Sintió un leve zarandeo, abrió los ojos y parpadeó,
una luz oscilante se acercaba. La luz no terminaba de acercarse, entonces
desapareció. Un dolor agudo se extendió por todo su brazo derecho subiendo al cuello
y aproximándose a su cabeza. Alguien la sacudía la cara… dejó de concentrarse
en el dolor de su cuerpo cuando un susurro llegó a sus oídos, se quedó quieta,
sin respirar, alguien la llamaba. Abrió los ojos y una imagen borrosa se mostró
ante ella. Dos mujeres y un hombre la miraban fijamente. El hombre tenía en su
mano un lápiz linterna que dirigía directamente a su ojo derecho, al comprobar
que su grado de respuesta era el correcto lo apagó y le dedicó una sonrisa de
alivio. La mujer más mayor le preguntaba algo, las palabras entraron lentamente
en ella, su cerebro no las reconocía pero ella las repitió lentamente… “¿Cómo
se llama?” inmediatamente supo no solo lo que la preguntaba sino cómo conjugar
una respuesta en un idioma que era la primera vez que escuchaba o eso creía
ella. “No”. Se fijó mejor en el lugar donde estaba y en la gente que la
rodeaba, era todo distinto, distinto a lo que ella consideraba familiar, nada
era como lo recordaba, las ropas, peinados, los objetos que usaban… aquellas
paredes no eran de piedra y la cama no tenia pieles. ¿Dónde se encontraba? ¿Qué
sucedió mientras ella dormía?
Un grito agudo salió de su pecho y rompió el
silencio de la habitación, las enfermeras y el médico se tiraron sobre ella
para sujetar los fuertes espasmos que sacudían su cuerpo. Un dolor azotó su
cabeza, su corazón bombeó tanta sangre a su cerebro que parecía a punto de
estallar. El médico gritaba dando órdenes a una y otra pero antes de que nadie
hiciera nada todo terminó. Al abrir nuevamente los ojos, años de historia,
acontecimientos mundiales, descubrimientos que habían hecho del mundo lo que es
hoy, aparecieron en su cabeza como si los hubiera vivido uno a uno, parte de
sus lagunas desaparecieron. Esperó quieta a que su nombre surgiera como lo hizo
todo lo demás pero no fue así.
-¿Se
encuentra bien?- indagó el médico.
-¡No!
- contestó en un grito angustioso sin pretender sonar descortés o grosera.- Tengo
lagunas en mi cabeza, no recuerdo quién soy ni dónde estoy. ¿Qué hago aquí?
-Está
en el Hospital de San Michel, la trajo la policía, la encontraron en la
escalinata de la Iglesia de los Ángeles, inconsciente sin muestras de agresión
de ningún tipo. Lleva aquí un mes, en este tiempo la policía no encuentra
ningún indicio de quién es o si alguien la busca, no aparece en ningún cartel
en todo el país.- las últimas palabras, el médico las dijo despacio, intentando
asimilar que nadie pudiera echar de menos a un ser tan hermoso.- ¿Qué es lo
último que recuerda?
-No
sé…- lo último era como un tío increíblemente abrasador la llevaba en brazos a
una choza.- Un paisaje montañoso nevado, un riachuelo… es todo muy confuso.
-No
se preocupe…los recuerdos son muy caprichosos e irán llegando lentamente. La
dejo, cualquier cambio que sienta comuníquenoslo por absurdo que le parezca.-
con un ligero movimiento de cabeza a las enfermeras, abandonó la habitación no
antes de dedicarla una última mirada. Era hermosa y si no fuera porque sabía
que no llevaba lentillas jamás creería que esos ojos fueran reales.
-Me
llamo Gloria y voy a estar siempre pendiente de ti. Como no podemos seguir
llamándote paciente 132A, por el número de habitación que ocupas ¿qué te parece
si pensamos un nombre que vaya con tu persona? No sé… Diana, Irene, María,
Sofía… ¿Cuál te gusta más? Tienes oportunidad de elegir- era muy vivaracha.
-Todo
son bonitos pero no me identifico con ninguno… elige tú.
-Si
fuera yo te diría Iris… Iris. Tienes el color de iris más alucinante que yo
haya visto en toda mi vida… ¡EH! María ¿Viste alguna vez algo igual?- mientras
hablaba acariciaba su pelo alejándolo de su cara para verle mejor el contorno
de sus ojos, eran únicos.
-No,
aunque no te enfades… dan un poco de grima, son diferentes… - María los contempló
con un gesto de disgusto. María era la más veterana de las dos enfermeras y de
carácter más serio.
-¿Serás
tonta? … ¿grima?... a eso se le llama envidia, muchacha.- la giñó un ojo
mientras colocaba mejor las sabanas de su cama. Dos minutos después de estar
hablando con ella, Iris tenía la sensación de conocerla de toda la vida, de ser
la amiga a la que se la cuentan los secretos.
-Me
parece bien Iris.- era un nombre que por lo menos decía algo de sí misma, tenía
unos ojos alucinantes. Pero en aquel nombre había algo familiar, le
reconfortaba al oírlo en alto- ¿De qué color son?- María la pasó un espejo que
sacó de su bolsillo. Iris lo fue subiendo lentamente para contemplar un rostro
que no reconocía, aquella cara era la primera vez que la veía, tan desconocida
como la del médico o las enfermeras. Siendo sincera reconocía que era
atractiva, piel blanca, labios carnosos y rosados, mejillas sonrosadas y ojos…
ojos de color violeta claro, se acercó a un más el espejo para que no hubiera
duda, no eran ni verdes ni azules, eran violetas. Los contempló desde varios
ángulos, bajo la atenta mirada de las enfermeras un tanto divertidas, era como
una niña observando cómo queda después de maquillarse por primera vez. Un
mechón cayó ante sus ojos y la hizo retroceder para mirarlo fijamente. Su pelo
no era negro, jamás fue negro…- ¿Por qué es negro?
-No
parece teñido.- examinó María cogiendo un mechón de su pelo y observándolo de
cerca- Creo que es natural. Quizá tu último pensamiento fue teñirlo de otro
color, compraste el tinte pero no te dio tiempo…
-No
es eso… Lo recuerdo rubio…- su cara se entristeció tanto que Gloria no pudo
evitar acercarse y acomodándose en la cama la abrazó.
-Es
un color negro azabache precioso. Seguro que cuando el sol se refleje en él,
tienes que tener reflejos azules. – se inclinó y la besó en la mejilla. Gloria
se levantó con pesar, tenía que continuar con su ronda- Descansa un rato, poco
a poco cada recuerdo encajara en su casilla y volverás a ser una persona
completa.
Iris se recostó en la cama acariciando el mechón que
la enfermera había dejado caer. Extrañaba mucho su pelo, no podía explicarlo
pero no encajaba, era rubio, estaba segura que era rubio, el color rubio era un
distintivo de la gente como ella. ¿Gente como ella? ¿Qué significaba eso? ¿Qué
clase de persona era ella? Era alguien nuevo, hasta que recordase quién era y
de dónde venía, ella se llamaba Iris, era morena con ojos violetas y se
encontraba sola, sola.
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Las falsas verdades, origen. |