Pasaron flash de mi vida a una velocidad de
vértigo. Aguardamos en silencio esperando hasta que la imagen se detuvo en una
escalinata donde muchos jóvenes con mochila conversaban e intercambiaban
papeles.
-Es mi facultad.- aclaré a Mike.
-Allí estás.- me señaló un punto no muy
lejano donde yo reía con un grupo de amigos. Ante nosotros pasó la
inconfundible figura de aquel sujeto que disfrutó amargándome la existencia.-
¿Algún problema?
-Un problema.- y con la cabeza le indiqué el
chico que observaba a la alegre Adelis. Le miré de arriba abajo, sus gastados
mocasines, sus pantalones vaqueros, su cazadora de cuero pasada de moda y su
jersey de cuello alto de lana color verde botella.- Siempre vestía igual. Me
disgustaba de él todo, su ropa, su falta de mochila, su pelo engominado y su
voz.
-Ja, ja, ja,… no había filin entre vosotros.-
meneé la cabeza. – Te mira sin parpadear, está claro que tú a él sí que le
gustabas y mucho.
Se giró y se quedó quieto mirando hacia
nosotros, no nos veía pero me sentía incomoda, no soportaba sus ojos sobre mí y
di un par de pasos hacia atrás. Levantó la mano, su mano… mi mente se disipó en
aquellos largos y delgados dedos, hizo con ellos un ligero movimiento llamando
la atención de alguien que se acercaba por detrás de nosotros. Nos atravesó y
sentí una corriente de aire frío recorrer nuestro cuerpo. El hombre con larga
gabardina se paró junto a él y le tendió la mano que mi viejo compañero no dudó
en estrechar con un gesto de respeto profundo, como si fuese un personaje muy
ilustre o el mismísimo decano, al que conocía y no era ni por asomo él, este
era algo bajo y sin estar gordo, le sobraban algunos kilitos, un aspecto
harapiento y sucio le envolvía, un olor a pelo húmedo y sudor rancio.
Conversaron durante unos segundos, sin dejar de echar miradas a la divertida
Adelis. La sorpresa vino cuando se giro, tanto Mike como yo no dábamos crédito.
Se acercaban a nosotros y sus últimas palabras fueron demoledoras.
-Escondida en una familia de cazadores… ja,
ja, ja,… La burla del destino, yo buscándola por medio mundo y ella aguardaba
en mi casa.- el que a todos los efectos había crecido siendo mi padre, conocía
mi existencia y justo entonces mi vida se complica. –Abre los ojos, ellos no
andarán muy lejos.
Ante nosotros volvieron a estrechar sus manos
y mi padre salió precipitadamente de mi campo de visión, yo estaba ensimismada
mirando los largos y delgados dedos de la mano de mi viejo compañero.
-¿Cómo me paso por alto ese detalle? ¡Sus
dedos!- Mike los observó.- Eran los mismos que tenía mi madre, los mismos que
tiene él y los mismos que posee Macqueen.
-Los mismos que tenía tu padre, no se
aprecian porque están cubiertos de vello, pero son alargados, muy finos y
huesudos. Todos ellos son cazadores…- el silencio se hizo plomizo.- Tu madre
era cazadora.
-Y entonces, ¿por qué no decir que era la
hija de uno de ellos? Mi madre verdadera me entregó para que confiara solo en
los lobos, solo en vosotros…- un destello de luz me hizo ver lo que se me
escapaba incluso habiéndolo visto escasos segundos antes.
-¿Qué estás pensando?
-Mi profesor de gimnasia, mi pediatra, mi
vecino de abajo, todos ellos y muchos más eran
de los tuyos, sus ojos se dilataban cuando algo les encolerizaba, sus
colmillos sobresalían ligeramente de sus labios. Mi infancia estuvo rodeada de
licántropos. Sin contar con las madres de Sara y Laura que están al servicio de
los lobos, como leí en aquellos papeles. ¿No me crees?- no sé si sus gestos era
de desconfianza o temor.
