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Capítulo 23




Las cuatro de la mañana y mirando al techo con las piernas encogidas y lo postura fija desde hace hora y pico. López subió a mi cama al rato de acostarme, agradecí su cercanía y esa protección que me demuestra constantemente, no pude largarle con viento fresco.  Entre él y yo es una relación de tira y afloja. Cuando estamos solos se comporta como un capullo, pero en compañía es un amigo fiel. Me gusta el calor que siento en los pies helados, estos pies vienen de nacimiento no son por el miedo o la confusión de mi nueva vida.
López empezó en una esquina de la cama pero poco a poco va comiendo terreno y me veo durmiendo pegada al cabecero. Como no pego ojo he cogido un taco de papeles de la caja de cartón que tengo colocado en el suelo. Sinceramente era un texto soporífero, era una lista de apellidos para mi gusto al azar que he ido leyendo sin mucho interés hasta que he visto dos que me han parecido muy preocupantes.
-El apellido de López es patronímico que deriva del prenombre Lope. Se añadió la desinencia “-ez” que indica “hijo de” y a su vez Lope viene del latín “lupus” que significa lobo. Resumiendo López significa “hijo de lobo”. Este apellido con el paso del tiempo degeneró pero sus inicios marcaban a una estirpe de seres de difícil clasificación pues no son ni animales ni hombres. Pero leyendo solo esto, uno puedo pensar que es una memez de alguien que tenía mucho tiempo para divagar sobre el origen absurdo de las cosas. Un par de párrafos por debajo leo: el apellido Osorio, unos de los más ilustres dentro de los cazadores de lobos. De su estandarte colgaban los dos primeros lobos nacidos de la lujuria, dos hermanos de alma que representaban el bien y el mal en la faz de la tierra. Un lobo blanco y otro negro. La lista cobra otro sentido y la leo con más detenimiento. No voy a relatar todo lo que esa noche leí pero un resumen no viene nada mal,  las casualidades de la vida pero dos de mis amigas llevaban esos apellidos. Laura Loyola: Loyola es el más enigmático, en su escudo hay dos lobos con las patas cerca de una olla que cuelga de una cadena; la olla puede interpretarse como la opulencia que pende de una atadura que se pierde en los cielos. Lleva a varias interpretaciones, los lobos son ricos pero lo que más desean proviene de la luna y la custodian con garras y colmillos. Por lo tanto Loyola son los protectores del tesoro de la luna que desean los lobos. Sara Licurgo: Licurgo apellido de cazadores de lobos pero a diferencia de los Osorio estos no les aniquilaban estos desean domesticarles, aprender de ellos, establecer una relación beneficiosa para ambas especies. Luperio es un aullador de lobos, un hombre que goza del favor de los lobos y puede reproducir su sonido para que estos acudan en su ayuda. He leído este apellido en algún lugar pero no recuerdo dónde.  Hasta cincuenta apellidos.
En esta cama estamos durmiendo juntos: un hijo de lobo y una exterminadora de lobos. La ironía de la vida.
Suena el despertador y tengo la esquina de la mesilla clavada en la frente, la pezuña de López sobre mi cabeza, su hocico en mi nuca y el resto de sus muchas patas, clavadas en mi espalda y riñones. Me levantó echa un ocho, me duelen hasta las pestañas y no puedo desperezarme sin que  cruja un hueso o sentir una tensión en un músculo.
-López lo nuestro es un imposible, hoy pase porque anoche no deseaba dormir sola pero no ha sido nada grato. ¿Y qué es este olor nauseabundo?- me mira con indiferencia, se levanta y salta de la cama, creo que está ofendido. – Tenemos que controlar esa dieta… ¡Vaya peste has dejado!-ladra desde la cocina.

