Ir al contenido principal

Capítulo 35




No tengo mucho que pensar, es cuestión de tirarse a la piscina sin agua o quedarme junto al trampolín sin hacer nada. Así lo veo yo.
Cuando estás sentada ante la pantalla de cine parece tan sencillo decidir sobre lo que le pasa a otros, pero ahora… ¿Qué debo hacer? López está sentado en el suelo, me mira de vez en cuando pero luego vuelve a posar la vista en el infinito, en las montañas y en los pinos que se pierden en la lejanía. Supongo que espera mi decisión. Soy incapaz de pensar que ahí dentro está mi hermano, o los restos de su esencia, sus recuerdos, su personalidad divertida y su amor infinito. Mi lindo pulgoso es más agresivo de lo que nunca fue él, jamás se enfrentó con nadie ni se enfadaba por nada, no era tozudo ni cabezota como aquí mi primo. Ja, ja, ja… me encanta acariciar sus orejas y ver como entorna la cabeza y cierra los ojos al contacto de mi mano. Y si fuera él ¿qué haré ahora? Se ha vuelto vulnerable y dependiente de mí. Solo de pensar esto me entra vértigo. No podré dejar de vigilarlo para que este seguro y protegido. ¡Dios! La figura del hermano pequeño es cómoda, dejarse cuidar y proteger, saber que alguien te cubre las espaldas, ¿y ahora?
Siento la presión en la nuca, no quiero volverme, estará Mike y los lobos esperando mi veredicto. No sé qué debo hacer. Todo esto es una locura. He mirado por encima de mi hombro y he visto siete lobos, uno de ellos de menor tamaña, he pensado en Orfibia, no puedo decir porqué. Me he girado y los he observado con detenimiento, quizá si  los miro recuerde algo, recupere esas personalidades de las que habla Mike y sepa qué hacer.
Podría ponerles nombres a todos ellos, después de unos minutos de observación me doy cuenta que hay rasgos en los lobos que me recuerdan a las personas. Alfa, negro y poderoso, fiero y letal en mirada; Beta, blanco y delicado, socarrón en su gesto pero no agresivo; Zeta, con su pelaje rojizo y su divertida postura, le he visto tres veces arroscándose tras las orejas con fuerza, como si tuviese pulgas; Gamma, gris y aburrido, cansado de esperar e impaciente por algo; Delta, su pelaje es oscuro pero no llega al negro, tiene la posé de líder pero no la agresividad de la que hace gala Alfa; Mike, canoso como su melena a pesar de su juventud, respira sabiduría y paciencia; y por último Orfibia, separada del grupo pero cerca, y hermosa, hasta de loba es increíblemente sexy, con sus largas pestañas y esa pose seductora.
No puedo evitarlo y rompo a llorar, si son ellos, me siento responsables, son personas en cuerpos de lobos y les veo vulnerables, cualquier loco puede dispararles para exhibirles como trofeos; pueden ser atropellados o caer en trampas y morir de hambre; envenenados o quemados en un monte en llamas. ¡¡¡Aaaaah!!! Grito a pleno pulmón liberando esa presión que nace en mí; angustia y desesperación, uno de ellos es mi hermano. Miro a López.
-¿Qué clase de existencia es esta? ¿Cómo pudiste desear ser un lobo? ¿No pensaste en mí, en lo sola que me dejabas, en lo frágil que te volvías? Tú eres mi hogar, mi refugio.- abracé a mi pulgoso que se dejó achuchar y lloré, lloré.- Es egoísmo puro, me gustaba mi papel de hermana pequeña y ahora en qué me queréis convertir.
Cuando me incorporé los lobos estaban a escasos metros de mí. Mirándome. Extendí la mano para acariciar a Mike pero me dio miedo, una extraña sensación de déjà vu hizo que encogiese los dedos en un puño cerrado y retirase la mano hasta colocarla sobre mi pecho, abrazando con la otra mi muñeca. Un escalofrío recorrió mi espalda y un viento frío rozó mi cara sonrojada por la turbación de asimilar una idea fantástica y chiflada, lo intentaría pero escuchando esa vocecilla que me hablaba en mi cabeza.  
-No sé si me comprendéis pero intentaré ayudaros, voy a abrir la mente y acatar esta historia como veraz. Asumo que sois más que lobos, y más que los panolis de los amigos de Mike pero… y debéis respetar mi “pero”… necesito mi propio ritmo, no me engañéis ni intentéis tergiversar la realidad. –me disponía a irme cuando me di cuenta que tendrían que volver a su apariencia humana.- Por cierto, ¿os vais a transformar retorciéndoos, entre alaridos de dolor y de rabia cuando vuestros huesos se fracturen y se encojan vuestros músculos? ¿Aullareis extendiendo vuestras extremidades y enderezando vuestra columna, hasta que llegue el grito humano que da paso a la total liberación del animal?
