Toda la noche he estado alucinando, una serie
de percepciones que hubiera considerado como reales si no fuera porque se
mezclaban con recuerdos de mi pasado que nunca se podrán repetir. Esa panda de
maniáticos me han dado algo que me produjo un sueño profundo, como cuando bebo
más de la cuenta, a unos les da por cantar, a otros por ponerse agresivos y a
mí por dormir; pero no todos mis sentidos quedaron afectados, el oído estaba
despierto. Escuché la risa de mi madre, sus canciones en la cocina y muchas de
sus regañinas, luego se mezcló todo con rugidos, gruñidos y ladridos, también
peleas y golpes a mi puerta; conversaciones que mantuve con mi hermano las
escuchaba como si fuera una mera oyente; me contaba que el mundo no era tan
sencillo como creíamos y que ni todo es blanco ni negro.
Son las siete de la mañana y sigo tumbada en
el salón, estoy agotada como si hubiera descargado todo los camiones de
Mercamadrid yo solita.
Creo que ha llegado el momento de poner
tierra de por medio, una cosa es que me engañen e intenten hacerme creer que lo
que vi o escuche es producto de mi imaginación y otra muy diferente que me
droguen. En una mochila meto cuatro cosas imprescindibles y salgo por la puerta
a la carrera. Doy la apariencia de ir a la facultad, aunque en realidad voy a
mi casa.
Ni un alma y todo en su sitio. Tampoco hay
guardas de seguridad ni el simpático Miguel que ya no me lo parece después de
que anoche entrase en el juego de estos papanatas. La verja está cerrada y no
se abre pero hace muchos años que se como escaparme de los sitios, salté la
valla del instituto tantas veces que mi foto figura como una heroína dentro del
anuario del mi promoción.
Como pasan los años, me ha costado mucho
sudor y lágrimas coronar la verja… pero ya estoy al otro lado y corro en busca
de la parada del autobús. Me siento una fugitiva, ¡¡Ay mi madre!!
Sinceramente no me siento contenta conmigo
misma, huyo sin saber la verdad, sin descubrir que le pasó en realidad a mi
hermano, tampoco estoy muy segura si dijeron “descuartizar”, es una palabreja
algo fuerte, a la que hay que tener respeto y miedo al que la pronuncia. Tengo
un angelito sobre un hombro que me dice: “¡Vete, huye!” y otro con tridente y
cola larga de tono rojiza: “¡Quédate y averígualo todo!”. Pero la pregunta es:
¿Quién va a contarme lo que está sucediendo? Y creo que tengo al tipo idóneo:
“Tengo que encontrar al cazador” pero por dónde se mueve, la última vez lo vi
fue en la facultad, dijo que estudiaba allí. Cambio de planes camino de la
facultad de historia en busca de un hombre que me da miedo y que cuando lo ven
mis macabros vecinos, saltan chispas.
Llevo una hora dando vueltas sin ningún triunfo,
ahora empieza a llegar la gente y quizá tenga más éxito; al que he visto de
lejos ha sido a Macqueen que me ha mirado sorprendido como si no esperase verme
hoy. Me ha intentado alcanzar entre el barullo de los que entraba en la
facultad, pero por la reacción de sus ojos al verme he decidido que no era
trigo limpio, estoy haciendo caso a mi sexto sentido que no tiene nada que ver
con estos dos angelitos que me lían más que benefician.
Sentada al cobijo de los arbustos que rodean
la facultad he masajeando mis pies doloridos, llevo horas subiendo y bajando
escaleras y mirando dentro de las clases, por los pasillos y en las diferentes
salas comunes, me quedan los baños y el claustro de profesores, he mirado hasta
en el último de los escondrijos y nada. He buscado un rincón apartado y poco
visible porque Macqueen me está siguiendo. Suena mi móvil y doy un respingo,
seré boba, es mi amiga Laura:
-¡Hola guapa!- la digo yo toda jovial aunque
sin resuello, todo hay que decirlo. Guarda silencio como escuchando el fondo en
el que me encuentro.
-¿Dónde estás?- ¡¡Uff!! Que pregunta más
rara.
-Estoy sentada masajeando mis doloridos
pies.-nuevo silencio.
-Pero… ¿Dónde?- nunca Laura ha sido tan
insistente en nada, sí que es observadora aunque parece la mayoría del tiempo
distraída pero luego recuerda detalles o situaciones que a los demás nos
pasaron por alto.
-En la facultad. Estoy buscando a un tipo que
puede aclararme algunas cosas.-silencio.- Estás muy rara, ¿Te sucede algo?
-Simplemente quería saber qué tal iba todo.-
silencio.
-Va de pena, ya lo sabes.- mi tono fue muy
agresivo, muy defensivo pero es que no parecía Laura.
-Todo con el tiempo vuelve a su cauce. Bueno
te dejo. Cuídate mucho.- y cuelga. Toma del frasco Carrasco.
