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Capítulo 54




Tenía mis pies bajo el enorme cuerpo de López, su cercanía me daba tranquilidad y seguridad, necesitaba sobre todo seguridad pues lo que ahora me parecía una certeza, veinte minutos después era un absurdo y tenía otro punto de vista más acertado. Me hubiera gustado ser la hija de un licántropo y una cazadora, pero era la hija ilegitima de un cazador cuya esposa huyó con un licántropo para salvarle la vida. No oí la puerta ni los pasos que se acercaron por mi espalda, no así López que se enderezó avisándome de la entrada de alguien.
-Venía para ver cómo te encontrabas.- Mike estaba envejecido, como si todas las vidas recordadas en las últimas horas hubieran caído sobre él de golpe.
-Creía que era la hija de uno de vosotros y soy una cazadora… - me miraba fijamente, su mirada no delataba su estado de ánimo.
-Sin tener en cuenta que los licántropos no podemos tener descendencia con las humanas, nosotros conocemos a los nuestros nada más verlos.- no deseaba hablar ni de aquello ni de nada.- ¿Qué te contó lo que para todos los efectos hasta ahora es tu padre?
-No hablamos, solo viaje por sus recuerdos, aunque estaban desordenados y eran muy repetitivos. Siempre hizo lo mismo una y otra vez. Nacía, le educaban para cazaros y moría en vuestras manos. Menos en la última.- Mike se incorporó ligeramente.- Según parece llevaban años sin tener la certeza de si estabais extinguidos o bien escondidos cuando el famoso Macqueen, le hizo seguir un murmullo que hablaba de un licántropo. Aquel rumor resultó ser el famoso biznieto, fue sencillo engañarle y atraparle. Le trasladaron a Escocia y él se desentendió de toda la historia. Supo meses más tarde que había escapado pero no llegó muy lejos, un tiempo después fue asesinado y él no tomó parte pero su nombre corrió de boca en boca como el captor. Piensa que su nombre salió a la luz por el mismísimo Macqueen, fue la cabeza de turco que usaron para que el viejo se desquitara y se olvidase de venganzas absurdas con los cazadores del norte.- me recosté y cerré los ojos.- Si todos los licántropos del mundo os unieseis acabaríais sin ningún problema con ellos, saben que sus fuerzas están mermadas pero su ventaja es vuestra fragmentación.
-Nunca eliminaría toda una raza.- su mirada se perdió en la de López que le vigilaba.- He perdido a López.
-Creo que sí.- acaricie con la planta del pie su lomo cálido y suave.- El licántropo momificado atrapó a mi padre, hizo creer a todo el mundo que huyó con el rabo entre las piernas cuando se enfrentó a dos de los vuestros. Le tuvo preso durante tres largos años. Le usó como cobaya. Un cazador convertido en hombre lobo…
-Escuché tales experimentos pero juro que siempre pensé que no eran más que teorías.- se frotó la frente agotado.- Aunque visto lo visto, lo logró.
-Fue dolorosos, tres años de tortura científica. Pero lo logró y también le dio la llave de la liberación. Una mañana tenía la puerta de su celda abierta y todo el pasillo hasta el exterior despejado.- bebí un trago de agua para soportar la bola que se formaba en mi garganta.- No fue mucho más fácil para él llegar como el hijo prodigo al mundo de los cazadores. Les contó lo sucedido y fue tratado como un enemigo, encarcelado y torturado por sus amigos, hasta que Macqueen vio lo valioso que podían resultarles sus nuevos dones. Él os reconocía, os escuchaba.
-Ese viejo loco nos expuso por venganza. -meneó la cabeza con rabia.- Cuando yo me acercó a uno de los míos, escucho sus pensamientos, veo fragmentos de su vida y puedo si lo deseo descubrir sus secretos.  Tu padre solo necesitaba acercarse a unos de nosotros para saber dónde se escondía su manada.
-Mi padre sufría con cada trasformación, solo en su forma de lobo tenía esos dones. Pero con el tiempo se sensibilizó con todos vosotros. Reveló a Macqueen lo justo.
-¿Por qué te atacó? ¿Los cazadores buscan tu destrucción…? Ellos tienen que saber que eres la hija de Macqueen, ¿no?-me encogí de hombros.
-Las mentiras tienen cimientos profundos. Todo se remonta a nuestras primeras vidas. Parece ser que mi primer yo sobrevivió a Alfa, durante unos cuantos años y vosotros enloquecisteis, os volvisteis salvajes y atacasteis a poblados humanos arrasando con todos. Según vi en sus recuerdos, me buscabais a mí y cuando me encontrasteis todo acabó. Asociaron que si mataban al alfa de la manada, debían acabar con la mujer que atraía a los lobos. -  se dibujó en su rostro la estupefacción.
-¡Nunca ha sucedido eso!
-Vosotros acabáis conmigo para que nuestra reencarnación coincida en el tiempo a la mayor brevedad. ¿En qué os basáis?
-Has estado siglos sin aparecer en nuestras vidas.- se incorporó incomodo y paseó nerviosos por mi cuarto.
-Moría al poco de nacer. Mi padre descubría el pastel y me…- dejé la frase sin terminar, los huecos eran fáciles de rellenar.- ¿Qué sucedía con Alfa cuando yo no aparecía?
-Moría joven y solo, pero siempre que tú no aparecías eran tiempos malos para nosotros. Seguimos sin saber el origen de todo. -tomó de nuevo asiento.- Cuando sepamos cómo empezó todo esto conoceremos por qué os engañaron.
-¿Estás muy segura de que estamos confundidos?
-Lleváis siglos haciendo lo mismo y seguís varados en la misma orilla, es una vida cíclica, una y otra vez lo mismo, una y otra vez. A mí eso me da que pensar. ¿Qué sucedían los años que yo no aparecía?
-Los jóvenes enloquecían en sus primeras trasformaciones, pero jamás se produjo matanza alguna. Muchos de nuestros hijos nacían con malformaciones, niños con rasgos de lobo, cubiertos de vello, con mandíbulas protuberantes... Nos convertíamos en presas fáciles, éramos muy visibles.
-¿Qué sucedía cuando yo sobrevivía a Alfa?- sus ojos se oscurecieron.
-Nos extinguíamos. La parte humana se fortalecía.
-¿No soy una opción?
-Para mí y muchos como yo, no lo eres. Yo soy licántropo y me gusta mi naturaleza. Tenerte controlado asegura nuestro futuro.
-¿Por qué no me enseñas lo que escondes?
-No soy la persona que deseo ser.
-Yo no juzgo, solo quiero saber quién os dijo que matarme era lo mejor para vuestra supervivencia, podemos decir que mi instinto de autoprotección empieza a desarrollarse. – extendí las manos y esperé.
-¡Perdóname!- y me cogió las manos.

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