Las cuatro de la mañana y mirando al techo
con las piernas encogidas y lo postura fija desde hace hora y pico. López subió
a mi cama al rato de acostarme, agradecí su cercanía y esa protección que me
demuestra constantemente, no pude largarle con viento fresco. Entre él y yo es una relación de tira y
afloja. Cuando estamos solos se comporta como un capullo, pero en compañía es un
amigo fiel. Me gusta el calor que siento en los pies helados, estos pies vienen
de nacimiento no son por el miedo o la confusión de mi nueva vida.
López empezó en una esquina de la cama pero
poco a poco va comiendo terreno y me veo durmiendo pegada al cabecero. Como no
pego ojo he cogido un taco de papeles de la caja de cartón que tengo colocado
en el suelo. Sinceramente era un texto soporífero, era una lista de apellidos
para mi gusto al azar que he ido leyendo sin mucho interés hasta que he visto
dos que me han parecido muy preocupantes.
-El apellido de López es patronímico que
deriva del prenombre Lope. Se añadió la desinencia “-ez” que indica “hijo de” y
a su vez Lope viene del latín “lupus” que significa lobo. Resumiendo López
significa “hijo de lobo”. Este apellido con el paso del tiempo degeneró pero
sus inicios marcaban a una estirpe de seres de difícil clasificación pues no
son ni animales ni hombres. Pero leyendo solo esto, uno puedo pensar que es una
memez de alguien que tenía mucho tiempo para divagar sobre el origen absurdo de
las cosas. Un par de párrafos por debajo leo: el apellido Osorio, unos de los
más ilustres dentro de los cazadores de lobos. De su estandarte colgaban los
dos primeros lobos nacidos de la lujuria, dos hermanos de alma que representaban
el bien y el mal en la faz de la tierra. Un lobo blanco y otro negro. La lista
cobra otro sentido y la leo con más detenimiento. No voy a relatar todo lo que
esa noche leí pero un resumen no viene nada mal, las casualidades de la vida pero dos de mis
amigas llevaban esos apellidos. Laura Loyola: Loyola es el más enigmático, en
su escudo hay dos lobos con las patas cerca de una olla que cuelga de una
cadena; la olla puede interpretarse como la opulencia que pende de una atadura
que se pierde en los cielos. Lleva a varias interpretaciones, los lobos son
ricos pero lo que más desean proviene de la luna y la custodian con garras y
colmillos. Por lo tanto Loyola son los protectores del tesoro de la luna que
desean los lobos. Sara Licurgo: Licurgo apellido de cazadores de lobos pero a
diferencia de los Osorio estos no les aniquilaban estos desean domesticarles,
aprender de ellos, establecer una relación beneficiosa para ambas especies. Luperio
es un aullador de lobos, un hombre que goza del favor de los lobos y puede
reproducir su sonido para que estos acudan en su ayuda. He leído este apellido
en algún lugar pero no recuerdo dónde. Hasta
cincuenta apellidos.
En esta cama estamos durmiendo juntos: un
hijo de lobo y una exterminadora de lobos. La ironía de la vida.
Suena el despertador y tengo la esquina de la
mesilla clavada en la frente, la pezuña de López sobre mi cabeza, su hocico en
mi nuca y el resto de sus muchas patas, clavadas en mi espalda y riñones. Me
levantó echa un ocho, me duelen hasta las pestañas y no puedo desperezarme sin
que cruja un hueso o sentir una tensión en
un músculo.
-López lo nuestro es un imposible, hoy pase
porque anoche no deseaba dormir sola pero no ha sido nada grato. ¿Y qué es este
olor nauseabundo?- me mira con indiferencia, se levanta y salta de la cama,
creo que está ofendido. – Tenemos que controlar esa dieta… ¡Vaya peste has
dejado!-ladra desde la cocina.