Me quedo mirando la pantalla del móvil
intentando comprender de qué ha ido todo eso.
-¿Qué hace caperucita tan sola?- por fin.
Dejando a un lado que me pone los pelos como escarpias, estoy agradecida de
encontrarle, mejor dicho, de que me haya encontrado.
-Contigo quería yo hablar.- se sienta a mí
lado interesado.
-Eso es nuevo en nuestra relación. ¿Y de qué
quieres que hablemos?- guarda las distancias, dándome mi espacio sin
violentarme como hace Macqueen con su verborrea incesante y su mano
controladora.
-Eras amigo de Alfa.- arruga el morro, como
si del todo no estuviera de acuerdo.- ¿Qué sucedió entre vosotros?- guardo silencio
y le miro a los ojos, sus pupilas están dilatadas, ¿por la penumbra del rincón
o por la misma enfermedad que afecta a los amigos de Mike?- Me importa un
rábano lo que sucedió entre vosotros, en verdad quiero saber ¿qué ocurre a mi
alrededor? Y si conociste a mi hermano ¿Por qué murió?
-Conocí a tu hermano, por casualidad, como a
ti. El monte es un lugar donde pasamos muchas horas…- se ríe de algo pero no
entiendo de qué.- Con Mike me une una relación más cordial que con Alfa,
digamos que por los viejos tiempo mantenemos una conversación banal cuando nos
vemos. Él entiende que antes o después nos tendremos que hermanar por el bien
de nuestra supervivencia. Conocí a tu hermano y me pareció un tío agradable y
muy coherente para todo lo que pasaba a su alrededor, asumía muy bien su lugar,
tampoco puedo decirte muy bien cual era, pues Alfa lleva las cosas a su modo,
ni mejor ni peor que yo, es su estilo y si lo aceptas estás dentro y si no, te
echa. Yo no lo acepté y me largo. ¿Por qué murió? No tengo la menor idea. Pero
desde entonces Mike no ha sido el mismo, busca vengarse aunque Alfa crea que
no.
-¿Vengarse de quién? Si tiene que vengarse es
porque alguien de una forma deliberada acabo con su vida.-era un pensamiento
dicho en alto para afianzar esa idea que me ronda de peligro inminente.
-Caperucita, preguntas al lobo equivocado.
-¿No quedamos en que eras el cazador?
-Soy el lobo que cazó a Caperucita.- se me
heló la sangre, pero simplemente esbozó una sonrisa y dejó caer sus gafas
cubriendo sus ojos, más dilatados y oscuros.
-¿Por qué te peleaste con Alfa?- si lograba
entender algo, podría comprender de qué iba toda la historia.
-Un corral no soporta dos gallos y nosotros
somos de los grandes y toca huevos.
-¿Por qué levanto tantas pasiones?-me sonrió
provocadoramente.- Alfa siempre dice que soy un riesgo con patas y les pongo en
peligro.
-Alfa es una niñita que no soporta que las
cosas no salgan como él planea. Tú eres esa incógnita en la ecuación que no es
fácil de eliminar porque no sabes cuál es su resultado. Tiene que mantenerte
cerca por si acaso y a salvo por orden de Mike.
-¿Qué sucede estos tres días que han
intentado drogarme para que no me entere?- parece interesado ante tal
información.
-Mi interés en ti, se despertó cuando me
prohibieron acercarme a ti, cuando por ayudarte me dieron una paliza. Cuando
alguien me niega algo más despierta mi curiosidad. Pero que Alfa te drogue, me
inquieta… no por mí sino por ti. – tenía razón, estaba dando por hecho que los
buenos eran los amigos de Mike y a lo mejor eran unos psicópatas. Estaba
sembrando la duda en mí y cuanta más dudas más ganas de irme a mi Valladolid
querido.
-Es curioso lo pequeño que es el mundo.- la
voz de Macqueen no era tan amigable ni desenfadado.- ¿Me has estado evitando?
-Que rápido las cazas, va a resultar que eres
un portento como tu antecesor… - el hombre se pone en pié y se enfrenta a
Macqueen.
-¿Os conocéis?- pregunto yo sorprendida de lo
cerrado que es mi circulo de conocidos, todos se conocen y todos tienen roces
entre ellos. ¡Divino!
-No deberías hablar con este engendro y menos
en un lugar tan escondido.- me reprende Macqueen como si fuéramos amigos de
toda la vida.
-Crees que cuando sepa quién eres y lo que
hiciste, ¿te va a seguir hablando?- se sacude los pantalones y le empuja para
apartarlo de su paso.- Caperucita ten mucho cuidado, la oveja oculta bajo su
pellejo a un lobo astuto y cruel.
Estoy de las metáforas hasta los moños. Me
zafé de la compañía de Macqueen en cuanto pude y me fui tras el que fuera amigo
de Alfa.