Pero contemos la razón por la que ahora me estoy
mordiendo las uñas y arrancando los pellejos.
Mientras esperaba a Mike, había visto miles
de veces como los perros juegan con sus dueños a traerles un palito que lanzan
lo más lejos que pueden. Miré a López que a su vez me observaba con interés y
me decidí a jugar un ratito con él para estrechar esos lazos que empezaban a
anudarse. Cogí uno liviano pero muy cómodo para mi brazo inexperto. Lancé con
todas mis fuerzas el trozo de madera y quedé satisfecha de mi gran proeza, pero
López siguió con la vista el arco magnífico que dibujo en el aire y dejó
descansar su mirada allí donde cayó sobre la arena. Cansado de esperar a que el
palito regresase o yo fuera a por él, se sentó y lamió sus patas. Yo resoplé. Estaba
claro que el palo no tenía el tamaño correcto para un perro de la envergadura
del mío y no se sentía atraído. Busqué otro, cuatro veces más grande que el
primero y otras tantas de ancho, y repetí la operación. López hizo tres cuartos
de lo mismo, lo siguió con la mirada y lo vio desaparecer dentro de un arbusto,
me miró recriminándome que esta vez había empeorado mi lanzamiento.
Fui a por el palo y lo extraje no con poca
dificultad del centro mismo del entramado de ramas y hojas. Se lo mostré y le
obligué a que lo olfatease y después con mucho tacto le expliqué lo que
pretendía de él. Hay miradas que lo dicen todo y mi pulgoso pasaba de mí, de mi
palito y de mi juego. Lo llegué a lanzar seis veces y las seis veces fui a
buscarlo con él pisándome los talones pero sin ningún entusiasmo. Cada vez que
recogía el palo, del suelo, de una maceta, de un charco, incluso de una fuente
sin agua, me iba frustrando yo misma, me sentía más molesta con López, con
Mike, con sus amigos y con todo ser viviente. Me preparé para tirar el palo tan
lejos que no volviese a verlo cuando mi lindo pulgoso sale a la carrera tras el
trozo de madera sucio y mojado. Era todo un éxito, había comprendido de qué iba
mi juego. Saltó por los aires y lo cogió antes de que tocase el suelo, pero
para mi sorpresa no me lo trajo, se tumbo y lo sujeto con sus patas delanteras
y antes de que pudiese darle alcance, lo había convertido en mondadientes. Se
levantó, limpió sus patas y me miró.
-Ha terminado con tu frustración. Sin palo no
hay problema. –la voz de Mike me sacó de mi asombro.
-Estaba intentando enseñarle un juego.
-Ha visto tu inutilidad para tirar el palo
dónde sea que pretendieses meterlo. Eso es lo que López ha captado.- Alfa
sacudió el lomo de López con cariño pero algo de rudeza.
-¡Qué desperdicio de neuronas!- miré a Mike-
¿No vendrá él?
-Si tienes un mal día no te cruces en mi
camino. – Alfa tenía un serio problema de agresividad verbal. Era de agradecer
que las palabras no fueran puñales. En tres zancadas desapareció por donde
habían venido.
-Hay alguna aspereza que limar pero nada que
no se soluciones con una lija de hierro.- Mike me cogió por el brazo y nos
encaminamos hacía un camino de arena y piedra que se alejaba del castillo
camino de un monte de grandes pinos, seguidos por López que iba rozando su
hocico en mi gemelo derecho.
-¡Me irrita! ¡Me exaspera!-le confesé como si no fuera evidente.
-Ni que lo jures. Saltan chispas entre
vosotros.- rio sin disimulo, le parecía divertido a pesar de que yo estuviera
escuchando.
-Pero no vamos a hablar de tu hermano ni de
ninguno de sus amigos.
-En eso te equivocas, hablaremos de ellos y
más de lo que te imaginas, y de la relación tan estrecha que te une a todos
nosotros.-“secta satánica” ese era mi nuevo pensamiento, descartada la mafia.
Puse un mohín de disgusto disimulando que sabía por dónde iban los tiros.- Empecemos,
¿qué es la energía?- le miré con disgusto, una cosa era hablar sin decir y otra
ir al momento cero de la creación.- Tranquila, es para que entiendas el
principio más básico por el que nos movemos.
-La energía es la capacidad que tiene la
materia de producir trabajo, movimiento, calor…
-¿Qué sucede con la energía?- ¡¡uff!! Resoplé
enfadada.
-La energía ni se crea ni se destruye, se
trasforma… Es lo que recuerdo de mis años de colegio.- farfullé.
-Correcto. Todos nosotros estamos formados
por energía y nos movemos, crecemos,…. evolucionamos en una palabra. Pero ¿qué
sucede con esa energía cuando nos morimos? –nuevo silencio y respuesta sin
sentido.
-Flota en el aire.-le daba igual lo que yo
respondiera, si hubiese dicho: elefante rosa, asentiría como lo hacía en este
momento porque realmente no me escuchaba, estaba intentando seguir su hilo de
razonamiento.
-Esta energía tiene un fin y buscará un nuevo
camino para lograrlo. Buscará un nuevo ser con el que completar su círculo…
-¿Estas intentando explicarme lo que es la
reencarnación? Como la primera vez que hablamos de esto saliste escaldado,
vuelves a retomar el tema pero ahora con una base más científica. Mal vas Mike
si me intentas aclara las cosas con chorradas.
-¿Sería para ti más creíble nuestra situación
si te cuento que nuestra existencia es una maldición?, aunque dicho de paso, no
es así para todos.
