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Capítulo 56




-Se vivía por aquel entonces un periodo de paz. No había hombre lobos en Escocia, tanta tranquilidad no era buena para un joven que había sido educado para ser el mejor cazador, y lo era con mucha diferencia.-con mis primera palabras nos vimos sumergidos en una gran sala de cine donde se proyectaba nuestra primera vida.- La jovencisima señora Macqueen era todo menos feliz. Vivía encerrada en una enorme casa con un marido colérico y cruel. Lo suyo fue como muchos otros un matrimonio conveniencia, conveniencia para su padre que se arruinaba y ofreció a su hija al mejor postor sin atender a sus sentimientos. El joven Macqueen se antojó de ella porque todos los hombres de la comarca la deseaban y aunque nunca la había visto, su vida se limitaba a competir y ganar, quitarle a los demás lo que tenían y demostrar continuamente que por encima de él ni los dioses. Resultó que la muchacha era hermosa, y entendía que todos la ansiaran y que le envidiases cuando caminaba camino del convite nupcial cogido de su brazo. Ya era una de sus muchas posesiones y su interés por la muchacha se desvaneció. Era un bonito elemento decorativo para que todos admirasen al llegar a su casa y envidiasen la suerte que tenía por tan hermosa esposa.  Pero… que similitud tan grande con el cuento de la Bella y la Bestia, es cierto que Bella jamás se casó con el palurdo del pueblo y si con la Bestia, todo son migas de pan que alguien se molestó mucho en dejar escritas. ¿Por dónde iba? El joven Macqueen se aburría mucho con una vida para él demasiado hogareña y comenzó a viajar, primero por toda Inglaterra y luego dio el salto a Europa, empezando por Francia. Allí si había hombres lobos y puso en práctica todas sus enseñanzas, descubriendo su lado más oscuro, del que sacaba un placer enfermizo que fue tan necesario con el aire para sobrevivir. La adrenalina que recorría sus venas con la cacería, el ver a un ser, en principio superior a ellos, caer en sus trampas y morir en sus manos, era lo que necesitaba su monótona vida. Pero con el tercer hombre lobo que asesinó se sintió vacío, perdía la emoción; los vítores de sus hombres y las palmadas en el hombro diciendo lo grande y valeroso que era no tenían el efecto que su inflado narcisismo esperaba, no alimentaba su ego. Y todo lo causaban los ojos de los hombres lobos, oscuros y retadores, todo menos asustados, no suplicaban, no se rendían a sus pies, no le temían ni siquiera cuando les rebanaba el cuello con su largo cuchillo.  Se obsesionó con sacar un gemido de ellos. Los torturó, de mil formas diferentes, sin extraer de sus labios ni un suspiro. Su carácter empeoró, sus hombres lo temían, y su esposa no soportaba su compañía ni su brutalidad, se fue apagando cual vela consumida por la llama colérica de su esposo.
“El nacimiento de su primer hijo no trajo la felicidad deseada. Él vio un descendiente que siguiera sus pasos y ella una copia de su padre.- hundí los dedos en el pelaje de Alfa.- Un día viendo a su mujer mecer a su hijo, se le antojó que tanta muestra de cariño, tanto beso y caricia, harían un muchacho débil y afeminado. Se acercó y se lo arrancó de los brazos. La criatura se despertó y lloró desolado ante el forcejeó que mantenían su madre para recuperar a su bebe y protegerle de un hombre con mirada fría y expresión de rabia. Y entonces observó en el rostro de su esposa desesperación, dolor y sufrimiento, de sus labios brotaron suplicas para que le devolviese a su hijo y comprendió lo que debía hacer con aquellas bestias para conquistar esa ansiada súplica.
“Dejó de perseguir a los hombres lobos, hizo creer que había perdido el interés en ellos y regresó a Escocia. Apostó en las sombras espías que le informasen de una manada. Fue sencillo encontrar a los primeros. Vivian apartados a las afueras de un profundo bosque. Regresó a Francia y se ocultó en las sombras. Descubrió que a la edad de los once años tenían un ritual donde eran abandonados a la entrada del bosque y ellos tenían que cruzar el interior sin más equipaje que la ropa puesta, debían sobrevivir con su ingenio y con la ayuda de sus manos. Era un viaje de dos días siempre y cuando no se perdieran en las profundidades. Tenían que alcanzar una cabaña donde les esperaba el alfa de la manada. –una cabaña se mostró ante ellos y unos padres amorosos despedían a sus dos hijos.- Curiosa la similitud con Hansel y Gretel. Superada la prueba entraban en lo que conocéis como la adolescencia. Podemos decir que nunca llegaron nuestro Hansel y nuestra Gretel, él les interceptó. Luego atrapó a los padres y se los llevó lejos de allí. Aquello no resultó como él esperaba, los niños murieron ante la mirada desolada de su madre y los ojos fieros y letales de su padre trasformado en lobo. Lo que Macqueen no conocía todavía es que un lobo tiene miles de ojos que ven a través de los suyos.
“Los hombres lobos no llegaron a tiempo de salvar a los padres de los niños, el pellejo del lobo colgaba de un estandarte junto al emblema de los Macqueen, colocado allí para que todos los vieran y los interesados recibieran el mensaje. No había obtenido la suplica esperada, y los cuerpos sin vida de la madre y los hijos yacía en una fosa a un lado del camino. Les persiguieron durante la noche y casi rozando el alba dieron alcance a la cuadrilla que regresaba a casa no del todo satisfecha del resultado final.
“Los hombres lobos aguardaron en un paso entre dos grandes rocas donde el camino se estrechaba sin dejar posible escapatoria; ningún cazador esperaba tal emboscada y las armas guardadas en sus fundas se encontraron al día siguiente por los lugareños que pasaban por el paso camino de los campos de labranza. Encontraron los restos de dos cazadores ocultos entre las alpacas de heno que se acumulaban en un campo de cebada, otros dos sin cabeza bajo los troncos de los árboles arrancados con raíces profundas del camino, y uno vivo, que murió a los escasos minutos farfullando: “Los lobos” o algo parecido, tras una de las grandes rocas. Dicen que la tierra estaba cubierta de un tono rojizo que tardó un año en desaparecer, dicen que las aves huyeron del lugar asustadas de los rugidos y aullidos y no regresaron jamás, dicen que desde entonces aquellos lugareños que no sabían de la existencia del hombre lobo, temen al lobo y lo cazan sin cuartel de uno en uno, pues no saber dónde meterse cuando bajen de las montañas y los ataquen sin piedad. Para que los niños temiesen al fiero lobo, las madres se inventaron un maravilloso cuento de tres cerditos que no encontraron refugio ni en la casa de paja, ni en la cabaña de leña y con el tiempo la casa de piedra fue un lugar seguro, aunque sabemos que aquella mañana la roca no detuvo la venganza del hombre lobo.  
“Todos fallecieron menos Macqueen que le dieron por muerto cuando uno de ellos de un zarpazo le surcó el rostro con sus cuatro enormes zarpas y cayó al rio inconsciente. Con el olor de los cazadores en sus hocicos, siguieron el rastro hasta llegar a una aldea en Escocia y arrasaron con los hijos  y las mujeres de todos ellos.  De ese día viene el recuerdo de los sanguinarios que sois cuando yo no estoy cerca, se distorsionó la historia y se cambio la fecha.- Alfa me miró abatido.

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