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Tormenta de Galgos. 48



Cuadragésima octava entrada a mi blog.

La Portes me entrega un martillo y una caja de clavos, me lleva a un rincón de esta impresionante finca, cerca de una caseta de la que no dejan de entrar unos y otros sacando diversos materiales de construcción. Me señala unas tablas y me dice:
-Tenemos que acabar los cheniles. En unos días termina el periodo de caza y podencos y galgos vagarán a su suerte por el campo, eso en el mejor de los casos, porque en el peor tendremos que buscarlos en pozos o lodazales o en las cunetas de las carreteras atropellados. - la Rubia hace todo tipo de gestos de dolor según habla la Portes.
 Ambas me miran esperando por mi parte un grito desgarrador o un golpe en el pecho con el puño cerrado que demuestre que soy de la causa, pero las miro con desgana.
-¡Venga chicas!- anima la Etóloga que no deja de observarme con interés médico, aunque sabiendo que es experta en perros me inquieta su diagnóstico; y parece intranquila por tanta cháchara de la Portes.
Se escuchan ladridos dentro de la casa, sin exagerar diría que son seis perros los que protestan por no dejarles salir al patio a divertirse entre los cientos de tablones y rollos de  valla metálica que cubren el suelo.
Tengo muy claro cuál es mi tarea y me pongo a ella. No es la primera vez que ando con martillo y clavos uniendo maderas, tengo en esa memoria que comparto con mi otro yo, un recuerdo vago de una escuela al aire libre, donde improvisamos con viejos tablones unos bancos y una mesa algo desproporcionados en tamaño y altura pero cumplían su función perfectamente. Y no puedo profundizar más porque de la casa sale la hermana del Greñas acompañada por Lana que corre feliz a saludar a todos los presentes.
Me escondo tras los tablones que forman dos de las tres paredes de la caseta. Lana pasa de largo en busca de la Etóloga que la llama con un silbido seco. Yo me quedo ensimismada viéndola correr, que diferente está de aquel día que la vi en la protectora.
-¡Hola! -la voz de la hermana del Greñas es suave, pero se la nota tensa e incómoda.- Soy la hermana de… - vacila, tiene en la punta de la lengua un nombre que ha estado a punto de escapar.
-Me gusta llamarle Greñas.- ella sonríe y asiente.
Yo tampoco me siento cómoda hablando con ella. Y entonces vuelve a suceder. Me alejo de este mundo y me voy al que no quiero dejar escapar.
-¿Sabes lo peor…?- oigo su voz suave hablando divertida a su hermano con un dedo índice señalándole.-…que tiene razón. Vas hecho un adán.
-Soy un hombre desaliñado, sucio y haraposo.- se gira mostrándonos un precioso traje de chaqueta.
-Solo faltaba que a tu boda hubieses venido vestido de rescue, como dices tú.-reímos las dos.
De cualquier forma estaba increíblemente atractivo pero aquel traje le daba un punto excitante; pensaba en quitarle aquellos botones lentamente lamiendo cada trocito de su piel, dejaría un reguero de besos por su cuello, libraría sus hombros de esa camisa molesta que impedía ver lo que tan bien conocía, sus tatuajes, nadie salvo nosotros sabía que el Ave Fénix representaba nuestra unión,  y acariciando cada rincón de su cuerpo, empezando por sus pectorales; creo que toda su virilidad la enceraba allí porque los hinchaba según pasaba mis dedos por ellos y aumentaba su deseo tanto con el mío con la dilatación de sus pupilas. Le amaba como nunca amé a nadie, con él aprendí el sentido de la palabra amor. Me subía la temperatura solo de pensarlo.
-Pues querida hermana, no desentonaría nada.-su voz nos sacó a las dos de nuestro ensoñamiento, al yo de aquella vida de sueños, y  a mí que jadeaba sofocada la ausencia de tal amor.
Y miré a mí alrededor y me vi rodeada de perros y gatos. Todos los presentes llevaban a sus mascotas y otros muchos peludos parecían haber recibido su propia invitación pues corrían libres por una gran explanada que contaba con una carpa donde se servía un buffet libre para hombres, perros y gatos. Miré hacia un lado y otro, y entonces reconocí el lugar, era aquella misma finca, pero sin casa ni árboles ni sendero de piedra, sólo la valla que limitaba la propiedad de campo abierto.
Asociación Galgo Español. Para cualquier Asociación o Protectora febrero es una pesadilla.

