Es
una novela cortita de unas cincuenta y ocho páginas que se lee en cuarenta y
cinco minutos como máximo. Está bien estructurada y no echas de menos más, como
suele suceder en historias tan cortas.
Siempre
he mencionado mi pasión por la psicología, por lo que encierra el ser humano en
ese cerebro tan desaprovechado, de por qué esas anomalías que trastornan la
vida de las personas sin ellas ser conscientes. En esta historia la escritora
nos enfrenta a algo que todos en mayor o menor medida hacemos, idealizar a las
personas para que se ajusten a la novela que es nuestra vida, con un príncipe, un
villano y alguna madrastra.
¿Qué
es idealizar? Exageran en algo los rasgos positivos que puede o no tener una
persona, como le sucede a nuestra protagonista en tres ocasiones de su vida
amorosa. Suele suceder cuando está en inferior posición, un jugador estrella del
instituto, un famoso cantante o un cocinero que hace los mejores cafés del
mundo. Autoestima baja es el primer rasgo. Esto hace que nuestra protagonista
tenga una dependencia emocional, que haga lo que se ordene sin cuestionarse
nada, como ella misma se reprocha cuando mira con perspectiva su relación sentimental.
Pero
antes o después caerá la venda y con ella el desengaño. ¿Qué sucederá entonces?
Averígualo.
Muy
recomendable la novela, aunque no soy la medida de nadie y cada cual que decida
por sí mismo.