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Capítulo 51




Pasaron flash de mi vida a una velocidad de vértigo. Aguardamos en silencio esperando hasta que la imagen se detuvo en una escalinata donde muchos jóvenes con mochila conversaban e intercambiaban papeles.
-Es mi facultad.- aclaré a Mike.
-Allí estás.- me señaló un punto no muy lejano donde yo reía con un grupo de amigos. Ante nosotros pasó la inconfundible figura de aquel sujeto que disfrutó amargándome la existencia.- ¿Algún problema?
-Un problema.- y con la cabeza le indiqué el chico que observaba a la alegre Adelis. Le miré de arriba abajo, sus gastados mocasines, sus pantalones vaqueros, su cazadora de cuero pasada de moda y su jersey de cuello alto de lana color verde botella.- Siempre vestía igual. Me disgustaba de él todo, su ropa, su falta de mochila, su pelo engominado y su voz.
-Ja, ja, ja,… no había filin entre vosotros.- meneé la cabeza. – Te mira sin parpadear, está claro que tú a él sí que le gustabas y mucho.
Se giró y se quedó quieto mirando hacia nosotros, no nos veía pero me sentía incomoda, no soportaba sus ojos sobre mí y di un par de pasos hacia atrás. Levantó la mano, su mano… mi mente se disipó en aquellos largos y delgados dedos, hizo con ellos un ligero movimiento llamando la atención de alguien que se acercaba por detrás de nosotros. Nos atravesó y sentí una corriente de aire frío recorrer nuestro cuerpo. El hombre con larga gabardina se paró junto a él y le tendió la mano que mi viejo compañero no dudó en estrechar con un gesto de respeto profundo, como si fuese un personaje muy ilustre o el mismísimo decano, al que conocía y no era ni por asomo él, este era algo bajo y sin estar gordo, le sobraban algunos kilitos, un aspecto harapiento y sucio le envolvía, un olor a pelo húmedo y sudor rancio. Conversaron durante unos segundos, sin dejar de echar miradas a la divertida Adelis. La sorpresa vino cuando se giro, tanto Mike como yo no dábamos crédito. Se acercaban a nosotros y sus últimas palabras fueron demoledoras.
-Escondida en una familia de cazadores… ja, ja, ja,… La burla del destino, yo buscándola por medio mundo y ella aguardaba en mi casa.- el que a todos los efectos había crecido siendo mi padre, conocía mi existencia y justo entonces mi vida se complica. –Abre los ojos, ellos no andarán muy lejos.
Ante nosotros volvieron a estrechar sus manos y mi padre salió precipitadamente de mi campo de visión, yo estaba ensimismada mirando los largos y delgados dedos de la mano de mi viejo compañero.
-¿Cómo me paso por alto ese detalle? ¡Sus dedos!- Mike los observó.- Eran los mismos que tenía mi madre, los mismos que tiene él y los mismos que posee Macqueen.
-Los mismos que tenía tu padre, no se aprecian porque están cubiertos de vello, pero son alargados, muy finos y huesudos. Todos ellos son cazadores…- el silencio se hizo plomizo.- Tu madre era cazadora.
-Y entonces, ¿por qué no decir que era la hija de uno de ellos? Mi madre verdadera me entregó para que confiara solo en los lobos, solo en vosotros…- un destello de luz me hizo ver lo que se me escapaba incluso habiéndolo visto escasos segundos antes.
-¿Qué estás pensando?
-Mi profesor de gimnasia, mi pediatra, mi vecino de abajo, todos ellos y muchos más eran  de los tuyos, sus ojos se dilataban cuando algo les encolerizaba, sus colmillos sobresalían ligeramente de sus labios. Mi infancia estuvo rodeada de licántropos. Sin contar con las madres de Sara y Laura que están al servicio de los lobos, como leí en aquellos papeles. ¿No me crees?- no sé si sus gestos era de desconfianza o temor.
