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Tormenta de Galgos. 5


Zenda. Asociación Galgo Español.

Quinta entrada de mi blog.

“A quién madruga Dios le ayuda” dice un refrán español, pero hay otro que anuncia: “No por mucho madrugar, amanece más temprano”. Pues a eso voy, yo sigo arrastrando la misma actitud de mujer desquiciada, y no por darme el madrugón del siglo he hallado consuelo en esta cabeza que se ha propuesto aniquilarme.
Enfilo por el camino de arena y pedruscos que lleva a la residencia cuando veo la furgoneta del Greñas abierta de par en par y a él atareado colocando trasportines, sacos de comida y lo que parece un táper de pollo.
-¿Qué tal 1324? No tenía todas conmigo…- dice desde dentro sin mirarme siquiera. Yo me aposto en la puerta sin preguntarle en que puedo ayudar. Mi postura y mi gesto vistos desde fueran son para darme una patada en el cielo de la boca y ver si con el golpe espabilo. - ¡Listo!
Se baja de un salto de la furgoneta y me sonríe. De la puerta del garaje de la residencia sale una rubia embutida en unos estrechos pantalones vaqueros y con un suéter ajustado marcando una prominente personalidad.
-Pues ya estamos todos. 1324 te presento a “face” y viceversa.- ella le mira sin comprender.- Face se encarga de las publicaciones de la asociación en las redes.- la situación es algo gélida, no sé si por mi posición distante o por lo que tarda la rubia en procesar que su nombre no me interesa y mantener una conversación con ella no entra en mis previstos para el día.
La sonrío entre dientes, más un gesto agresivo que conciliador, y ella me dedica una mirada de arriba abajo descarada y borde. Antes de decidir quién va en qué lugar, o junto al Greñas o en asiento de ventanilla, miro de reojo a la Rubia. No pienso llamarla face, no me gusta, para mi será la Rubia, me molesta que él la haya puesto nombre porque yo podría estar todo el día sin dirigirle la palabra o llamándola: “¡Eh tú!”, algo me dice que es lo que voy a hacer, no entiendo mi nuevo espíritu “toca pelotas”, pero siento cierta calma cuando me comporto con los demás… digámoslo puerilmente: como una niña mala. Cabrona.
La Rubia gana por goleada, está claro que sabe como meterse en el coche de un tío sin despeinarse, tiene una pinta de golfilla bajo esa apariencia de niña dulce, tan rubia con esos ojos tan azules y ese pecho tan de silicona. Sus poses estudiadas, los gestos de mujer desvalida que no puede abrir el tarro de judías en conserva sin el brazo regio y fuerte de un hombre, todo ella son años de estudio y dedicación a la caza de hombres atractivos para ser más que cualquier de las féminas que la rodean. Seguro que la hermana de esta es la nueva mujer de mi ex.
-Te he visto en varias ocasiones por la residencia.- ¡Joder! ¿Por qué me habla? ¿La he dicho yo que deseaba matar el tiempo cotorreando con una descerebrada? Encojo los hombros, espero que se aburra y dedique esa elocuencia al Greñas que no deja de bostezar.- Yo llevo cuatro años colaborando. Tiene su parte amarga pero es muy gratificante.-la frase hecha que se repite a todo el que quiera escuchar y yo paso.
Al cabo de un rato de soltar por la boca todo tipo de bagatelas con el vano intento de sacarme de mi mutismo, deja de pretender caerme bien y se pone a charlar con el único de los tres que tiene interés en ella. Me molesta que el Greñas sea amable con ella o le sonría.  No presté mucha atención de lo que se hablaba, saqué en  claro que no era el primer rescate en el que coincidían. Pero aquella mujer era incansable, incapaz de quedarse con una laguna de información y al cabo de la media hora de incesante parloteo, regresó al ataque.
-¿Cómo os conocisteis vosotros dos?- señaló a ambos con su perfecta manicura francesa.
