![]() |
Amore. Asociación Galgo Español. |
Vigésimo primera
entrada de mi blog.
-Sé que no nos dedicamos a esto pero tampoco
a salvar caballos y el otro día cuando Seprona dio el aviso fui y no hubo
ninguna objeción.
Nuevo día en la residencia y siguiendo los
pasos del Greñas, hoy me ha dicho: “¡Cambio de planes 1324, te vienes
conmigo!”. ¿Dónde voy? Ni idea. Un segundo después de decir esto ha cogido su
móvil y lleva unos quince minutos hablando con alguien en un “sí pero no,
quizá, tal vez, no aseguro nada.”
-Gracias amor, ahora nos vemos.- “amor” será
la Rubia. Está claro que dónde sea que vayan no quiere la lerda de la silicona
que vaya y he asistido al tira y afloja, ¿quién habrá ganado?- Tenemos que
coger a Amore, Dakota, Zenda y Sinda, nos espera fuera… ¿Cómo llamas a la que
nos acompañó el otro día al rescate?
-La Portes.- el Greñas se ha salido con la
suya. Rubia cero, yo uno.
-Evidente. Tenía que haberlo sabido.- y se
aleja riendo.
Una hora de furgoneta donde me he adormilado,
anoche apenas pegué ojo, sin razón sin ninguna preocupación aparente,
simplemente me desvelé a las tres de la madrugada y ya no hubo forma. Llevó un
tiempo donde dormir es una tarea complicada. Caigo en la cama catatónica pero
dan las tres y estoy fresca como la lechuza, ojos como platos y sentidos
alerta. Luego esto me pasa factura, me siento más inquieta. ¡En fin!
El lugar era un polideportivo en medio de la
nada, detrás de algún montículo se escondería el pueblo, incluso pudimos pasar
por él pero yo como iba dormida ni me cosqué.
Al entrar en el recinto había muchas mujeres
hablando en grupo, y un conjunto de sillas en el centro de la pista de baloncesto
formando un circulo. Sentadas en tres sillas había dos mujeres y un hombre que
miraban unos papeles con interés. El Greñas se acercó al grupo acompañado de
Dakota que pidió su ración de mimos, ninguno pudo evitar esa mirada profunda de
gratitud al recibir el contacto de una mano amiga y repitieron varias veces las
carantoñas. Una de las mujeres, algo rellenita, agarrada al brazo del Greñas se
acercó a nosotras. La Portes no dejaba de echarme rápidos vistazos por el
rabillo del ojo, ¡se pensará que no me doy cuenta! Yo disimulaba mirando al gentío
con interés, cuando en realidad me estaba acordando del Greñas por llevarme tan
lejos a perder el tiempo. Ya por fin los teníamos a tiro de pierna, porque la
mujer andaba despacio no, lo siguiente. Lo primero fue dar dos sonoros besos a la
Porte que pareció estar encantada con aquel arrumaco de abuela de pueblo. Seguidamente
me miró a mí pero mi expresión ceñuda la desalentó de zalamería alguna.
-1324, te presento a nuestra sexy Etóloga.-
lo de “sexy” sería mofa, pero ella pareció encantada y le dedicó una mirada
seductora. ¡Por Dios!
-¡Encantada!- me tendió una mano rechoncha y
enrojecida.
Yo dudé. Pero sentía sobre mis hombros una
presión, el Greñas estaba valorando la situación. Una vocecita me decía que
hacer un feo a la Sexy Etóloga me iba a costar mucho más de lo que yo creía. Y cedí
a la mirada de presión de esos ojos verdes.
-¡El placer es mío!- no sonó tan sincero como
corresponde pero la mujer quedó satisfecha. Seguidamente llenó de besos los
morros de los otros tres galgos.
El único hombre del grupo sin contar al Greñas
dio dos sonoras palmadas llamando la atención del numeroso grupo.
-Ya estamos todos.- entonces todas aquellas mujeres
que habían estado absortas en sus conversaciones miraron hacia nosotros y
palmearon felices a ver a nuestros cuatro imponentes galgos. -¡Chicas, chicas! Hay
tiempo para todo. Tomemos asiento.
Todos tomaron asiento menos nosotros tres que
nos retiramos a una esquina con nuestros flacos.
-Cada día que nos reunimos estoy más orgulloso
de todas y cada una de vosotras. Cedo la palabra a mi compañera, pero no podía
hacerlo sin antes recordaros lo valiente que sois y lo mucho que valéis.- todas
aplaudieron y algunas gritaban: “¡Gracias a ti!”
Me empecé a sentir incomoda. Aquella palabrería
melosa, aquel bálsamo de palabras,… Algo no iba bien en aquel sitio.
