Ahora
esta novela cuenta con más reseñas pero cuando me la descargué contaba con una única
opinión y tuve la horrenda idea de leerla. Nunca leo ni sinopsis ni reseñas,
precisamente por esto, porque me predisponen. Una de las cosas que mencionaba
por no decir que fue la única que se me quedó en la cabeza, era que la catalogaba
como novela de misterio. Y con esa base
empecé la lectura.
Puedo
afirmar que me quedé enganchada por su prosa y porque está ambientada en un
periodo de la historia que me encanta leer como es la Edad Media, años de luces
y sombras, un periodo lleno de contrastes, y de donde proviene la mayoría de las
expresiones de mi familia, un ejemplo “Lo
que cuesta un peine”. Ya hablaremos sobre esto en otro post. Seguía
esperando ese misterio en el 20%.
Nuestro
protagonista, un monje con sus dudas, nos muestra los avatares de la vida sujetos al
infortunio de muchos, breves fragmentos de las historias de aquellas personas
que se cruzan a lo largo de su camino. Y al llegar al 80% de la novela, surge ese
misterio del que hizo referencia el anterior lector, de la mano de una condesa,
Esteban, nuestro monje, descubre el mal personificado e intentará combatirle.
No revelaré si sale o no victorioso, eso te lo dejo a ti nuevo lector.
Quiero
destacar, porque es otro punto que me mantuvo sumida en esta lectura, las
apasionantes reflexiones de la escritora sobre el comportamiento humano ante
las situaciones a las que nos enfrentamos desde nuestro nacimiento.
Muy
recomendable, pero como siempre digo, no soy la medida de nadie y que cada cual
decida por sí mismo.