Estaba claro que me entendían perfectamente, Alga me mostró sus dientes, incluso babeó; por el contrario Zeta y Beta emitieron un sonido que era claramente una carcajada lobuna; Gamma se fue aburrido y Mike sacudió la cabeza pidiendo paciencia. Alfa gruñó y todos le siguieron monte arriba.
-Prefieren la intimidad. Lo comprendo. Supongo que estarán desnudos…- caminé hacía la casa mientras iba hablando para mí, aunque López me escuchaba atentamente.- Tendrán la ropa oculta en alguna piedra. Sí, eso es. Soy la Blanca Nieves de los siete enanitos en versión moderna, “Adelis y los siete lobos”. No he leído el libro que me dejó Mike porque ya lo hice hace mucho tiempo. Unas vacaciones que vinisteis a Valladolid, rebusqué entre vuestras cosas, no quería encontrar nada en particular, era solo la adrenalina que sentí al husmear en vuestra maleta y poder ser pillada por mamá. - pensé en ella.- ¿Sabes? No encuentro nada que delata a nuestra madre, nada que me haga ver que no lo era. He crecido sintiéndome amada.
López paró su paso y se sentó. Tenía una inquietud.
-No me preocupa no saber quién soy en realidad, o quién eran mis padres o de dónde me sacó nuestra madre. Por ahora no pienso en eso. En un principio recordé todos los momentos vividos con ella buscando una mirada, gesto o palabra que demostrase que yo no era su hija… y no lo he encontrado.-acaricié la cabeza de mi gran pulgoso, ahora que daba por hecho que mi hermano estaba allí dentro, no creo que estuviera muy bien visto que le llamase “pulgoso”. Después de dos minutos pensando, creo que los motes cariñosos no van a cambiar. Miré varias veces hacía atrás por si aparecían Mike y sus amigos pero el tiempo se dilataba y no daban señales de vida.- Damos un paseo y te cuento un cuento sacado de la librería de Mike.-parece que estaba conforme pues su paso se volvió lento y su cabeza la dejó caer hacia abajo buscando la relajación .- Era sé una vez una preciosa muchacha llamada María Sophia Margaretha Catharina von Erthal, hija del príncipe Philipp y de María Eva, su castillo es hoy un precioso museo y en una de sus salas podemos ver el fabuloso espejo de nuestra historia. El espejo tiene la curiosidad de repetir cada palabra del que mira su reflejo en él. El espejo fue un regalo del príncipe a su segunda mujer, y madrastra de nuestra protagonista. La madrastra no era tan mala como la pinta el cuento pero si era cierto que beneficiaba a sus verdaderos hijos, además nuestra Blancanieves particular, era ciega por una enfermedad en su infancia, varicela creo recordar. Se la describe como una joven bondadosa y caritativa. Maria Sophia se enamoró del príncipe Felipe II de España, pero cuentan que su padre, el Rey Carlos V, no autorizó el enlace porque esta joven no convenía a la política y para quitársela de encima enveneno todos los frutales por donde solía pasear, otros dicen que fue la guardia del Rey quien la asesinó. Lo que sí es cierto es que nada tuvo que ver la madrastra en su muerte. Y te preguntarás, ¿dónde están los enanitos? La joven Sophia era muy querida por su pueblo porque demostraba ternura con los niños que trabajaban en la mina, estos niños vestían con largos abrigos y gorros puntiagudos y por su duro trabajo bajo tierra, envejecían prematuramente dándoles una apariencia de ancianos enanitos.  Podemos empezar a narrar nuestro propio cuento, la historia de una chica que no tenía origen y sus siete lobos feroces.
No estoy dispuesta a ponerme a escribir un diario, dejé olvidado mis relatos en el facebook cuando mi vida se complicó. Dejaré que sean otros los que narren mis aventuras y desventuras.

Entradas populares de este blog

El otro hijo

TIBIO TÉMPANO DE NUESTRA CALIDEZ.

Con esta novela me sucedió como con otro escritor que voy leyendo a cachitos, porque son amantes de los diálogos monologuistas, largos y con pocos puntos y aparte. Qué ocurre con esto, pues que se trasforman en páginas y páginas en el eBook, agota la vista y distrae. Empecé leyéndola en el móvil porque me quedé sin luz en mi eBook, pero era muy largo los textos, se hacía pesado, lo dejé por cansancio ocular, ahora sigo las órdenes tajantes de mi familia y amigos, << ¡Cuídate la vista!>>. Llegué a casa y la descargué en el libro electrónico, pero tengo una costumbre, la primera imagen que público es cuando comienzo la lectura, no repito la foto, por eso la imagen no encaja con mi habitual protector florido tan característico en mí. Me enganchó mucho ese primer discurso que nos narra el escritor en boca de Moreno Cabello, que no le gusta nada los medios y se nos presenta como una mujer ruda, profesional y solitaria. Es cierto que la perseverancia de esta investigad...

La quinta víctima