
He
disfrutado leyendo esta obra de Lara Beli, tuve en mis manos un relato corto
que me dejó un gusto dulce y decidí que tenía que coger otra obra de ella para
saber cómo se desenvolvería ante 50.000 palabras, y confieso que ayer me quedé
hasta las tantas para terminar la historia de Anne y Luke.
Me
encanta su narrativa sencilla, fluida y elegante. Luego la trama no es
enrevesada desde el principio sabes cuales son los secretos de Sean y las tres
piezas claves que lo rodean, pero no por ello pierde interés la obra. Los
personajes están perfectamente perfilados y son coherentes dentro de la
historia. Me encanta la abuela adolescente que más de una risa me ha sacado; la figura competitiva de la hermana deportista y sus consecuencias; Luke y sus cuentas pendientes; Sean y la herencia de su padre; Anne y su control; todos y cada uno de ellos, la madre, como bien lo describe la autora, ese jersey de lana cálido y confortable.
El
último diez por ciento de la obra, en el desenlace final, los derroteros que
toma la relación de los protagonistas no podría ser de otra forma teniendo en
cuenta la personalidad de Luke, cualquier otro final rompería el encanto del
conjunto.
Perfectamente
estructurada. No valoro las faltas de ortografía ni el estilo, yo cuando leo me
pierdo en las vidas de los personajes, en lo que hacen y lo que deciden, soy un
peatón más en una calle concurrida o el que toma una copa en el bar de moda
junto a Anne en la fiesta de cumpleaños. Tampoco soy la medida de nadie, cada
cual que decida, pero para eso debes leer la obra.