Voy a perder el autobús si no acelero pero
sinceramente estoy molida. Cuando saco a pulgoso por la mañana dudo de quién
pasea a quién, va tres metros por delante tirando de mí, muchas veces opto por
sacarle sin correa para evitar una imagen tan lamentable. La otra noche vi un
tutorial que decía como marcar el dominio sobre nuestro perro a través de un
juego sencillo. Lo explico para que comprendáis lo patético que resulta ser
humillada por López. Cogemos un juguete de cuerda y le animamos a que muerda un
extremo, después cogemos la otra punta y tiramos con todas nuestras fuerzas
para arrebatarle el juguete, que sepa
quién manda; por nada del mundo nos podemos dejar ganar, eso le hace entender
que de los dos el jefe es él, advierte el chico que tan amablemente muestra en
la imagen que sencillo es. Lo decidí de repente y a falta de juguete de cuerda,
enrolle una toalla del aseo y azucé con ella a López que medio dormía su sexta
siesta. El animal decidió prestarme atención, no por lo divertido que pudiese
parecer sino porque le estaba tocando lo huevos y estaba hasta más arriba del
cogote. No le arrebaté ni una sola vez el trapo, él me arrastró hasta dejarme
al lado de la puerta de la calle, después me arrebató el trapo y lo dejó a mis
pies, pero yo no podía rendirme. López
movía la cabeza para arrancarme el trapo y yo perdía el equilibrio cayendo
sobre la mesa de cristal y mandando el florero a tomar por saco. Pero me levantaba
y continuaba. Me lanzó contra la puerta de la calle, contra el suelo y contra
la pared. No se le movía ni un pelo, me arrebataba el trapo con tanta soltura
que me miraba diciendo: “Lo dejamos antes de que te abras la crisma”. Me salvó
el timbre de la puerta me hizo salir de un bucle en el que había entrado yo
solita.
-¿Sucede algo?- era Zeta en compañía de Gamma
que salían a correr.
-Estoy intentando enseñar a López quien es el
jefe de nuestra manada.- vieron el trapo en su boca, mi melena desbocada, mi
camiseta descolocada y mi cara sudorosa y sonrojada.
-¿Gana López?-preguntó divertido Gamma.
-Estoy dándole un poco de cuartelillo.
-No es un juego adecuado para un animal de su
envergadura. López es dominante como para encima demostrárselo…- Zeta era
curioso, no sabía si intentaba ayudar o se mofaba de mí.
-Te aconsejo que uses el método de los
lobos.- dijo Gamma bajando por las escaleras.
-Eso estaba pensando, en morderle el cuello.-
López me gruñe para que ni se me pase por la cabeza tal osadía.
-Los lobos prefieren una guerra psicológica.-
eso es lo que hacía con tanto duelo de mirada y quitarme mi ropa del cesto de
la ropa sucia o restregarse en mis pantalones, cosa que odio.
Salimos a la carrera por el portal cuando me
cruzo con los cuatro panolis de siempre que vienen de correr, por sus trazas
porque no llevan la camiseta sudada. López tira furioso cuando me detengo a
saludar y también porque le obstaculizan el paso. Charlamos del tiempo tan
fresco, de la mañana tan agitada que llevo, de que me voy pitando a la facultad
y cuatro memeces más que solo Zeta y Beta
acompañan con monosílabos, porque Alfa ni pestañea y Gamma parece en
otro mundo. Bueno no sé si pestañean porque llevan puestas sus gafas de sol y
todavía el astro rey no se ha quitado la legaña. Son las siete de la mañana.
Lopez pega un tirón tan fuerte que se me escapa la correa de entre los dedos.
-No sabes con quién te gastas los cuartos,
soy un Osorio y voy a colgar tu pellejo de mi estandarte.- inició la maniobra
para salir en su busca cuando la mano de Alfa aprisiona mi delgado brazo con
más fuerza de la necesaria.
-¿De dónde has sacado eso?- tiene las gafas
puestas, pero me apuesto la mano derecha que los ojos se le achinan hasta
convertirlos en una fina línea. ¡Yuyu, mucho yuyu!
López se pierde de mi vista camino del parque
de perros.
-¿El qué? Que soy un Osorio lo sé de
nacimiento pero no uso tal apellido por motivos que no vienen al cuento; que mi
apellido proviene de ilustres cazadores de fieros lobos, lo leí anoche.
-No hay nada ilustre en matar a un lobo, en
llevar a la extinción a una especie porque no nos son útiles.-sinceramente no
sabía si era tonto o se lo hacía, lo mío era una broma, lo suyo era arrogancia.
-¡¡¡Puaff!!! No estoy para monsergas a estas
horas. – me zafé de su agarre y salí tras mi pulgoso que se revolcaba feliz sobre
un macizo de flores recién plantado, dudo mucho que fuera el aroma de las
violetas lo que llamó su atención, más bien el montón de estiércol que
descansaba a su lado para extender por todo el centro floral. Estaba impregnado
todo él, una peste desprendía, mire al cielo rogando piedad y más paciencia. No
quieres caldo, pues toma dos tazas.