Cuando me desperté estaba Mike dejando una
bandeja con el desayuno sobre una mesita auxiliar que no recordaba a verla
visto por la noche, pero tampoco me fijé tan al detalle. De López ni señal,
estaría jorobando la marrana a otro pobre desgraciado, aunque si se trataba de
alguno de los miembros de la pandilla panolis, esperaba que les diera para el
pelo.
-Siempre me dijo tu hermano que eras lo más
parecido a la marmota, pero no esperaba que cayeras en un sueño tan profundo.
Ayer subieron tus amigas antes de irse pero estabas ko.- se sentó en la esquina
con el libro de Peter Pan en las manos, busqué con la mirada el de Blanca
Nieves y seguía esperando su turno de lectura, pero ahora tenía otro debajo.-
Te lo he cambiado.
-Siempre he dormido bien, no voy a engañarte
pero… no es normal el estado de invernación en el que caigo. Ayer tenía sed,
bebí agua y no recuerdo nada más y juro que no estaba ni tan cansada ni con
tanto sueño.- Mike miró la botella de agua vacía con un resquemor.- ¿Sucede
algo?- negó con la cabeza y me dedicó una sonrisa afectuosa.- Ayer dejamos
muchos temas sin atar.
La puerta se abrió y López entró a la
carrera, saltó sobre la cama, una vez que dejó de dar cabriolas sobre mi
colchón unas veces y sobre mis piernas otras, se centró en sacar la lengua de
treinta centímetros de larga que tiene e intentar babearme la cara. Yo reía
intentando ocultarme con el edredón pero es más ágil y fuerte que yo y con sus
patas delanteras arañaba la tela para descubrir mi rostro sonrojado por tal
muestra de cariño. Un siseo suave se escapó de los labios de Mike y López dejó
en el acto de mostrar su afecto pero lo hizo con disgusto, estaba feliz y no
era fácil reprimir su estado natural y desbordante.
-¿Sabías que López significa “hijo de lobo”?-
le pregunté a Mike mientras me limpiaba la cara con la manga de mi pijama, qué
por cierto, no era mío pero si de mi medida y mi gusto.
-Sí. Curiosa la caja que cayó en tus manos
por casualidad.- yo mordía la esquina de una de las dos tostadas que había
sobre la bandeja junto a un vaso de zumo de naranja y una taza de café. Arqueé
los hombros.
-También dice que mi apellido es de
cazadores.- lo dije sin interés, mientras bebía el zumo.- El apellido de Sara y
Laura también estaban en la lista, junto al de Miguel el guarda de la
urbanización. Por cierto, ¿Conocía Alfa
a mis amigas de antes?- Mike guardó silencio durante un tiempo excesivamente
largo, como siempre sopesando la respuesta.- Supongo que tan largo silencio es
un sí.
-Tus amigas vinieron al entierro de tu
hermano, supongo que se conocerían de ese día. Estaba pensando en alguna otra
ocasión pero no me viene a la cabeza.- Sara y Laura fueron las únicas que
pudieron acompañarme.
-Es cierto, no lo recordaba.- seguía viendo
en cada esquina una confabulación y lo que tenía era una falta de memoria preocupante.
Zeta entró para saber si López había llegado,
no estaba sudoroso como cuando yo entraba en casa tras perseguirle por el monte
pero si tenía un puntito de irritación su voz.
-Tan agustito desde hace unos minutos.- dije
con un tono socarrón. Estaba a punto de irse cuando Mike carraspeó y se giró.
-Llévate la botella vacía de agua y que no se
repita lo de anoche.- su tono era severo y autoritario más incluso que Alfa.
Zeta cogió la botella sin mirar a Mike, que se la tendió con firmeza, algo
rudo.
