Cuadragésima cuarta
entrada a mi blog.
¿Qué es la sugestión?
Es un estado psíquico donde el sujeto
experimenta las sensaciones e ideas que le son sugeridas, anulando su voluntad,
incluso la lleva a obrar de una manera determinada.
Tras mirar aquellas fotografías que no recuerdo
como mías, pero me trasportaron a una especie de mundo paralelo donde mi otro
yo sufrió algún tipo de drama dantesco, hicieron que sufriera una crisis
nerviosa. Me sentía confundida viendo aquellas escenas cotidianas, sabía cuáles
eran sus rutinas, y también quienes eran aquellos extraños, el nombre de aquel
perro vagabundo y que el pañuelo rojo que portaba al cuello me lo regaló el
Greñas antes de subir al avión, olía a él y dormí con su aroma pegado a la
nariz hasta que aquella bola de pelo blanca apareció en mi vida, que mejor señal
de los cielos para saber que él pensaba en mi que enviarme un peludo para
compartir mi soledad. Y seguidamente entré en un estado de shock, sudores,
convulsiones y taquicardias, luego me desmayé, y después todo es confusión. Entraba
y salía de un sueño profundo y en ese estado de inconsciencia mi mente vagaba
por unos recuerdos nuevos, generándome mayor desconcierto en mis momentos de
lucidez y cayendo de nuevo en un estado de ansiedad incontrolada.
Me pareció ver a la Etóloga hablando con mis
padres en el pasillo, al Greñas consolando a mi madre entre sus brazos, incluso
a mi no hermana consolando al Greñas. Escuché gritos de auxilio, diría que de
mi no hermana, cuando una de mis
maquinas empezó a pitar como loca, entonces me dejé mecer por un sueño profundo
en el que dos enfermeras y una médico me impedían quedarme. Mi cuerpo flotaba,
me sentía libre de toda esa carga que cada día pesaba más y más. Y entonces
llegaban esos sueños felices de los que no deseaba escapar, no así de mi vida.
-Estoy tan orgullosa de ti.-escuché la voz de
mi no hermana. Me giré para mirarla. Tenía la cara perlada de sudor y la ropa
pegada al cuerpo como una segunda piel. –Pero no puedo evitar sentir miedo,
deseo que regreses a casa lo antes posible.
-No seas tonta. Nada malo me sucederá.- la
abracé con fuerza, no quería dejarla marchar.- ¡Gracias por venir! Ha sido la
mejor semana en mucho tiempo. Tenerte a mi lado es un gran apoyo emocional. Hay
veces que pienso que esto que hago no tiene ningún sentido…
-¡No digas eso! Gracias a lo que estás haciendo
la gente conoce esta parte del mundo, esta aldea perdida de la mano de Dios. Tú
has conseguido que otras organizaciones y muchas instituciones se interesen por
estas gentes, y la ayuda la estás viendo…- me señaló el materias médico y
educativo que estábamos guardando. – Tu fotografías dan la vuelta al mundo
contando sus historias y esos ojos limpios de toda maldad no dejan indiferente
a quien los mira. Eres mi hermana pequeña y no puedo dejar de gritar al mundo
entero: ¡Esa es mi hermana!
La besé con fuerza en la mejilla. Quería irme
a casa con ella, no me gustaban las despedidas aunque fueran tan cortas como
dos semana, pues ese era el tiempo que me quedaba para dar por finalizada mi
andanza de seis meses que se alargaron a ocho. Deseaba dormir junto al Greñas y escuchar el
ronquido suave de Fox a los pies de la cama. Echaba de menos a mi familia y a
los amigos.
-Tenemos casi todos los papeles en regla, sólo
falta un sello que tu marido conseguirá la próxima semana y Sultán estará con
Fox en menos que canta un gallo. Tendrá que pasar una cuarentena veterinaria y
ponerle en regla la cartilla de vacunación pero eso será peccata minuta para
vosotros dos, con todo lo que lleváis pasado.- miré a Sultán que parecía entender
que nuestras vidas estaban ligadas hasta que la muerte nos separase, no estaba
dispuesta a dejarle allí.
