Sola de nuevo. López por fin acurrucado en la
cama después de no sé cuantas vueltas que me han mantenido alerta para evitar
que me pise de nuevo, empiezo a dar vueltas a un plan de acción. ¿Qué tengo que
hacer a partir de ahora? con la vista perdida en el techo de madera de mi nueva
habitación, me doy cuenta que no tengo en quién confiar. Mis amigas de toda la
vida, tenían una actitud muy familiar con los amigos de Mike y éste me esconde
muchas cosas de mi hermano, me miente. No tengo muy claro quién es quién en
este momento. Tengo que pensar deprisa, en breve entrará Mike con mis amigas
por la puerta y tengo que fingir asombro, pero también turbación y un poco de
enfado, no se me dio bien nunca sobreactuar, se me va a notar. Finjo la
situación pero se me antoja ridícula, gesticulo mucho con las manos y si las
dejo quietas no sé qué gesto poner, son muecas grotescas donde desencajo la
mandíbula. ¡Señor! Y digo yo: ¿qué necesidad tenía todo el mundo de complicarme
la existencia? Yo andaba por mi Valladolid feliz, con un atolondrado que
empapeló media facultad con mi imagen y un pelma que me asustó una noche en un
portal oscuro, digamos que no fue él mismo, para no ponerlo tan idílico, pero
que era eso en comparación con tanto secretismo y miedo, porque los amigos de
Mike me han metido el susto por la medula. Siento que todos me engañan, me
esconden la verdad y ninguno es lo que dice ser. Dudo de la bondad de Mike, de
la amistad de mis amigas y de que las verdaderas intenciones de Alfa y sus
panolis compañeros sea la de protegerme, me han pasado más cosas con ellos que
en toda mi vida en Valladolid.
Y en eso estoy cuando se abre la puerta y me
preparo para mi representación mediocre de mujer sorprendida. Pero me sale a
las mil maravillas porque por la puerta entra el mal encarado Alfa con la banda
de alelados. Estiro el cuello, esperando la aparición de Mike y de Sara o Laura
como representación del grupo más intimo de toda mi vida, pero es Gamma el
último y el encargado de cerrar la puerta. Mi estupor se refleja en mi cara y
en mis palabras que se quedan enganchadas en mi boca, y tartamudeo sin atinar a
decir nada, porque tampoco puedo decir nada sino quiero revelar que me he
levantado y espiado por la balaustrada de las escaleras.
-Delta nos ha dicho que estabas despierta y…
-mira a Beta que encoge los hombros.- Y que estabas bien pero te noto algo
desubicada.
-¡Ffff!- farfullo sin yo entender lo que
termino de decir y me froto la frente nerviosa, vamos ni en mis mejores sueños
hubiera hecho mejor actuación de desconcierto que se va transformando en
enfado.- ¿Vosotros sois “todo el mundo”?-pregunto en un tono irritado.
-¿Qué clase de pregunta es esa?-Gamma siempre
tiene un tono de aburrimiento como si mi presencia fuera una agotamiento porque
no llena o satisface.
-Delta me dijo que iba a avisar a todo el
mundo de mi resurgir de los brazos de Morfeo.- sacudo las mantas con rabia.
-Pues “todo el mundo”-señala con la mano a
todos y cada uno de ellos- … ¿A quién echas de menos?- los ojos de Alfa se
achinan.
-Supongo que a nadie.- y me recuesto
contrariada. ¿Qué puede significar que no suban Mike y mis amigas? ¿Fingir que
no han llegado? Pero ¿Por qué? -¡¡Aaaah!!- grito inconscientemente para
liberar la rabia pero esto provoca una reacción entre ellos, sus pupilas se
dilatan y noto una tensión en los músculos de sus brazos, incluso en sus
cuellos que parecen más anchos. - ¡Genial! Todo está bien no os preocupéis.
Pero me miran con esos grandes ojos y con el
semblante serio mas por la comisura de su boca se ve el reflejo de sus dientes
excesivamente blancos. Tamborileo los dedos sobre el lomo de López mientras me
taladran con sus ojos mis entrañas, no entiendo qué buscan de mí, qué pretenden
que haga o diga, pero este duelo de miradas lo gano yo, uno a uno bajan los
ojos a mi edredón y se pierden por sus enrevesados bordados dorados sobre esta
tela roja. Todos menos Alfa que continua profundizando su escrutinio por mis
ojos abiertos como platos, aunque empiezan a llorarme, llevo segundos sin
parpadear.
-¿Hay algo que quieras preguntarme?-dice por
fin rompiendo el insoportable silencio.
-¿Sobre qué?- replico a Alfa.- Mis preguntas
se contestan con evasivas o absurdas metáforas.-pero guarda silencio. Y me doy
cuenta que no puedo jugar al rato y al gato con alguien que es un maestro y lo
ha convertido en deporte.- ¿Está Mike aquí?
