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Capítulo 31




Cuando me desperté estaba Mike dejando una bandeja con el desayuno sobre una mesita auxiliar que no recordaba a verla visto por la noche, pero tampoco me fijé tan al detalle. De López ni señal, estaría jorobando la marrana a otro pobre desgraciado, aunque si se trataba de alguno de los miembros de la pandilla panolis, esperaba que les diera para el pelo.
-Siempre me dijo tu hermano que eras lo más parecido a la marmota, pero no esperaba que cayeras en un sueño tan profundo. Ayer subieron tus amigas antes de irse pero estabas ko.- se sentó en la esquina con el libro de Peter Pan en las manos, busqué con la mirada el de Blanca Nieves y seguía esperando su turno de lectura, pero ahora tenía otro debajo.- Te lo he cambiado.
-Siempre he dormido bien, no voy a engañarte pero… no es normal el estado de invernación en el que caigo. Ayer tenía sed, bebí agua y no recuerdo nada más y juro que no estaba ni tan cansada ni con tanto sueño.- Mike miró la botella de agua vacía con un resquemor.- ¿Sucede algo?- negó con la cabeza y me dedicó una sonrisa afectuosa.- Ayer dejamos muchos temas sin atar.
La puerta se abrió y López entró a la carrera, saltó sobre la cama, una vez que dejó de dar cabriolas sobre mi colchón unas veces y sobre mis piernas otras, se centró en sacar la lengua de treinta centímetros de larga que tiene e intentar babearme la cara. Yo reía intentando ocultarme con el edredón pero es más ágil y fuerte que yo y con sus patas delanteras arañaba la tela para descubrir mi rostro sonrojado por tal muestra de cariño. Un siseo suave se escapó de los labios de Mike y López dejó en el acto de mostrar su afecto pero lo hizo con disgusto, estaba feliz y no era fácil reprimir su estado natural y desbordante.
-¿Sabías que López significa “hijo de lobo”?- le pregunté a Mike mientras me limpiaba la cara con la manga de mi pijama, qué por cierto, no era mío pero si de mi medida y mi gusto.
-Sí. Curiosa la caja que cayó en tus manos por casualidad.- yo mordía la esquina de una de las dos tostadas que había sobre la bandeja junto a un vaso de zumo de naranja y una taza de café. Arqueé los hombros.
-También dice que mi apellido es de cazadores.- lo dije sin interés, mientras bebía el zumo.- El apellido de Sara y Laura también estaban en la lista, junto al de Miguel el guarda de la urbanización. Por cierto,  ¿Conocía Alfa a mis amigas de antes?- Mike guardó silencio durante un tiempo excesivamente largo, como siempre sopesando la respuesta.- Supongo que tan largo silencio es un sí.
-Tus amigas vinieron al entierro de tu hermano, supongo que se conocerían de ese día. Estaba pensando en alguna otra ocasión pero no me viene a la cabeza.- Sara y Laura fueron las únicas que pudieron acompañarme.
-Es cierto, no lo recordaba.- seguía viendo en cada esquina una confabulación y lo que tenía era una falta de memoria preocupante.
Zeta entró para saber si López había llegado, no estaba sudoroso como cuando yo entraba en casa tras perseguirle por el monte pero si tenía un puntito de irritación su voz.
-Tan agustito desde hace unos minutos.- dije con un tono socarrón. Estaba a punto de irse cuando Mike carraspeó y se giró.
-Llévate la botella vacía de agua y que no se repita lo de anoche.- su tono era severo y autoritario más incluso que Alfa. Zeta cogió la botella sin mirar a Mike, que se la tendió con firmeza, algo rudo.