-Tengo tantas ganas de ver a Fox y sé que se
llevarán genial.- acaricié su blanca y cálida cabeza.
-Te añora, pero le decimos que mamá está
haciendo de este mundo un lugar mejor para unos niños.-escuchar su nombre y se
me saltaban las lágrimas, ¡Cuánto quería a mis hombrecitos!- No quiero dejarte,
quisiera que vinieses conmigo ahora mismo. No quiero ser un mal augurio pero
tengo una sensación extraña en el estómago.
-Nada me va a suceder y nadie impedirá que
regrese a casa en dos semanas.- nos abrazamos con fuerza.
-Te quiero con toda mi alma y lo sabes.- reímos
divertidas.- Nada ni nadie nos separará jamás.
-¡Nada ni nadie! –nos abrazamos de nuevo.
Sentía las patas de Sultán en mi espalda, él también quería participar de nuestro
gran abrazo familiar.- ¡Sea como sea regresaré a casa, no lo olvides!
Y desperté. Miraba a mí alrededor y tenía la
misma habitación blanca y fría de las otras tantas veces en las que había
abierto el ojo para saber dónde estaba. En un sillón de cuero agrietado y
desgastado dormía alguien que nunca había visto. Una mujer de media melena,
lisa y morena dormitaba incomoda, tenía el ceño fruncido y se quejaba entre
sueños. La observé durante un rato largo, su rostro no me era del todo
desconocido pero no podía asegurar dónde lo había visto antes. Entonces debió
sentir mi mirada porque se despertó sobresaltada y se asustó a un más al verme
mirarla fijamente.
-¡Dios mío!- dijo echando rápidos vistazos a la puerta, buscando a alguien desesperadamente.
-¿Quién eres?-la abordé a pesar de su
incomodidad.
-Soy, soy… yo soy… - y aguardé divertida,
nunca vi tanto miedo en revelar el nombre a nadie.- La hermana del Greñas, creo
que le llamas así.- aquello me borró la sonrisa de la cara de una bofetada.
-¿Qué haces tú aquí?- le temblaban las manos.
-Mi hermano está comiendo… yo pasaba por aquí
y le he sustituido.-no tenía sentido para mí nada de lo que ese manejo de
nervios decía.
-¿Y qué hace el Greñas aquí?-eso lo tenía
aprendido o lo había ensayado.
-Todo lo sucedido te ocurrió con mi hermano
en el museo, ¿no sé si te acuerdas?- asentí desganada, me daba la sensación que
insinuaba que estaba loca. –Mi hermano siente la obligación de estar contigo y
tu familia, piensa que él te trajo al hospital y avisó a los tuyos,… las
primeras horas estuvo pendiente de ti en todo momento…
-Lo entiendo, pero sigo sin comprender qué
haces tú aquí. No me mal interpretes, no me molesta ni mucho menos, pero me
sorprende. – ella asintió suavemente.- ¿Tú tienes a Lana en tu casa?
-Sí. La trajo mi hermano cuando la rescataste
de la protectora, es la primera vez que mostrabas interés en un peludo.
-¿Y eso sorprendió a tu hermano?- creo que la
sangre desapareció de su rostro y en esa confusión en la que se encontraba la
di el golpe de gracia.- ¿Qué tal está Fox?
-¡Está mejor! –levantó los ojos y vio los
míos achinados pero mi expresión debía de ser la de una chiflada, pues se
levantó profiriendo un agudo chillido y salió corriendo de la habitación.
Ahora puedo pensar dos cosas: una, que todos
me mienten; o dos, hay mundos paralelos y yo salto de uno a otro con la misma
facilidad que cambio de canal.