-¿Te encuentras bien?-la hermana del Greñas me mira asustada.
-Cada vez cuesta más volver.- dije sin pensar.
-¿Qué sucede? ¿Por qué está tan pálida?- la mano del Greñas se posó en mi frente con un imperativo protector con gotas dominante. Su hermana se encogió de hombros.
-No me sucede nada.- quité su mano que tras la frente se posó en mi mejilla derecha.- Pero tengo sed.
En realidad quería apartarme a un lugar aislado y poder ordenar mis ideas. El Greñas me cogió de los hombros y me acompañó hacia la sombra de unos olivos donde se habían colocado unas mesas de campin, sobre ella vasos de plástico, varias latas de cerveza y refrescos, con boles de aperitivos variados. No dudó en lo que tenía que coger, un refresco de té helado con sabor limón.
-¿Cómo sabes que me gusta esto?- levanté el vaso con mi refresco.
-Fue lo único que bebiste en la cena de Navidad.- era cierto, y asentí fastidiada, quería pillarle a él, saber que era posible que fuera mío y no solo en sueños.- Siempre con tus teorías conspiratorias.
-Supongo que me fastidia mi vida y busco otra.
En la distancia vi al Galguero y a su otro amigo llevando tubos de metal junto a una hilera de diez cheniles casi terminados. No me puedo creer que todas aquellas personas me fueran tan familiares en mis sueños y tan extrañas en la realidad.
-¿Qué piensas?- miraba hacia donde yo tenía fijo los ojos, hacia sus amigos que bromeaban sobre quién cargaba más peso de los dos.
-¿Cómo es posible que ellas me resulten del todo desconocidas…- señalé hacia la Portes, la Rubia y la Mantas.-… habiéndolas visto en más ocasiones, y por el contrario tus amigos a los que he visto con hoy dos veces, me sean tan familiares?
-¿De qué recuerdas a mis amigos?
-De cuando salvamos a los cachorros de pitbull.- un rayo de luz iluminaron sus ojos.- Nos casamos en esta finca, no recuerdo el año pero no estaba esa casa ni estos árboles.-cambié de tema bruscamente para descolocarlo y poder sacar algo de verdad de tanta mentira.
Un grito desde la casa nos sobresalto a todos. Una masa de pelo negro corría veloz hacia nosotros. Corría destartalado con el cuerpo ladeado en una posición incomprensible, sollozaba según se acercaba, entre quejidos dolorosos y de infinita alegría. Me puse en pie en cuanto le reconocí y miré al Greñas que me observaba asustado: “Es Fox” le dije como un lamento que salía del pecho y el asintió con una mezcla agridulce de sentimientos. Me agaché y estiré los brazos. Sentí el peso de la tristeza en mi corazón, la larga ausencia del ser al que amas y no puedes ver, y entonces se lanzó sobre mi pecho lamiendo mi cara, le abracé con fuerza repitiendo sin descanso su nombre, llorando sobre su pelo suave. Alejé su cara de mi pecho y miré sus profundos ojos marrones.
-Te busqué en mis sueños cada noche al acostarme, escuché en los ladridos de otros perros tu voz llamándome y en la caricia de otros sentí las tuyas recordándome que siempre pensabas en mí.
Solté a Fox permitiéndole que saltara feliz a mí alrededor y entonces cerré los ojos y dejé caer la cabeza sobre mi pecho. Y lloré. Me cubrí la cara con las manos y me mecí asustada. Los brazos del Greñas me rodearon y sentí su respiración entre cortada soportando con esfuerzo no romper como yo a llorar. ¿Qué nos estaba sucediendo?
-No quiero despertar.- supliqué agarrando con fuerza sus brazos.
-No quiero que te vayas. No soporto estar a tu lado y no abrazarte o besarte, no decirte a todas horas lo mucho que te amo, o suplicarte que regreses a casa con nosotros. No puedo verte sufrir por un hombre que borramos de nuestras vidas hace años.- y besó mi nuca.- ¡Maldigo cada noche el día que te dejé ir!
Y entonces me miré en aquellos ojos verdes, y busqué en ellos lo que no alcanzaba a entender. El Greñas me cogió la cara entre sus manos y besó mis labios con ternura.
-Quieres escuchar una historia de amor.-yo asentí.
-Prométeme que no voy a despertar.- suspiró agotado.
-Solo puedo prometerte que empezáremos esta historia de amor cada día.- besó cada uno de mis ojos.- Sabré donde encontrarte.

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