Me oculto en una agenda con miles de anotaciones y pocas horas de descanso.
Hay veces que es imposible contar historias. Quisiera sentarme y pasar a limpio mis notas de 1324 y el Greñas, seguir con la vida de mis personajes como si la mía no hubiese sufrido ningún cambio, pero no es cierto, bastante me engaño a diario para poder seguir adaptándome al vacío que ha dejado mi padre en todo lo que me rodea, como para fingir un estado de ánimo que no tengo. No puedo ayudar a 1324 a salir del pozo cuando yo me refugio en sus profundidades para no sentir su ausencia. 1324 se merece un rayo de esperanza en una vida tan llena de paréntesis, y ahora lo único que se me ocurre cuando retomo el teclado es una frase como: "La cobardía es continuar con una existencia de sufrimiento, el valor reside en librar a los que me aman de la carga que supone una vida de vacíos.".
Muchas veces quisiera borrar el blog, hacerlo desaparecer, porque los momentos que compartíamos alrededor de los relato cada mañana... duelen, son como pequeños arañazos en una herida que no termina de curar. Recuerdo y nunca se me olvidará la ilusión en el rostro de mi padre cuando le conté que me había decidido a intentarlo, "Lo lograrás" me decía, cada día me preguntaba cuántos libros había vendido o cuánta gente me leía y de qué países eran. Pero todos esos recuerdos, ahora, no me dan fuerzas para seguir, sino deseos de eliminarlos para dejar de sufrir. Y por eso el blog está inactivo, vacío de historias, esperando el final de dos vidas que están pendientes de una llamada.
No creo que sean muchos los que me echen de menos pero para los que cada mañana al levantarse busquen el final de "Tormenta de Galgos", prometo acabarlo y colgarlo en el blog.
Un saludo cariñoso a los que seguís ahí.