-Se vivía por aquel entonces un periodo de
paz. No había hombre lobos en Escocia, tanta tranquilidad no era buena para un
joven que había sido educado para ser el mejor cazador, y lo era con mucha
diferencia.-con mis primera palabras nos vimos sumergidos en una gran sala de
cine donde se proyectaba nuestra primera vida.- La jovencisima señora Macqueen
era todo menos feliz. Vivía encerrada en una enorme casa con un marido colérico
y cruel. Lo suyo fue como muchos otros un matrimonio conveniencia, conveniencia
para su padre que se arruinaba y ofreció a su hija al mejor postor sin atender
a sus sentimientos. El joven Macqueen se antojó de ella porque todos los
hombres de la comarca la deseaban y aunque nunca la había visto, su vida se
limitaba a competir y ganar, quitarle a los demás lo que tenían y demostrar
continuamente que por encima de él ni los dioses. Resultó que la muchacha era
hermosa, y entendía que todos la ansiaran y que le envidiases cuando caminaba
camino del convite nupcial cogido de su brazo. Ya era una de sus muchas
posesiones y su interés por la muchacha se desvaneció. Era un bonito elemento
decorativo para que todos admirasen al llegar a su casa y envidiasen la suerte
que tenía por tan hermosa esposa. Pero…
que similitud tan grande con el cuento de la Bella y la Bestia, es cierto que
Bella jamás se casó con el palurdo del pueblo y si con la Bestia, todo son migas
de pan que alguien se molestó mucho en dejar escritas. ¿Por dónde iba? El joven
Macqueen se aburría mucho con una vida para él demasiado hogareña y comenzó a
viajar, primero por toda Inglaterra y luego dio el salto a Europa, empezando
por Francia. Allí si había hombres lobos y puso en práctica todas sus
enseñanzas, descubriendo su lado más oscuro, del que sacaba un placer enfermizo
que fue tan necesario con el aire para sobrevivir. La adrenalina que recorría
sus venas con la cacería, el ver a un ser, en principio superior a ellos, caer
en sus trampas y morir en sus manos, era lo que necesitaba su monótona vida. Pero
con el tercer hombre lobo que asesinó se sintió vacío, perdía la emoción; los vítores
de sus hombres y las palmadas en el hombro diciendo lo grande y valeroso que
era no tenían el efecto que su inflado narcisismo esperaba, no alimentaba su
ego. Y todo lo causaban los ojos de los hombres lobos, oscuros y retadores,
todo menos asustados, no suplicaban, no se rendían a sus pies, no le temían ni siquiera
cuando les rebanaba el cuello con su largo cuchillo. Se obsesionó con sacar un gemido de ellos. Los
torturó, de mil formas diferentes, sin extraer de sus labios ni un suspiro. Su carácter
empeoró, sus hombres lo temían, y su esposa no soportaba su compañía ni su
brutalidad, se fue apagando cual vela consumida por la llama colérica de su
esposo.
“El nacimiento de su primer hijo no trajo la
felicidad deseada. Él vio un descendiente que siguiera sus pasos y ella una
copia de su padre.- hundí los dedos en el pelaje de Alfa.- Un día viendo a su
mujer mecer a su hijo, se le antojó que tanta muestra de cariño, tanto beso y
caricia, harían un muchacho débil y afeminado. Se acercó y se lo arrancó de los
brazos. La criatura se despertó y lloró desolado ante el forcejeó que mantenían
su madre para recuperar a su bebe y protegerle de un hombre con mirada fría y expresión
de rabia. Y entonces observó en el rostro de su esposa desesperación, dolor y
sufrimiento, de sus labios brotaron suplicas para que le devolviese a su hijo y
comprendió lo que debía hacer con aquellas bestias para conquistar esa ansiada
súplica.
“Dejó de perseguir a los hombres lobos, hizo
creer que había perdido el interés en ellos y regresó a Escocia. Apostó en las
sombras espías que le informasen de una manada. Fue sencillo encontrar a los
primeros. Vivian apartados a las afueras de un profundo bosque. Regresó a Francia
y se ocultó en las sombras. Descubrió que a la edad de los once años tenían un
ritual donde eran abandonados a la entrada del bosque y ellos tenían que cruzar
el interior sin más equipaje que la ropa puesta, debían sobrevivir con su
ingenio y con la ayuda de sus manos. Era un viaje de dos días siempre y cuando
no se perdieran en las profundidades. Tenían que alcanzar una cabaña donde les
esperaba el alfa de la manada. –una cabaña se mostró ante ellos y unos padres
amorosos despedían a sus dos hijos.- Curiosa la similitud con Hansel y Gretel. Superada
la prueba entraban en lo que conocéis como la adolescencia. Podemos decir que
nunca llegaron nuestro Hansel y nuestra Gretel, él les interceptó. Luego atrapó
a los padres y se los llevó lejos de allí. Aquello no resultó como él esperaba,
los niños murieron ante la mirada desolada de su madre y los ojos fieros y
letales de su padre trasformado en lobo. Lo que Macqueen no conocía todavía es
que un lobo tiene miles de ojos que ven a través de los suyos.
“Los hombres lobos no llegaron a tiempo de
salvar a los padres de los niños, el pellejo del lobo colgaba de un estandarte
junto al emblema de los Macqueen, colocado allí para que todos los vieran y los
interesados recibieran el mensaje. No había obtenido la suplica esperada, y los
cuerpos sin vida de la madre y los hijos yacía en una fosa a un lado del
camino. Les persiguieron durante la noche y casi rozando el alba dieron alcance
a la cuadrilla que regresaba a casa no del todo satisfecha del resultado final.
“Los hombres lobos aguardaron en un paso
entre dos grandes rocas donde el camino se estrechaba sin dejar posible
escapatoria; ningún cazador esperaba tal emboscada y las armas guardadas en sus
fundas se encontraron al día siguiente por los lugareños que pasaban por el
paso camino de los campos de labranza. Encontraron los restos de dos cazadores
ocultos entre las alpacas de heno que se acumulaban en un campo de cebada, otros
dos sin cabeza bajo los troncos de los árboles arrancados con raíces profundas del
camino, y uno vivo, que murió a los escasos minutos farfullando: “Los lobos” o
algo parecido, tras una de las grandes rocas. Dicen que la tierra estaba cubierta
de un tono rojizo que tardó un año en desaparecer, dicen que las aves huyeron
del lugar asustadas de los rugidos y aullidos y no regresaron jamás, dicen que
desde entonces aquellos lugareños que no sabían de la existencia del hombre
lobo, temen al lobo y lo cazan sin cuartel de uno en uno, pues no saber dónde
meterse cuando bajen de las montañas y los ataquen sin piedad. Para que los
niños temiesen al fiero lobo, las madres se inventaron un maravilloso cuento de
tres cerditos que no encontraron refugio ni en la casa de paja, ni en la cabaña
de leña y con el tiempo la casa de piedra fue un lugar seguro, aunque sabemos
que aquella mañana la roca no detuvo la venganza del hombre lobo.
“Todos fallecieron menos Macqueen que le
dieron por muerto cuando uno de ellos de un zarpazo le surcó el rostro con sus
cuatro enormes zarpas y cayó al rio inconsciente. Con el olor de los cazadores
en sus hocicos, siguieron el rastro hasta llegar a una aldea en Escocia y
arrasaron con los hijos y las mujeres de
todos ellos. De ese día viene el
recuerdo de los sanguinarios que sois cuando yo no estoy cerca, se distorsionó
la historia y se cambio la fecha.- Alfa me miró abatido.