-No conocemos a los miembros de todos los
clanes, no dudo de tus apreciaciones infantiles, fuiste muy sagaz conmigo y
estoy seguro que tu hermano te enseñó bien. Pero si eso es así, un clan de los
nuestros sabía de tu existencia, conocía tú verdadero yo y dónde te ocultabas.
-se frotó el pelo nervioso.- No te voy a engañar, me sorprendió aquella mañana
cuando tu madre invitó a sus dos amigas, fue ese día que acabamos de recordar.
Cualquiera de nosotros reconoce a uno de ellos, huele de una forma especial,
además de poseer un collar que suelen ocultar bajo la ropa que los acrecita
como aliados, antes se les conocía como siervos. Si ellas estaban allí, era
porque alguien de los nuestros y alguien importante se lo había ordenado.
-¿Quién y por qué? ¿Qué interés puedo tener
yo?
-Tú tienes mucho interés, pero ¿quién conocía
ese valor antes de tu nacimiento? Tu verdadera madre ya tenía tratos con ellas,
con las madres de Sara y Laura, con las aliadas de los lobos, la asistieron en
el parto y la querían como demostraba su preocupación y sus lágrimas sinceras
antes su cuerpo sin vida.
Mike
estaba barajando todas las opciones, sus ojos se movían con rapidez por una
imagen que nos había dejado en el punto de partida. Él sentado en el sillón y
yo de rodillas a su lado. Vigilados por todos los amigos de Alfa y por un lobo
negro que respiraba con dificultad, se le veía tan vulnerable a pesar de su
gran tamaño. La bellísima Orfibia que me miraba con lástima, estaba acariciando
la cabeza de Alfa con delicadeza y ternura, en el bolsillo de su bata asomaba
unas jeringuillas, algo me decía que había sufrido mi salvaguardia una crisis y
contaba con unos minutos más, pero la incertidumbre marcaba mi vida.
-¿Qué os sucede?- preguntó Beta.
-Una cazadora protegida por lobos, asistida
por lobos…- Mike se levantó y se paseó por la biblioteca mientras ordenaba sus
ideas.- Estuviste en la infancia protegida por nosotros…
-Mi madre verdadera era una cazadora y en mi
infancia siempre estuve vigilada y protegida por licántropos.- el asombro
cubrió el semblante de todos.
-¿Qué clan?- preguntaron al unisonó los
amigos de Alfa, pero Mike les hizo callar.
-Cuando yo entré en escena, todas esas
personas desaparecieron, yo hubiera reconocido a uno de los míos. - mi pediatra
continuó siendo el mismo hasta los catorce años y mi profesor de gimnasia
también, el policía de abajo se mudó pero lo vi en miles de ocasiones por el
colegio, posteriormente en el instituto, incluso en el parque mientras jugaba o
cuando hacía la compra con mi madre.
Dejó de dar vueltas por la sala y se sentó
bruscamente en el sillón, me cogió las manos con fuerza.
-Tenemos que descansar y poner en orden
todo.- me intenté zafar de su agarre.
-No podemos dejarlo ahora. – me animó a
continuar.
-Mi vida no va a ofrecernos nada más. Pocos
días después me agredió en aquel portal y…
-La tuya no, la mía, tenemos que mirarla con
detalle. Viajé mucho de joven, conocí a muchos clanes, hablé con gente que me
contó muchas historias, alguna las olvidé por fantasiosas pero ahora no estoy
tan seguro que no fueran ciertas.- le apreté con fuerza y a pesar del
cansancio, del dolor de cabeza que nacía por la base del cráneo, volvimos a
viajar en el tiempo. -¿Qué te contó tu padre? ¿Arroja luz sobre todas estas
tinieblas?
-Mi padre me habló de cazadores. No aclara
nada de lo que sabemos ahora.- tenía sueño, sentía los parpados pesados.- Sus
vidas anteriores, su descubrimiento siempre tardío de quién era yo…
-Luego me lo cuentas.- estaba anhelante por
regresar. Y aquella viveza se reflejo en la violencia con la que salimos de la
biblioteca y nos precipitamos en una habitación llena de hombres que discutían
ante la figura de un jovencísimo Mike que exigía respuestas a sus preguntas.