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Amore. Asociación Galgo Español. |
Undécima entrada a
mi blog.
Uno leyendo mi blog todas las mañana puede
llegar a pensar que soy patética, solo hablo de mis paranoias, de perros con problemas,
de una Rubia que me cae como una patada en el culo y de un tío al que no sé cómo
definir, bueno sí, un muchacho mono que me gusta porque la Rubia tiene interés
en él. Cómo reza la frase: “Ni jode ni deja joder”
Tengo unos padres, preocupados por mí, y con
toda la razón. Pero es que fuera de esto no hay mucho más.
Desayuno sin ganas leyendo la última entrada
en el facebook de la Rubia: “¿Cómo actuar en caso de escapismo?”. El primer párrafo
me engancha y no puedo dejar de leer, esto no lo ha escrito la descerebrada esa,
es alguien con una sensibilidad especial en esta raza, alguien que entiende al
ser miedoso que correr para poner kilómetros de por miedo, alguien que sabe que
no ataca como defensa cuando la situación se vuelve insostenible. Es un breve artículo que aconseja no soltar
jamás al galgo mientras supera los miedos, mientras se adapta a su nueva familia.
Esto no lo ha escrito esa Barbie de carne y hueso que se preocupa de su
vestimenta en una residencia canina poniéndose ropa provocadora e inapropiada,
que lleva zapatos de plataforma en un pista de arena y barro los días de
lluvia, llena de socavones y zarzas, que retoca sus labios con barra de labios
carmesí cada pocas horas y atusa su pelo cada segundo para dejarlo caer sobre
el hombro derecho dejando a la vista su perfil izquierdo, supongo el más
favorecedor. Ella es superficial y esto es profunda.
Y no puedo dejarlo estar. Friego mi taza de
café y mi plato con los restos de migas de una tostada de pan y aceite. Pero no
puedo, necesito desenmascarar a esa impostora, quiero saber quién le ha escrito
el texto, quién se oculta en las sombras, quién tiene interés en que esta Rubia
de silicona parezca lista. ¡Joder!
*Me sorprende gratamente el texto que se
publica en la página de la asociación esta mañana. Mi más sincera enhorabuena.
¿Quién lo ha escrito?
Mensajito en el grupo. Doy por hecho que la
descerebrada no lo ha escrito, no tiene neuronas suficientes para ello, y lo sé
y sabe que lo sé. Felicito al anónimo, nadie es inmune a los halagos y más en
público, nos gusta que nos reconozcan nuestros logros si no, no perteneceríamos
a los grupos; la pirámide de Maslow, aunque la Rubia esta por la base todavía,
¡pobre criatura! Disfruto imaginándola leyendo mis cuatro palabritas y dándose
cuenta que sé que ella no lo ha escrito, la llamo lerda entre líneas, no creo
que sea capaz de entender mi mensaje subliminal.
Van leyendo mi mensajes uno a uno los
veintiocho o treinta que somos, la primera la Rubia, debe llevar el móvil en el
sostén, ¿cómo no lo perderá?, el segundo el Greñas, el resto no tienen nombre,
no son importantes, no me interesan. Nadie dice nada. Me hierve la sangre, no
me gusta que me ignoren y en este grupo ya es un deporte pasar de mí. Al cabo
de la media hora y de rumiar mi mala leche, vibra el diabólico aparato. El
Greñas pone una carita con los ojos mirando al techo, ¿qué puñetas quiere decir
con este emoticono bobalicón?
La Rubia estará limando sus uñas francesas,
hoy gana ella este asalto. Rubia 1, gilipollas cero. El intercambio de mensajes
se reactiva en el grupo tras el punto y final del Greñas sobre mi comentario
mordaz. Y ahora, ¿qué hago el resto del día?
Y no me siento conforme con el desenlace de
la publicación del facebook. No puedo quedar por debajo. Regreso a mi portátil y
copio un breve fragmento del texto y lo pego en el Google, y ahí está mi “negro”.
Es un blog de un etólogo al servicio de
los galgos. Voy leyendo por encima, son muchas publicaciones pero no se puede
negar que aquí está la mano que ha escrito el artículo de esta mañana. No tengo
su nombre sólo unas iniciales: G.M.
El grupo no deja de cotorrear sobre la
llegada del invierno, recoger mantas y toallas, bla, bla… Y entre tanto ir y
venir de trapos pongo ufana mi
descubrimiento.
*G.M., escribió el artículo de esta mañana.
Sencillo, pero en realidad está diciendo: “Panda
de gilipollas encontré al escritor.”. Uno a uno lo ven, y regresa el silencio. La
primera la Rubia seguido del Greñas y luego el resto. Ya nadie habla de mantas
ni toallas ni cojines. Creo que han abierto un nuevo grupo donde me han excluido,
y me enciendo, no puede ganar la Rubia por segunda vez en el día. Les imagino riéndose de mi niñería. Me
arrepiento, me siento ignorada, humillada con el silencio prolongado de todos
ellos, no por intentar aplastar a la Barbie, ella me la trae al pairo. Han
creado otro grupo para criticarme, me castigo con esta idea. Y entonces vibra
mi móvil, es el Greñas que pone un montón de manitas aplaudiendo. Pero ya no me
reconforta saber que soy más lista que la Rubia. Borro el historial de todas
las conversaciones del chat para evitar ver mi escrutinio público. Rubia dos,
yo cero.
Mi móvil vibra y lo abro inmediatamente,
quizá el Greñas salve esta mañana de mierda con algún rescate o yo que sé qué.
Pero no, es la Rubia que cuelga una foto del
pie de página del calamitoso artículo, para mí, claro. Y amplió la imagen
porque esta lagarta no se va a quedar sin la estocada final, necesita rematarme
el día y lo presiento. En la esquina derecha en una letra legible pero diminuta
leo: “Texto: G.M.”
*Tienes que aprender a leer hasta el final.
La Rubia sabe como clavar la espada. Será hija
de puta. Pues escucha Rubita: la venganza es un plato que se sirve frío.
No hay más comentarios, ni siquiera el Greñas
pone un emoticono ridículo para suavizar la tensión del momento. Yo pondría un
dedo corazón con un espasmo pero eso sería terminar la partida con Rubia
cuatro, yo cero patatero. Hoy lo dejo como está.
Aprended como uno mismo se cava su propia
tumba y se mete en ella.