“Caímos sobre un montón de alpacas de heno en
un gran pajar. Se escuchaban unas ovejas a lo lejos y el parloteo de unas
gallinas que picoteaban el suelo mientras engullían los granos de trigo que una
niña de largas trenzas negras les lanzaba al aire. Un muchacho se acercó con
grandes cubos de agua y al pasar la empujó entre risas.
-Te he dicho que no las tires al aire, las
lanzas al tejadillo y luego padre te regaña.- ella le miró con unos grandes
ojos azules, tan azules que parecían plateados.
“Sonrió al muchacho y dejó caer los puñados
que tenía en la mano al suelo, las gallinas se amontonaron sobre los
montoncitos empujándose las unas a las otras y picoteándose la cabeza.
-No me gusta cuando se pegan.- señaló con
tristeza. El muchacho se acercó y del bolsillo de su delantal sacó un puñado
que esparció por el suelo, las gallinas se separaron pero correteaban nerviosas
mirando de reojo lo que iban comiendo las otras.- Anoche aullaron los lobos.
Eran dos, estaban asustados, me parece que eran hermanos porque se notaba
cariño entre ellos y miedo a que uno de los dos no superase la prueba.
-Cuando dices esas cosas pareces una loca. Procura
que nadie más te escuche. Dos lobos aullando, ¡pues vaya cosa!- cogió otro
puñado de trigo y se lo lanzó con cuidado a las gallinas.- Son todo
imaginaciones tuyas. Estarías dormida y los soñaste.
-Estaba dormida pero me despertaron, era como
si sus voces me llamasen sin decir mi nombre, me atraían. Entiendo lo que
dicen.-no gesticulaba cuando hablaba con la mirada fija en las gallinas se
notaba en ella cierta frustración ante la negativa del muchacho por creer lo
que muchas veces ya le había confesado.- Tienen tu misma edad, once años, y
debían atravesar el bosque y llegar a una cabaña donde les esperaba el alfa de
la manada, que es a la vez su padre.
-Juegan con ventaja.-dijo a modo de mofa.
-¿Tienes tú un favor especial por ser padre quién
es?- el muchacho a modo de respuesta la dio un golpe en la cabeza.
-No puedes decir a nadie lo que hago los días
de descanso con padre, no debí contártelo, si padre se entera habré roto mi
juramento. Ser cazador de hombres lobos es algo muy serio. Los hombres lobos
escuchan tras los árboles y si saben que somos cazadores, vendrán una noche y
nos mataran pero no lo harán delicadamente, nos despellejarán vivos y hervirán nuestras
carnes en grandes calderos hasta que muramos entre gritos y suplicas.- ella
pareció asustarse y él la abrazó con cariño.- ¿Consiguieron llegar a la cabaña?
-Sí.- se separó delicadamente de su hermano y
le miró a los ojos.- Pero hicieron trampa, tenían que ir cada uno por su cuenta
pero ellos se ayudaron mutuamente. Unos metros antes de llegar se separaron y
cada uno tomo un camino para que nadie sospechase.
-No seré yo quien se lo diga.- ella sonrió
conforme.
-Hubo algo…
-¿Qué?- sacudió a la niña que pareció caer en
un sueño.
-Cuando todo terminó y escuché sus risas y
sus festejos, me entró una alegría tan grande como la de ellos, como si yo
misma hubiese cruzado el aterrador bosque en noche de luna nueva, y me puse a reír
y saltar en mi cama e incluso los felicité en bajito para no despertar a nadie…
y entonces…
-Entonces ¿qué?
-Me preguntaron que quién era yo.- el
muchacho miró con asombro a la niña, luego la zarandeó.
-Estabas dormida o me tomas el pelo.- el vozarrón
de un hombre sobresalto el cuerpo de la niña y ambos sin perder tiempo salieron
al encuentro de quien les llamaba.
“Me parece Alfa que esa niña de grandes
trenzas soy yo. Y ese niño al que no he alcanzado a ver la cara es mi hermano,
tampoco puedo asegurar que lo sea, aunque muchos de sus gestos me eran
familiares. Y acabas de pasar junto con Beta la prueba de la adolescencia en
esta vida. Aquí nuestra sintonía es mucho mayor. Los ojos oscuros de aquel
maravilloso lobo me miraron y una profunda corriente me inundo. “Déjate llevar”
escuché en mi cabeza y desaparecimos en la oscuridad.