-Sí.- creo que no esperaba la respuesta
porque le miré estupefacta. Lo que aumento su diagnostico de que estaba algo aturdida
de mis días de durmiente.
-¿Por qué no ha subido a verme?
-Fue a buscar algo que te hará feliz.
-encogió los hombros como si aquello a él le resbalase. Mi felicidad y mi
presencia se habían convertido en un recuerdo ya olvidado, ahora todo recaía en
las espaldas de Mike.
-Por fin te has liberado de mí.- dije entre
mitad broma y mitad realidad. Su rostro demostró indiferencia pero no el
movimiento nervioso de su mano, como un espasmo o un reflejo de coger algo que
se escapa. Se dispusieron a salir sin decir nada, solo Zeta levantó la mano en
plan saludo.- Por cierto ¿Cuántos días he dormido?
-Una semana.- no daba crédito, hubiera dicho
uno o dos días pero siete.
Acaricie la suave melena de López y cerré los
ojos, estaba tan llena de dudas que no sabía qué hacer. Dudaba de mi cordura
ante la realidad que me imaginaba llena de confabulaciones, acuerdos secretos
para cometer fechorías en contra mía, de que si no tanto ataque, agresión y
negar lo que mis ojos habían visto tan claro como el agua, pero lo peor era pensar que todo era un plan
para que no descubriera cómo murió mi querido hermano, al cual me lo imaginaba
agonizando sin que Alfa le prestase ninguna ayuda.
-Bueno, bueno. Mi pequeña bufalita, buena la
ha liado.- la voz de Mike pronunciando el nombre cariñoso por el que mi hermano
me llamaba produjo unos sentimientos contradictorios, nostalgia e ira en partes
iguales.
Abrí los ojos y le vi acercarse risueño y
alegre, con muchos libros en las manos que dejó sobre mi mesilla y luego me
besó en la frente. Había algo en él diferente a nuestro último encuentro, una
ilusión o esperanza o algo muy parecido, no el abatimiento con el que llevaba
la muerte de mi hermano. Parecía a ver pasado página y si era así, yo no
pintaba nada en su vida. Eran celos y rencor, yo no podía seguir adelante sin
derramar lágrimas por su ausencia y él lo sustituía en escasos meses. Que mal
estaba llevando mi paso a la madurez, ni yo me reconocía en mi pensamiento.
-¿Dónde has estado en este tiempo? Aunque se
ve claramente.- cada palabra fue pronunciada con desprecio, para mí era un
adultero, sé que es una locura, nunca se casaron ni nada de eso pero Mike era a
efectos familiares la pareja de mi hermano y yo no lo había enterrado, no me creía que estuviera muerto, no sentía
ese vacío tan profundo que dejó mi madre, sentía la ausencia… era tan
complicado de entender que ni yo misma me comprendía.
-Buscando respuesta.- contestó cauteloso
mientras se sentaba al borde de la cama. Tenía las pupilas dilatadas y los
dientes muy blancos. Nunca me había llamado eso la atención por lo tanto pienso
que es algo que sucede desde hace poco.
-¿Qué os fumáis para tener las pupilas tan
dilatadas y los dientes tan blancos? Leí una vez que la marihuana si la frotas
en las encías blanquea los dientes…- la risa de Mike rompió mi hilo de
pensamiento y con ella hizo tambalear mi muralla de enfado e ira. En el fondo
era la única familia que me quedaba y llevábamos años compartiendo miles de
cosas, sin contar a mi hermano.
-Me ha contado Alfa tu fijación con sus
pupilas y sus dientes pero no le creí, es algo… exagerado, pero veo que esta
vez tiene algo de razón. -encendió la luz de mi mesilla y la del techo de la
habitación, la lámpara de aceite parecía solo decorativa. Se agachó a mi lado y
me mostró los ojos, sus pupilas estaban más reducidas.- Adelis, en penumbra la
pupila se abre para captar más la luz, es una lección de segundo de primaria.
-Siempre tan listillo.- pero no me fiaba.
-¿A qué te refieres con que “se ve
claramente”?- era de esas preguntas que sabes que si contestas tienes mucho que
perder, pero yo había lanzado la piedra.
-Te veo feliz, alegre incluso.- las palabras
se me ahogaban en la garganta. Deseaba que rehiciera su vida pero no tan
pronto, no hasta que yo lo hiciese, era egoísmo pero a la vez tenía miedo que
si mi hermano nos miraba por un agujerito se sintiera triste por vernos superar
su muerte tan rápidamente.
-No es lo que tú piensas.- sus ojos
reflejaron tristeza.- Creo que te debo una explicación pero ni yo sé por dónde
empezar.
-Te diría que por el principio pero me temo
que esto vuestro viene de antes de que yo naciera.- una risa amarga que salió por
sus labios apretados me quitaron las ganas de saber la vedad, y ¿si esta era
peor que vivir engañada?