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La idea me viene del aburrimiento.

Esta carretera tantas veces transitada, dio forma a la novela que se publicará en dos meses. 


La inspiración me viene del aburrimiento, si las horas se hacen largas o el camino monótono, es cuando mi imaginación me abandona en busca de una historia más apasionada. Retengo en mi mente esa breve secuencia y luego voy hilvanando una historia con ella.
Creo que es correcta la creencia de que los niños deben aburrirse. Mi infancia transcurrió en un pueblo donde la media de edad era sexagenaria, lo que suponía que mi hermano y yo, pasásemos largos periodos de tiempo inventando juegos y peleándonos entre nosotros cuando ambos queríamos llevar la voz cantante. "El aburrimiento es la ante sala de la creatividad", he oído decir a más de un experto en psicología infantil, "Los niños deben aburrirse para madurar, serán más tolerantes y más resolutivos." ¿Por qué tolerantes?, porque lo primero es asumir la frustración, canalizar la rabia por ese exceso de minutos sin nada que hacer, dejar de contemplar el reloj viendo como las horas van pasando lentamente, asumir que él que está a nuestro lado es igual de perezoso que nosotros para encontrar algo divertido con lo que matar el tiempo, y tener paciencia con ambos para no terminar a la gresca, llamando la atención de la madre de turno, y terminar con un castigo que nos lleve a otras tantas horas pensando lo mal que gestioné la tarde de juego.
El cerebro está constantemente creando ideas, pero es tanto el ruido de fondo que no somos capaces de escuchar, cuando nos aburrimos tenemos un profundo silencio, y es entonces cuando nacen los personajes y sus vidas se muestran ante mí como en una película. No voy a remitirme a fragmentos de nuestra historia que tantas veces hemos leído en nuestros libros de texto y nos cuentan como grandes personajes tuvieron la "Idea", con mayúscula, en un momentos ocioso, como nuestro querido Newton y su famosa manzana.
He aprendido a aburrirme, y soy capaz de hacerlo en celebraciones llenas de barullo, en estas ocasiones me limito a mirar a la gente que danza a mi alrededor y de ellos extraigo rasgos singulares que plasmo en cada uno de mis personajes.
Yo no soy la medida de nadie, pero creo que aburrirse es siempre algo bueno.


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