-Lo dices,… ¿por qué se quedó vacía? no te
preocupes no tuve sensación de sed, ni de nada, dormí como un angelito.- me
dedicó una sonrisa sin ganas y se quedó mirando el libro que tenía entre sus
manos mientras y continuaba mordisqueando la segunda tostada. Creo que estaba
intentando decirme algo pero no sabía cómo empezar. Quise romper el hielo de
alguna forma, relajar la atmosfera tensa que había caído entre nosotros sin
tener muy claro cómo.- Cuando toqué el hombro de Alfa y Delta el otro día, paso
algo insólito. Iba sentada en un vagón de tren y miraba por la ventanilla,
entrabamos en un túnel y todo era oscuridad pero cuando salíamos por la
ventana, como si se tratase de un cine, veía escenas de una vida que no me
resultaban del todo ajena.-Mike mostró interés, levantó la mirada del libro y
clavo sus ojos marrones en los míos intentando leer en ellos.- Yo persiguiendo
a alguien parecido a Alfa o al mismo Alfa pero representando otros personajes.
Estaba Beta y la guapísima Orfibía. Tú no.
-¿Qué querías?- entrometida la pregunta, qué
quería yo de ellos, sonaba mal o a mí se me antojaba así.
-Necesitaba llegar a Alfa pero nunca lo
conseguía, cuando nuestras manos estaba a puntito de rozarse, ¡zasca! alguien
me liquidaba. Menos en la última, fue él quien me disparó en el pecho.- Mike
meneó la cabeza negativamente.
-Te interpusiste…- dijo en un bisbiseo.
“¿Cómo?” pregunté. Él pareció salir de su ensimismamiento.- Decía… normal que
le mires con recelo si el último pensamiento que tienes de Alfa, es que te dio
muerte.
-Bueno era un sueño… Mi falta de afinidad por
tu hermano, viene de antes, es un memo estirado y petulante. –Mike sonríe y
asiente.
-¿Qué piensas de todo lo sucedido? ¿Cómo te
sientes al saber que has vivido todas esas vidas?- primero le miré asombrada y luego
estallé en una carcajada sonora.
-Vamos, vamos… no me puedo creer que alguien
con tus estudios, por cierto ¿qué
estudios tienes? – moví la mano para evitar que contestara, no me importaba lo
más mínimo.- Da lo mismo, no me puedo ni imaginar ni en diez mil años que pueda
alguien creer en la reencarnación. Bastante tenemos con una vida como para que
nos hagan la putada de repetir una y otra vez.
-Hay muchas cosas que se escapan a nuestra
comprensión, y creo que debemos estar abiertos a todo para que no se nos
escapen los pequeños detalles de la vida.- ya estábamos con la lectura entre
líneas, pues yo pasaba, si querían de mí algo iban a tener que decírmelo a las
claras, se me estaba dando muy mal averiguar lo que todos me decían sin
decirme.- Tenemos tres días por delante. El martes, tú regresaras a la facultad
y yo a mi búsqueda.
-Volveré… no lo tengo yo muy claro. No me
gusta vivir en tu casa con tu hermano y tus amigos como vecinos, son unos
taradas. Tu urbanización tiene menos movimiento que un campo santo. Quiero
regresar a Valladolid y….
-No es posible.- fruncí el ceño enfadada.- No
puedo explicarte…
-Aquí nadie puede decir nada, y yo me siento
prisionera. O me dices lo que necesito saber o me las piro a Valladolid en el
próximo autobús.- salté de la cama y me puse a rebuscar mi ropa en unos
armarios que apestaban a bolitas de alcanfor, que estaba disimulado en una
esquina de la habitación.
-Tienes razón y te lo debo…
-Me debes muchas respuestas, me debes
explicaciones y disculpas de todo tipo.- no tenía ni una mísera muda en ningún
sitio.- ¿Dónde está mi ropa?- Mike señaló una cómoda en un rincón sombrío, abrí
el primer cajón y allí estaba mi ropa limpia y planchada, la que metí a toda
prisa en mi mochila.
-Dame estos tres días y comprenderás lo importante
que eres para nosotros, eres más que eso… eres valiosa.- yo no estaba segura si
era pitorreo o lo que se fumaban, ¡me estaba jartando y por minutos!, pero
también tenía curiosidad por averiguar qué era lo que ataba a mi hermano a toda
aquella panda de papanatas.- Lo que si te pido es que estés abierta a todo.
Aquello sonaba mal, muy mal.