“Era un lugar estrecho y oscuro. Alfa y yo estábamos
tan juntos que apenas podía mover mi pierna derecha y la izquierda rozaba un
tablón de madera áspera y astillosa; sentía en mis pies una presencia que no
era el corpachón peludo de mi compañero de tan extraño viaje. Esa presencia se
movía nerviosa y cuando se escucharon las primeras voces escuché como tomaba
aliento y empujaba con suavidad una puerta de madera. Entonces cuando la luz
penetró por la pequeña ranura pude ver donde estábamos, era un armario. Aquella
luz algo mortecina, me cegó por unos minutos pero una vez que mis ojos se
acostumbraron a la nueva penumbra pude descubrir un gran salón donde se
extendía una gran mesa y a su alrededor se iban sentando unos hombres embrutecidos
y vestidos con restos de pieles, suponía que de lobos, que no dejaban de
gritarse los unos a los otros, estaba claro que era una asamblea de cazadores. Encabezando
la mesa estaba aquel que siempre pensé que era mi padre y junto a él mi
inconfundible hermano.
-Entre los muchachos que hay atados en el
granero, uno de ellos es un hombre lobo y necesito averiguar cuál.-los hombres
se miraron los unos a los otros. Mi padre no me caía nada bien, no comprendía
como mi madre, tan dulce y cariñosa, pudo estar casado con tal ser.
-¿Cómo estás tan seguro que es uno de ellos?-
mi padre se puso en pie y se movió alrededor de la mesa.
-Me lo dice esta.- se abrió la especie de
abrigo que llevaba y mostró una cicatriz que cubría su pecho, en su día debió
ser una horrible herida.
-¿Cómo descubriremos cuál de ellos es? No
podemos torturar a uno de los nuestros. Si tuviesen alguna marca o mostrándoles
algún elemento se revelase su verdadera naturaleza, que fácil resultaría.- dijo uno de ellos.
-Estoy rodeado de cobardes. Macqueen quiere
resultados, y se los vamos a dar. - dio un golpe sobre la mesa partiendo el tablero
en dos.- Si tenéis escrúpulos para hacer el trabajo, no vengáis luego con el
rabo entre las piernas cuando salgan de sus escondrijos y se lleven a vuestras
familias.
-¡Padre! Hace años que…- una bofetada cruzó
el rostro de mi hermano. Yo me sobrecogí como la figura que tenía ante mis
piernas. Ella ahogó un grito entre sus manos y yo en las mangas de mi sudadera.
-¡Marchaos y pensad en como vais a obrar
antes del anochecer!-todos abandonaron la sala. Mi padre se quedó en pie
observando hasta que el último de sus hombres salió cerrando tras de sí. Una puerta
se abrió a las espaldas de mi padre y la figura envejecida de Macqueen entro cojeando.
-La gente olvida fácilmente.- se sentó en la
silla donde minutos antes estuvo mi padre.
-Hace años que los hombres lobos se están convirtiendo
en una leyenda.
-Pues no podemos permitir que sigan viviendo
en las sombras. Quiero que hasta el último de ellos desaparezca de la faz de la
tierra.- seguía destilando odio a pesar de los años vividos. – Tenemos que
hacer algo.
-Solo se me ocurre una cosa.- los ojos de mi
padre brillaron y una risa aterradora salió de su garganta.- Revivamos el
pasado.
-¿Matando a esos niñatos del granero?
-Podemos provocarles para que ataquen como lo
hicieron la primera vez.
-En aquel tiempo todo era más sencillo, ahora
se esconden y recelan de los extraños, muchos de los nuestros son sus
sirvientes… No es tan sencillo.- meneó la cabeza pesaroso.
-Pues hagámoslo nosotros y echémosles las
culpas a ellos.- aquello pareció disgustar a Macqueen pero su semblante fue
cambiando a medida que la idea germinaba en su cabeza.
-Creo que podría funcionar, pero lo haremos
nosotros, no confió en nadie más.- ambos hombres estrecharon sus manos y
salieron del salón entre risas.
“Estábamos recuperándonos de lo escuchado
cuando la puerta del armario se abrió de golpe y una mano grande cubierta de heridas
cogió del brazo al ser que continuaba acurrucado en el suelo a mis pies.
-Si padre te hubiese visto como lo hice yo,
andarías muy mal parada en estos momentos. - mi hermano con su ceño fruncido y
sus cabellos revueltos sermoneaba tal y como me hacía a mí a la adolescente de
largas trenzas morenas y ojos azules, una versión más bella de mi misma.
-Van a atacar a la aldea y echaran la culpa a
los hombres lobo.
-No digas tonterías, ¿por qué iban a atacarse
a sí mismos? Debilitaría nuestras fuerzas, tenemos que estar preparados, padre
dice que se preparan para atacarnos.
-Lleva diciendo eso años, y los hombre lobos no
dan señales de vida. Seguís preparándoos para una batalla que no llega, acumulando
armas y…
-No cuestiones lo que no entiendes. El señor
Macqueen perdió a su mujer a manos de los lobos y su rostro fue desfigurado por
uno de ellos, incluso cuentan que el hijo que iba a nace fue devorado por uno
de ellos. Ese hombre busca venganza, y yo haría lo mismo si me hubieran privado
de mi familia.
-Y… ¿qué hizo él a los licántropos? Atacó a
una familia matando a sus hijos delante de sus padres. Fue el primero que tiñó
sus manos de sangre inocente.
-¿Sigues escuchando a los lobos por la noche?
Te llenan la cabeza de ideas absurdas.
-¿Quién son esos chicos de los que hablabais?
-No lo sé, los trajo padre una noche, están
atados en el granero del castillo del señor Macqueen. Parece ser que los
encontraron por el bosque deambulando, ninguno aclara que hacían allí, piensan
que están en la iniciación para ser hombre lobo.
-Es el paso a la adolescencia.
-Te crees muy lista.- salió de allí con ella
arrastras.
“Alfa creo que sigo sin conocerte pero te
siento y te escucho.- acaricié ese pelaje suave y he de confesar que cada
segundo que paso junto a él siento una conexión más fuerte.