Ir al contenido principal

Los relatos de Jainis.

Los relatos de Jainis.

Prólogo
Desperté con dolor de cabeza y con la sensación de haber descargando camiones toda la noche. Me duelen las pestañas y las uñas de los pies, la boca está pastosa y me pica la cabeza como si miles de piojos anidaran en ella, señal inequívoca de que anoche me lo pasé de la hostia y no lo recuerdo. Pero como todo puede ser producto de mi imaginación y en realidad la falta de recuerdos de lo que hice tras salir de la oficina, sea una enfermedad transitoria como la gripe o la gonorrea, buscaré mi  móvil en la mesilla de noche. No hay que ser un lince para saber que tras palpar hasta el último centímetro de la superficie, el diabólico aparato inventado para torturarme no está, y sé donde se encuentra. Tirado en cualquier rincón de mi habitación, como todas las demás veces que me despierto en tales condiciones. El diabólico aparato no deja de sonar durante horas y entre los nubarrones de mi cabeza llega su martilleo despiadado, recordándome que mis amigas me buscan para darme la brasa con mi vida descarriada. Lo cojo y lo lanzo al otro extremo, porque no tengo fuerza para mandarlo al espacio sideral, sino orbitaria con el resto de los desechos que se van acumulando alrededor de este planeta que no deja de confabularse en mi contra.
Abro los ojos despacio y la luz penetra como alfileres por mis globos oculares y machaca mi cerebro con punzadas dolorosas, ¡qué pedazo resacón tengo! Creo que leí en una ocasión que se cura bebiendo más cerveza, pero por el aspecto de mi habitación no creo que queden ni las botellas de reserva que guardo bajo el fregadero para los días en los que la vida me supera.
Mi vestido tirado en el suelo se mezcla con la ropa de cama. Estoy sobre el somier sin sabanas sin mantas y semidesnuda, sólo tengo mi camiseta blanca raída y dos viejos calcetines, no quiero saber qué paso, no me da la gana enfrentarme a mí yo oscuro. La lie de nuevo.
Buscó un tanga en el primer cajón de mi mesilla y encuentro uno negro sencillo, me lo colocó en un santiamén y me incorporó lentamente. Mi espalda se queja, mi cabeza me da vueltas y mi estómago amenaza con vaciar lo que ingirió a noche, y por el aspecto de mi vientre, serán miles de litros de alcohol. Veo dos copas de vino sobre mi sifonier, ¡joder!, con quién me fui a la cama; dónde lo conocí; el dónde está, no necesito ni planteármelo, con los primeros rayos de la mañana salió a hurtadillas de mi vida sin presentarse ni prometerme que me llamará, total ninguno llama, ninguno vuelve a compartir un nuevo revolcón. Suspiró profundamente y estoy por tirarme de espaldas en la cama, pero tengo que encontrar el móvil y decir que sigo viva, ¡vivita y coleando!
Está junto a la puerta, me arrastró por el suelo y lo cojo con la punta de los dedos y regreso cual gusano a la cama y me tumbo para que la cabeza deje de girar y el estómago de recordarme que quiere algo más que “mata penas” para sobrevivir.
Queda la suficiente batería para ver que tengo varias llamadas y miles de whatsapp, las llamadas son de mis amigas y los mensajes también, pero no quiero enfrentarme a ellas, empiezo a odiar eses simbolito verde con el teléfono blanco en medio. ¡Vaya! Esto me interesa mucho más, mi móvil me dice que tengo veinte notificaciones en el facebook, no puedo evitarlo, es un imán lo que tiene ese numerito rojo que descansa sobre esa “F” azul gigante, tengo que saber qué pasa y pulso sin pensarlo. Tarda lo justo para que yo me estire y bostece.
Abro mi muro y lo veo: “Gilipollas no lleva tilde, pero con el tiempo se acentúa”. No puedo creer hayan usado el facebook para ponerme a parir, y lo hacen públicamente, lo leerá mi madre, mis tías, mis primos y todos los que acepté en mi página antes de descubrir que se podía privatizar, tarde un mes o más en averiguarlo y en ese tiempo gente de todo el mundo se hizo mi amiga sin tener ni idea de quién puñetas eran. Pero Ana no se corta, le importa una mierda mi vergüenza pública. Después de su cartel en colores vivos, añade: “¡Gilipollas, dónde estás que no respondes ni mis llamadas ni mis mensajes!”, Tricia la recuerda que el facebook no se usa para sacar los trapos sucios de la gente, y aquí comienza un intercambio de frases cortas mal sonantes sobre mi poca sesera los fines de semana, mi tendencia a empinar el codo, de encamarme con tíos de los que no recuerdo ni la cara y de preocupar gratuitamente a todo el mundo con mi desordenada vida. Siento un poco de remordimiento pero sigo sin tener ganas de contestar, ni hablar. Pongo a todo un “me gusta” y cierro la aplicación, ahora saben que estoy viva; sana no mucho, pero por lo menos respiro.
www.amazon.es/relatos-Jainis-Gemma-García-Veiga/dp/8491125256
Antes de cerrar el móvil veo la fecha y la hora, ¡es domingo!, ¿es domingo?,  ¿qué ha sucedido con el sábado? Salí de mi oficina y cogí mi coche, conduje durante horas lo más lejos posible buscando un bar desconocido para no correr el riesgo de encontrar a un conocido. Era mejor dejarlo, no pensar. Suena el repiqueteo infernal recordándome que alguien me quiere dar alcance y regañarme por lo mal que gestiono mi existencia, miró de reojillo para ver quién es, Tere. No puedo, me levanto y encamino mi cuerpo dolorido a la ducha, después de un buen chorro de agua fría recuperaré la sensatez que necesito durante los próximos cinco días, volveré a sucumbir el viernes por la tarde.

