El Greñas. Amigas.
Me gusta poner en labios de los demás
pensamientos míos con el fin de saber si mis dotes adivinatorias son correctas.
Y tengo claro que no acierto con la hermana del Greñas que resulta ser una
persona con una visión de las relaciones personales, natural y fluida, sin
artificios. Hubo un momento justo antes de la despedida donde me dice: “Mi hermano, tu marido…” y se
hizo un silencio nada incómodo, al que añadí: “Se hace raro.”, ella contestó:
“Mucho, y no sé por qué, siempre te he considerado su esposa.”
Y llevo un rato cotilleando los cajones, y mirando
los álbumes que encontré en los bajos del mueble del salón, y también he mirado
la ropa que guarda en su armario, aprendiendo los colores habituales que usa,
la espuma de afeitar que utiliza de vez en cuando pues le gusta ese look de
tres días informal y desaliñado, en una palabra, descubriendo la hombre con el
que estoy casada. ¡Vaya giro que dio mi vida! De sentirme una mujer despechada,
he pasado a estar felizmente casada.
Suena mi móvil y el día no deja de
sorprenderme, La del chocho al rojo. Nada bueno puede salir de esta llamada
pero como tengo ganas de caer a lo más profundo de mi misma descuelgo.
-Pensé que no ibas a cogerlo.- su voz suena
cansada.
-Entonces, ¿para qué llamas?- quiero mostrar
una fortaleza que no tengo en estos momentos y solo amparándome en la grosería
lo consigo.
-Me ha dicho… tu ex…- el tuyo, el mío, el de
todas en general.- que estabas recordando. Me alegro muchísimo.
-Pensaba que te había largado con viento
fresco y no le dirigías la palabra.- toma dedo en la yaga. Pero aguanta la
respiración, algo busca y no es gratuita la llamada.
-Pretendemos seguir manteniendo el contacto,
una relación amistosa, fueron tres maravillosos años de convivencia, no se
olvidan tan fácilmente.- vomitivo.
-Visualizo un halo oscuro en ti. Eso suena a
relación interesada, dudo mucho que sea por el sexo, seguro que cualquier otro
hombre te echaría un polvo rápido con algo más de vigor, descartado este punto
solo me queda uno, por dinero.
-Te has vuelto retorcida.- no, el problema es
que no sé quién soy., que es más peligroso.
-No todo es culpa tuya. Si él continua
manteniendo una relación contigo es por si una noche se queda sin plan, ya sabe
que cama estará siempre disponible.
-Yo no fui la que se metía en su oficina y se
lo folló sobre la mesa mientras su marido la buscaba por toda la ciudad.-
directo al corazón. Es curioso como todos saben todo de mí y yo soy la única
que camina en la oscuridad.- ¡Lo siento!
-No te disculpes.- ahora me salía el lado
amable, quizá por miedo a descubrir más cosas.
-No eras tú…
-Eso me dicen todos.- sonaba lastimero y no
quería parecer débil ante ella.
-Siento lo de los email. Pensé que era lo
mejor, exponerte a un momento que fue para ti dramático. – para mí y supongo
que para miles de mujeres que descubren que sus maridos le son infieles con su
mejor amiga, o con la vecina o con la alumna de tenis o con quién sea. He de
reconocer que gracias a ella estoy hoy aquí. Los email abrieron una brecha en
el tiempo. – Pero te llamo para que lo sepas por mí y no por otros, que he
vuelto con él.
-Eso ya no me importa.
-Quiero hacer las cosas bien.-como si ahora
tuviese algún valor aquello.
-¿Qué sucedió cuando me acosté con mi ex?- en
realidad me interesaba la postura del Greñas.
-Bueno… - aquel “bueno” prometía.- Yo lo
sabía. Amigas en común me comentaron que andabas buscándole, yo le advertí que
estabas tras él y pensé que intentaría guardar las distancias de alguna forma,
pero en lugar de eso… se hizo el encontradizo contigo.- había culpabilidad en
su tono.- En aquel entonces tenía mucha ira contenida contra ti, te
responsabilizaba de mi situación, y cuando vi en sus ojos un brillo de interés,
me volví loca de celos. Los celos son malos consejeros, y no quiero que me
disculpes por ello.- no pensaba perdonarla por nada del mundo, ni por lo de mi
ex ni por lo que intentaba confesar a paso tortuga.- Averigüé que cenasteis
juntos una noche y luego fuisteis al teatro, también supo que de aquella cita
no salió nada más, quizá un mayor deseo por tu parte en verle y por la suya más
ganas de meterte en su cama, pero no paso nada. La segunda cita os la reventó
su hija, que por nada del mundo estaba dispuesta a que volvieras a formar parte
de su familia. Y la tercera la orquesté yo.- ¡Vaya!- Te hice creer que estaba
dispuesto a firmar los papeles de la separación porque se sentía fatal contigo
por todo lo sucedido y que tú debías rehacer tu vida con un hombre más noble. Fuiste
a su despacho dispuesta a impedirlo y yo sabía perfectamente que para vosotros
aquellas paredes habían significado el principio de vuestra relación. Era sencillo
imaginar que tú revivirías de nuevo todo y él…, ya sabemos cómo es él.
-Y dices que yo soy retorcida…- ¡madre del
amor hermoso!
-Yo misma te dejé en la puerta del edificio y
una vez que te vi desaparecer por la entrada, llamé a tu marido para contarle
lo que estabas dispuesta a hacer.- respira.- Tardó una hora en llegar y lo hizo
con una amigo suyo moreno, muy bien parecido pero con una pinta de brutote.
-Antonio.-dije sin pensarlo.
-Quería hacerte daño, quería que volvieras a
estar sola, que aquel hombre al que había visto cuidándote en el hospital mientras
te debatías entre la vida y la muerte, aquel que te procesaba tantísimo amor, …
al que luego vi desesperado persiguiéndote en cada una de tus diferentes
personalidades… te abandonase. El amor solo se nos brinda una vez en la vida, y
no todo el mundo encuentra el verdadero, muchos se conforman durante sus vidas
con un sucedáneo y se pregunta por qué las relaciones no son como uno las
sueña. Pero tú lo tenías, tenías el verdadero amor. Yo quise arrebatártelo. Si me
preguntas por qué, no lo sé. ¿Cuándo mi amistad por ti se transformó en odio?,
lo desconozco.
-Llegué a tener relaciones, ¿lo sabes?
-Sí. Sobre la mesa como tantas otras veces.-
tragué saliva.- Ese al que llamas Antonio, tuvo que separarle porque le hubiese
matado allí mismo. Según su secretaria, que es la definición misma de chismosa,
entró sin llamar, y estabas tumbada sobre la mesa boca arriba, con la falda
remangada y la camisa abierta mostrando el sujetador y él…- falso pudor.
-No son necesarios los detalles.- mi
imaginación ya era suficientemente despiadada.
-¿Crees que podremos volver a ser amigas?- y
colgué.