Anny
Peterson me ha puesto a prueba en mis conocimientos sobre el celuloide, sobre
las series en vogue y en términos coloquiales.
Nunca me había divertido tanto leyendo un libro con unas descripciones tan poco
al uso. Es un estilo literario joven y dinámico, que arrancó más de una sonrisa
con imágenes como: tenía el rostro de un
personaje de The Walking Dead. He de confesar que en alguna ocasión hice trampa
y acudí al Google pues había actores que no sabía quiénes eran, me di cuenta
que ando desfasada.
La
trama nos muestra las diferentes relaciones sentimentales que nos podemos
encontrar y marca uno de los mayores errores en las parejas que terminan
acudiendo a terapia, la falta de comunicación. El matrimonio que se disuelve
por no decir lo que uno quiere, busca en la pareja o desea. Los gais que por
miedo no salen del armario ocultando a amigos y familia su verdaderos gustos
sexuales, aunque la actitud de Jorge es algo agresiva y cada persona necesita
su momento para enfrentarse a una sociedad que todavía discrimina al que según
ellos es diferente, pero terminará dándose cuenta de que forzando a alguien a
reconocer su verdadera naturaleza, se consigue perderla. Y la mujer despechada que levanta barreras sin aclarar nada.
Pero
gracias a esta falta de comunicación se construye una trama llena de momentos tensos,
si mezclamos con una dosis de investigación tras la pista de unos violadores, obtenemos
una historia amena y entretenida, eso sí, hay que acudir al segundo tomo para
saber cómo acaban nuestras parejas, por ahora la cosa pinta bastante mal para
todas ellas.
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