-Lo dices,… ¿por qué se quedó vacía? no te preocupes no tuve sensación de sed, ni de nada, dormí como un angelito.- me dedicó una sonrisa sin ganas y se quedó mirando el libro que tenía entre sus manos mientras y continuaba mordisqueando la segunda tostada. Creo que estaba intentando decirme algo pero no sabía cómo empezar. Quise romper el hielo de alguna forma, relajar la atmosfera tensa que había caído entre nosotros sin tener muy claro cómo.- Cuando toqué el hombro de Alfa y Delta el otro día, paso algo insólito. Iba sentada en un vagón de tren y miraba por la ventanilla, entrabamos en un túnel y todo era oscuridad pero cuando salíamos por la ventana, como si se tratase de un cine, veía escenas de una vida que no me resultaban del todo ajena.-Mike mostró interés, levantó la mirada del libro y clavo sus ojos marrones en los míos intentando leer en ellos.- Yo persiguiendo a alguien parecido a Alfa o al mismo Alfa pero representando otros personajes. Estaba Beta y la guapísima Orfibía. Tú no.
-¿Qué querías?- entrometida la pregunta, qué quería yo de ellos, sonaba mal o a mí se me antojaba así.
-Necesitaba llegar a Alfa pero nunca lo conseguía, cuando nuestras manos estaba a puntito de rozarse, ¡zasca! alguien me liquidaba. Menos en la última, fue él quien me disparó en el pecho.- Mike meneó la cabeza negativamente.
-Te interpusiste…- dijo en un bisbiseo. “¿Cómo?” pregunté. Él pareció salir de su ensimismamiento.- Decía… normal que le mires con recelo si el último pensamiento que tienes de Alfa, es que te dio muerte.
-Bueno era un sueño… Mi falta de afinidad por tu hermano, viene de antes, es un memo estirado y petulante. –Mike sonríe y asiente.
-¿Qué piensas de todo lo sucedido? ¿Cómo te sientes al saber que has vivido todas esas vidas?- primero le miré asombrada y luego estallé en una carcajada sonora.
-Vamos, vamos… no me puedo creer que alguien con tus estudios, por cierto  ¿qué estudios tienes? – moví la mano para evitar que contestara, no me importaba lo más mínimo.- Da lo mismo, no me puedo ni imaginar ni en diez mil años que pueda alguien creer en la reencarnación. Bastante tenemos con una vida como para que nos hagan la putada de repetir una y otra vez.
-Hay muchas cosas que se escapan a nuestra comprensión, y creo que debemos estar abiertos a todo para que no se nos escapen los pequeños detalles de la vida.- ya estábamos con la lectura entre líneas, pues yo pasaba, si querían de mí algo iban a tener que decírmelo a las claras, se me estaba dando muy mal averiguar lo que todos me decían sin decirme.- Tenemos tres días por delante. El martes, tú regresaras a la facultad y yo a mi búsqueda.
-Volveré… no lo tengo yo muy claro. No me gusta vivir en tu casa con tu hermano y tus amigos como vecinos, son unos taradas. Tu urbanización tiene menos movimiento que un campo santo. Quiero regresar a Valladolid y….
-No es posible.- fruncí el ceño enfadada.- No puedo explicarte…
-Aquí nadie puede decir nada, y yo me siento prisionera. O me dices lo que necesito saber o me las piro a Valladolid en el próximo autobús.- salté de la cama y me puse a rebuscar mi ropa en unos armarios que apestaban a bolitas de alcanfor, que estaba disimulado en una esquina de la habitación.
-Tienes razón y te lo debo…
-Me debes muchas respuestas, me debes explicaciones y disculpas de todo tipo.- no tenía ni una mísera muda en ningún sitio.- ¿Dónde está mi ropa?- Mike señaló una cómoda en un rincón sombrío, abrí el primer cajón y allí estaba mi ropa limpia y planchada, la que metí a toda prisa en mi mochila.
-Dame estos tres días y comprenderás lo importante que eres para nosotros, eres más que eso… eres valiosa.- yo no estaba segura si era pitorreo o lo que se fumaban, ¡me estaba jartando y por minutos!, pero también tenía curiosidad por averiguar qué era lo que ataba a mi hermano a toda aquella panda de papanatas.- Lo que si te pido es que estés abierta a todo.
Aquello sonaba mal, muy mal.

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