-Del grupo del whatsapp de la asociación…- contesta el Greñas al segundo, yo le miré sorprendida de que no se acordara de mí. Una arpía pilla al vuelo un silencio prolongada o una mirada de sorpresa que se corrige al segundo, nada se escapa a sus sagaces antenas.
-Creo que 1324 no está de acuerdo.- el Greñas agachó la cabeza esquivando el cuerpo entrometido de la Rubia para dedicarme una mirada sorprendido.
-¿Nos conocemos de antes?-me limité a mirarle valorando si refrescarle la memoria, que le importaba a ella saber nada.- ¿Cuándo?
-Fresnedillas, un pueblo de Ávila.- él confirmó con un movimiento leve de cabeza, pero aquello no arrojaba ninguna luz.- Estabas montando una jaula con dos chicos, uno veterano en tales tareas y una alemana que no entendía ni papa español y no sabía por dónde se andaba.
-Ja, ja, ja. Directa al cuello. Lo recuerdo.- asintió divertido.- ¿Eres la chica del pueblo que nos llamo? ¡Joder, lo siento! Nos llaman de tantos sitios, vamos a tantos lugares.-negué, él no se dio ni cuenta pues tenía los ojos de nuevo en la carretera pero la Rubia no perdía ni ripia.
-Creo que vuelves a confundirte.-rio estúpidamente.
-Pues no recuerdo a nadie más…- pero sus engranajes se pusieron en movimiento, sus ojos se abrieron como platos y su boca se dislocó en una mueca de incredulidad.- Eres…
-¿Quién es?- interrogó la Rubia.
-Soy la tía que te dijo que en el mundo había cosas mucho peores que ver a un galgo con un boquete en la nalga trasera por un tiro mal direccionado. –la Rubia me miró horrorizada, le faltó gritar: “¡Blasfemia!” sacar el crucifijo y el agua bendita. En lugar de eso abrió la boca y soltó la primera sandez que paso por su cerebro desconectado.
-¿Qué coño estás haciendo tú aquí?
-Ayudar.
-¿Pero piensas que se merecen lo que les sucede…?
-En qué momento de nuestra conversación he dicho tal cosa.
-Dijiste que había cosas peores que ver un galgo moribundo por un disparo de un capullo. Te sirvo lealmente y cuando me rompo una pata, pierdo una presa o me hago lento, me gratificas con una soga, una bala…
-Sorprendida me quedo que en tu vocabulario tengas la palabra “gratificante” y no “arreas”.- la Rubia se quedó descolocada.
-Sus buenas razones tendrá para decir eso.- intentó mediar el Greñas pero ella estaba encendida, creo que había encontrado una forma de echarme de la furgoneta en marcha que justificara su acto vandálico.
-Con este tipo de gente nos encontramos todos los días, personas que miran hacia otro lado, que no levantan un dedo ante el sufrimiento de unos seres puros y nobles. – y esa bilis que mantenía a duras penas bajo raya en la boca del estómago explotó.
-Tú eres de las que mira el telediario y se recrea en la imagen del bebe que yace ahogado en la orilla de la playa, la que no pestañea ante la foto de un niño ensangrentado esperando su turno ante la tienda de campaña de la Cruz Roja, tú eres la que no firma la hoja que le tiende un colaborar de Unicef porque para eso está el Gobierno.- tomé aliento no porque me hiciese falta sino porque estaba a pocos segundos de partirle aquellos labios rojos carmesí.- ¿Qué diferencia hay entre el galguero que mata a su perro leal y el ser humano indiferente ante el dolor de los niños? Consumes petróleo, llevas diamantes y seguro comes chocolate.- ella me miró como si hubiese perdido el juicio, de qué coño la estaba hablando.- Yo estoy sentada aquí para ayudar,  ¿has ido tú alguna vez a tierra hostil?
Hubo duda en su mirada, estaba segura que deseaba decirme: “Tantas como tú”. Esperaba aquella respuesta y mi sonrisa cínica me delató, pero la Rubia fue salvada por la voz del Greñas: “Hemos llegado chicas, calmemos los ánimos.”

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