-¿Qué es esto?- susurré al Greñas que me hizo
callar para escuchar a la Etóloga, voy a quitar el “sexy” porque de ella se
sacaban dos como yo y sin ser mala hasta tres.
-¡¿Tenemos las riendas de nuestra vida?!- y
todas gritaron “¡Sí las tenemos!”-¡¿Nos queremos a nosotras mismas?!- y
nuevamente el grupo dice: “¡Sí nos queremos!”- ¡¿Vivimos el presente,
resolvemos nuestros problemas y somos iguales a los demás?!- a todo que Sí.-
¡¿Sabemos decir no?!- y lo mismo una y otra vez.
Lo primero que sentí fueron los escalofríos, después
el sudor seco que se pega al cuerpo como una película que aprieta y asfixia. Sentí
moverse a Amore inquieto entre mis piernas y mirarme intentando saber por qué
se aceleraba mi ritmo cardiaco y por qué olía a adrenalina.
-¿Qué te sucede, 1324?- el Greñas tenía el
mismo olfato que los galgos, huele el miedo, la ansiedad y en mi caso la ira y
la rabia que me invadía.
-No me gusta este lugar ni esta gente.-
respondí aceleradamente. Sentí a mi derecha la respiración profunda de la
Portes, estaba controlándose. No me soporta, pero ella a mí tampoco me cae bien
con ese aspecto machorro.
-¿Qué sientes?- la voz del Greñas era un leve
susurro, supongo que para no molestar al
grupo que continuaba hablando ajeno a nuestra poca disposición por atender a la
Etóloga.
-Furia, rabia, irá… tengo ganas de gritar.-
La Portes parece interesada en mis palabras porque me observó abiertamente.
Y entonces se hizo un silencio en mi cabeza. Había
una mujer menuda en pie hablando, el grupo la escuchaba atentamente y la más
cercana a ella la apretaba la mano dando aliento.
-…Era el hombre de mi vida. Era cariñoso,
atento y me sentía protegida a su lado, feliz muy feliz.- se limpia con la
palma de la mano una lágrima.- Y entonces una mañana me di cuenta que yo había
dejado de existir y a mi lado en la cama había un extraño. Ya no tenía familia,
ni amigos a los que acudir, los había separado de mi lado como alejó todo lo
que me interesaba, vivía escondida en mi casa. Tenía vergüenza de que vieran
mis moratones…. Yo me esforzaba cada día para no ser torpe, que la comida
tuviera la sal adecuada, sus camisas sin arrugas,… Pero había días que estaba
más distraída y me pasaba con la sal o se me olvidaba añadirla al guiso, días
donde la plancha se me pegaba y estropeaba su ropa. Era lo único que tenía que
hacer, cuidarle y lo hacía mal. Viví durante tres años una pesadilla, y se acabó
cuando una tarde de diciembre llegué a casa media hora más tarde que él y de la
paliza que recibí caí al suelo en coma.
Supongo que mi cuerpo se tenso y mi rostro
mostró la lividez de mi alma, porque la Porte se acercó y me tocó el brazo con
suavidad.
-Los animales maltratados se usan como
terapia para la violencia de género, es un proyecto pionero que por ahora tiene
buenos frutos. Son situaciones muy similares.
-¿Similares? Salvando las distancias.- ataqué
con rabia, la Portes se puso en guardia.
-Se reducen los niveles de estrés y aumenta
la autoestima.- continua hablando la Portes pero con pies de plomo.-Nuestros
galgos se sociabilizan y a través del amor y las caricias que reciben, confían en
el hombre de nuevo.
-¡No es lo mismo! -les grité.
La Portes miró al Greñas con una queja velada
por una mirada que no comprendí. Sé lo que estaba pensando, qué hace esta tía
aquí si no comparte nuestro trabajo, si cuestiona lo que hacemos. Yo no
cuestiono lo que hacen, me rebelo con las comparaciones.
Regresé de aquel polideportivo perdido de la
mano de Dios en autobús. Discutí con el Greñas en la puerta, mejor dicho, le
grité todo lo alto que me permitió mi garganta. No recuerdo nada de lo que
hablamos. Está todo borrado. Creo que me estoy volviendo loca. Sólo sé que anduve por un camino mal asfaltado hasta llegar a un
pueblecito y de allí un lugareño me oriento para llegar a la parada del autobús
dirección Madrid.
La locura es la salida lógica a un mundo sumido en el caos más despiadado y destructivo, ni el mismo Satán da credito a nuestra maldad.
La locura es la salida lógica a un mundo sumido en el caos más despiadado y destructivo, ni el mismo Satán da credito a nuestra maldad.