Voy a perder el autobús si no acelero pero sinceramente estoy molida. Cuando saco a pulgoso por la mañana dudo de quién pasea a quién, va tres metros por delante tirando de mí, muchas veces opto por sacarle sin correa para evitar una imagen tan lamentable. La otra noche vi un tutorial que decía como marcar el dominio sobre nuestro perro a través de un juego sencillo. Lo explico para que comprendáis lo patético que resulta ser humillada por López. Cogemos un juguete de cuerda y le animamos a que muerda un extremo, después cogemos la otra punta y tiramos con todas nuestras fuerzas para arrebatarle el juguete, que  sepa quién manda; por nada del mundo nos podemos dejar ganar, eso le hace entender que de los dos el jefe es él, advierte el chico que tan amablemente muestra en la imagen que sencillo es. Lo decidí de repente y a falta de juguete de cuerda, enrolle una toalla del aseo y azucé con ella a López que medio dormía su sexta siesta. El animal decidió prestarme atención, no por lo divertido que pudiese parecer sino porque le estaba tocando lo huevos y estaba hasta más arriba del cogote. No le arrebaté ni una sola vez el trapo, él me arrastró hasta dejarme al lado de la puerta de la calle, después me arrebató el trapo y lo dejó a mis pies, pero yo no podía rendirme.  López movía la cabeza para arrancarme el trapo y yo perdía el equilibrio cayendo sobre la mesa de cristal y mandando el florero a tomar por saco. Pero me levantaba y continuaba. Me lanzó contra la puerta de la calle, contra el suelo y contra la pared. No se le movía ni un pelo, me arrebataba el trapo con tanta soltura que me miraba diciendo: “Lo dejamos antes de que te abras la crisma”. Me salvó el timbre de la puerta me hizo salir de un bucle en el que había entrado yo solita.
-¿Sucede algo?- era Zeta en compañía de Gamma que salían a correr.
-Estoy intentando enseñar a López quien es el jefe de nuestra manada.- vieron el trapo en su boca, mi melena desbocada, mi camiseta descolocada y mi cara sudorosa y sonrojada.
-¿Gana López?-preguntó divertido Gamma.
-Estoy dándole un poco de cuartelillo.
-No es un juego adecuado para un animal de su envergadura. López es dominante como para encima demostrárselo…- Zeta era curioso, no sabía si intentaba ayudar o se mofaba de mí.
-Te aconsejo que uses el método de los lobos.- dijo Gamma bajando por las escaleras.
-Eso estaba pensando, en morderle el cuello.- López me gruñe para que ni se me pase por la cabeza tal osadía.
-Los lobos prefieren una guerra psicológica.- eso es lo que hacía con tanto duelo de mirada y quitarme mi ropa del cesto de la ropa sucia o restregarse en mis pantalones, cosa que odio.

Salimos a la carrera por el portal cuando me cruzo con los cuatro panolis de siempre que vienen de correr, por sus trazas porque no llevan la camiseta sudada. López tira furioso cuando me detengo a saludar y también porque le obstaculizan el paso. Charlamos del tiempo tan fresco, de la mañana tan agitada que llevo, de que me voy pitando a la facultad y cuatro memeces más que solo Zeta y Beta  acompañan con monosílabos, porque Alfa ni pestañea y Gamma parece en otro mundo. Bueno no sé si pestañean porque llevan puestas sus gafas de sol y todavía el astro rey no se ha quitado la legaña. Son las siete de la mañana. Lopez pega un tirón tan fuerte que se me escapa la correa de entre los dedos.
-No sabes con quién te gastas los cuartos, soy un Osorio y voy a colgar tu pellejo de mi estandarte.- inició la maniobra para salir en su busca cuando la mano de Alfa aprisiona mi delgado brazo con más fuerza de la necesaria.
-¿De dónde has sacado eso?- tiene las gafas puestas, pero me apuesto la mano derecha que los ojos se le achinan hasta convertirlos en una fina línea. ¡Yuyu, mucho yuyu!
López se pierde de mi vista camino del parque de perros.
-¿El qué? Que soy un Osorio lo sé de nacimiento pero no uso tal apellido por motivos que no vienen al cuento; que mi apellido proviene de ilustres cazadores de fieros lobos, lo leí anoche.
-No hay nada ilustre en matar a un lobo, en llevar a la extinción a una especie porque no nos son útiles.-sinceramente no sabía si era tonto o se lo hacía, lo mío era una broma, lo suyo era arrogancia.
-¡¡¡Puaff!!! No estoy para monsergas a estas horas. – me zafé de su agarre y salí tras mi pulgoso que se revolcaba feliz sobre un macizo de flores recién plantado, dudo mucho que fuera el aroma de las violetas lo que llamó su atención, más bien el montón de estiércol que descansaba a su lado para extender por todo el centro floral. Estaba impregnado todo él, una peste desprendía, mire al cielo rogando piedad y más paciencia. No quieres caldo, pues toma dos tazas.

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