-No conocemos a los miembros de todos los clanes, no dudo de tus apreciaciones infantiles, fuiste muy sagaz conmigo y estoy seguro que tu hermano te enseñó bien. Pero si eso es así, un clan de los nuestros sabía de tu existencia, conocía tú verdadero yo y dónde te ocultabas. -se frotó el pelo nervioso.- No te voy a engañar, me sorprendió aquella mañana cuando tu madre invitó a sus dos amigas, fue ese día que acabamos de recordar. Cualquiera de nosotros reconoce a uno de ellos, huele de una forma especial, además de poseer un collar que suelen ocultar bajo la ropa que los acrecita como aliados, antes se les conocía como siervos. Si ellas estaban allí, era porque alguien de los nuestros y alguien importante se lo había ordenado.
-¿Quién y por qué? ¿Qué interés puedo tener yo?
-Tú tienes mucho interés, pero ¿quién conocía ese valor antes de tu nacimiento? Tu verdadera madre ya tenía tratos con ellas, con las madres de Sara y Laura, con las aliadas de los lobos, la asistieron en el parto y la querían como demostraba su preocupación y sus lágrimas sinceras antes su cuerpo sin vida.
 Mike estaba barajando todas las opciones, sus ojos se movían con rapidez por una imagen que nos había dejado en el punto de partida. Él sentado en el sillón y yo de rodillas a su lado. Vigilados por todos los amigos de Alfa y por un lobo negro que respiraba con dificultad, se le veía tan vulnerable a pesar de su gran tamaño. La bellísima Orfibia que me miraba con lástima, estaba acariciando la cabeza de Alfa con delicadeza y ternura, en el bolsillo de su bata asomaba unas jeringuillas, algo me decía que había sufrido mi salvaguardia una crisis y contaba con unos minutos más, pero la incertidumbre marcaba mi vida.
-¿Qué os sucede?- preguntó Beta.
-Una cazadora protegida por lobos, asistida por lobos…- Mike se levantó y se paseó por la biblioteca mientras ordenaba sus ideas.- Estuviste en la infancia protegida por nosotros…
-Mi madre verdadera era una cazadora y en mi infancia siempre estuve vigilada y protegida por licántropos.- el asombro cubrió el semblante de todos.
-¿Qué clan?- preguntaron al unisonó los amigos de Alfa, pero Mike les hizo callar.
-Cuando yo entré en escena, todas esas personas desaparecieron, yo hubiera reconocido a uno de los míos. - mi pediatra continuó siendo el mismo hasta los catorce años y mi profesor de gimnasia también, el policía de abajo se mudó pero lo vi en miles de ocasiones por el colegio, posteriormente en el instituto, incluso en el parque mientras jugaba o cuando hacía la compra con mi madre.
Dejó de dar vueltas por la sala y se sentó bruscamente en el sillón, me cogió las manos con fuerza.
-Tenemos que descansar y poner en orden todo.- me intenté zafar de su agarre.
-No podemos dejarlo ahora. – me animó a continuar.
-Mi vida no va a ofrecernos nada más. Pocos días después me agredió en aquel portal y…
-La tuya no, la mía, tenemos que mirarla con detalle. Viajé mucho de joven, conocí a muchos clanes, hablé con gente que me contó muchas historias, alguna las olvidé por fantasiosas pero ahora no estoy tan seguro que no fueran ciertas.- le apreté con fuerza y a pesar del cansancio, del dolor de cabeza que nacía por la base del cráneo, volvimos a viajar en el tiempo. -¿Qué te contó tu padre? ¿Arroja luz sobre todas estas tinieblas?
-Mi padre me habló de cazadores. No aclara nada de lo que sabemos ahora.- tenía sueño, sentía los parpados pesados.- Sus vidas anteriores, su descubrimiento siempre tardío de quién era yo…
-Luego me lo cuentas.- estaba anhelante por regresar. Y aquella viveza se reflejo en la violencia con la que salimos de la biblioteca y nos precipitamos en una habitación llena de hombres que discutían ante la figura de un jovencísimo Mike que exigía respuestas a sus preguntas.

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