Entradas populares de este blog

TIBIO TÉMPANO DE NUESTRA CALIDEZ.

Con esta novela me sucedió como con otro escritor que voy leyendo a cachitos, porque son amantes de los diálogos monologuistas, largos y con pocos puntos y aparte. Qué ocurre con esto, pues que se trasforman en páginas y páginas en el eBook, agota la vista y distrae. Empecé leyéndola en el móvil porque me quedé sin luz en mi eBook, pero era muy largo los textos, se hacía pesado, lo dejé por cansancio ocular, ahora sigo las órdenes tajantes de mi familia y amigos, << ¡Cuídate la vista!>>. Llegué a casa y la descargué en el libro electrónico, pero tengo una costumbre, la primera imagen que público es cuando comienzo la lectura, no repito la foto, por eso la imagen no encaja con mi habitual protector florido tan característico en mí. Me enganchó mucho ese primer discurso que nos narra el escritor en boca de Moreno Cabello, que no le gusta nada los medios y se nos presenta como una mujer ruda, profesional y solitaria. Es cierto que la perseverancia de esta investigad

MOLINOS DE VIENTO.

Me gusta la narrativa de Luján Fraix, en muchas ocasiones su prosa es poética y llena de matices, detalles que te muestran una imagen sin estar cargada de molestas descripciones. Muchas veces me dice que mis lecturas, las que me gustan y emocionan, no corresponden con sus obras, yo discrepo pues disfruto con sus palabras. Me apasiona la historia, y siempre da maravillosas pinceladas, reflejo de su pasión por este tema; en estos cuentos breves nos narra las vicisitudes de dos inmigrantes franceses que huyen de la guerra franco-prusiana, y nos describe sutilmente la situación sociopolítica que se encuentra en la patria que les acoge, Argentina. Aparece también ese personaje tan querido por mí, del que me quedé prendado en La   nodriza esclava, y que he visto en más ocasiones en sus cuentos, creo recordar que en Los duendes de la casa dulce, Isabel Law, y aquí nos vuelve a meter de lleno en la corte de Enrique VIII, una vida dramática en un momento convulso de la historia. En la agru