-¿Una maldición de Dios… o de Satán?
-¿Satán? - se paró y se quedó pensando si le
tomaba el pelo. - ¿Satán? No. Nadie sabe con certeza como sucedió, por eso
busco en las leyendas y cuentos de trovadores nuestro origen. Unos dicen que
fuimos el resultado de un castigo que se fue de las manos a unos y otros; otros
que fue un amor imposible; hablan de triangulo amoroso entre el hombre, el lobo
y la luna…- en este punto pensé en el pobre Quijote enloquecido de tantos
libros de caballería.- Lo cierto es que a la edad de dieciséis años nuestra
vida cambia, estamos preparándonos desde que nacemos para esa unión, pero no
somos conscientes de lo que supone hasta que nos sumergimos en ella. Ninguna
experiencia es igual y ninguno reacciona de la misma forma al poder que adquirimos.
Muchos de nosotros han enloquecido al no controlar las dos energías que habitan
a partir de la unión, y otros sucumbieron desapareciendo en el olvido y
convirtiéndose en sencillos animales de compañía.- acarició las orejas tiesas
de López que parecía comprender nuestra profunda y nada intuitiva conversación.
-¡Ya! Por eso tanta lectura de textos raros y
tantas señas en los márgenes de los libros.- Mike asintió.
-Esas lecturas que han caído en tus manos, no
son el motivo de mi investigación, pero uno se termina aficionando a leer entre
líneas y buscar las tres patas al banco. –nos paramos en una explanada no muy
alejada del castillo y observamos el esplendido monte que nos rodeaba. –Tu
hermano era más sagaz. Con él avance mucho mi investigación pero ninguno
esperaba descubrir… Fue todo… Sabíamos que siempre hay una pócima para todo
maleficio, que no hay mal que no se solucione con una buena obra. Conocíamos
las bondades de la luna sobre todos nosotros pero siempre mirábamos por la
noche al lugar equivocado. Lo más terrible para él fue asumir que no erais
hermanos…
-¿Qué estás diciendo?- me zafé de su agarré y
me encaré a él con rabia.- No te permito que destroces mis recuerdos, una cosa
es que te escuche con educación aunque me parezca esta plática nuestra una
sarta de sandeces y…
-¿Cuántas veces te has mirado al espejo
buscando algún rasgo parecido a tu madre o a tu hermano? - era cierto que no tenía
nada que ver con ellos, pero siempre busqué la respuesta en el padre que me
abandonó antes de yo abrir los ojos.- Me lo imaginaba. No pienses en tu padre,
el cual a estas alturas sabrás que no era el tuyo.
-¡Basta ya! ¿A qué juegas conmigo? Conozco a
mi madre, a mi hermano; al único que no llegue a conocer es a mi padre que me
abandonó siendo yo un bebe. -levanté mi dedo índice y se lo planté delante de
la cara amenazadoramente.- No vuelvas a decir que mi familia no me pertenece,
que mis recuerdos son una ilusión, una pantomima.
-¡Escúchame! Para tu hermano fue difícil
comprobar lo que de alguna forma sabía. Su memoria infantil no recordaba a tu
madre embarazada, solo recordaba como una noche tu madre le vistió deprisa y
corriendo y salieron a la calle casi con lo puesto y subieron a un tren sin
saber muy bien dónde iban. Sus recuerdos se confundían en un ir y venir de
imágenes hasta que una noche pocos días después de la muerte de vuestra madre,
revisando los papeles del altillo, encontró una vieja bolsa de cuero.
Palideció.- me sujetaba con fuerza para que no escapara y escuchase toda
aquella historia absurda.- Recordaba a tu madre pasear nerviosa por un andén y
como ella al cabo de unos minutos, que le parecieron horas, lo dejó en un banco
tapado con su abrigo, “No te muevas de aquí, ahora mismo regreso”, le dijo
antes de desaparecer dentro de la estación. Él estaba tan agotado que se quedó
dormido y al despertar tu madre cantaba una nana y mecía un bebe entre sus
brazos. “Es tu hermana y se llama Adelis, tendrás que cuidar siempre de ella
pues es el don más preciado que el cielo nos ha otorgado”. Cuando el tren llegó
tu madre te depositó dentro de la bolsa de viaje de cuero...
-¡Qué memeces son esas! ¿De dónde me sacó? No
te puedo ni creer ni quiero hacerlo. Tu palabra no vale nada y no pretendas que
veinte años de mi vida se conviertan en una farsa solo porque tú me cuentes una
historia espeluznante de robo de niños e identidades.-forcejeé para liberarme,
cuando vi el pelo de López erizado y su terrorífica dentadura al descubierto,
miraba hacía un punto perdido a mi espalda y como no podía ser menos los ojos de
Mike también seguían esa trayectoria. Giré mi cabeza con cuidado para
enfrentarme a la mirada fría y letal de cuatro enormes lobos. Uno con pelaje rojizo,
otro gris y mis dos inconfundibles lobos, los de mis sueños, uno negro con el
reflejo de la luna en su pupila, y otro blanco con los ojos plateados.
-Si no me crees a mí, quizá les creas a
ellos.- aparté la mirada de los lobos para enfrentarme a los ojos de Mike, pero
allí no estaban sus ojos marrones, eran grandes pupilas negras como agujeros
negros que devoraban mi cordura y se perdían en una mueca grotesca que nacía de
sus labios mostrando unos dientes blancos con grandes colmillos.