Subo acordándome de todos los antepasados de
esos cuatro peleles, panda de tarados, me han recordado a López saliendo como
alma perseguida por el diablo. ¡López! ¡Dios mío! Lleva todo el día solo. El
último tramo de escaleras lo he subido a la carrera, rezando porque no se haya hecho
sus cositas por toda la casa. No tengo fuerzas para limpiar más porquería, mira
que el día me cunde en esta ciudad, el ajetreo que tengo, no paro y estoy
agotada. La cinturilla de los pantalones cada vez está más amplia, a este paso
este verano me compro un trikini porque ni caderas voy a tener, dónde van a
quedar mis generosas curvas.
Nada más abrir me ha subido la bilis por el
estómago a la boca. Mis preciosos zapatos de Gloria Ortiz, el regalo de mi
hermano por mi cumpleaños estaban hecho girones en la entrada, uno de ellos en
la misma puerta para que fuera preparándome para lo que me esperaba por tardar
más de la cuenta, el otro todo babeado lo encontré sobre el sofá junto con mis
botas de borrego UGG, meses de quitarme de aquí y de allá para comprármelas y
han quedado reducidas a una especie de churro babeado y mugriento. He gritado y
maldecido. Lo he buscado por la casa y encontrado sobre mi cama destrozando mi
pijama, no el primero que me robó que lo tiré a la basura ayer, sino el otro,
ya no tengo más, dormiré en pelota picado o robaré uno a Mike.
El muy desgraciado me gruñe cuando forcejeo
para quitarle los restos de lo que fue mi pantalón de franela con estampado de
mariposas. Quiero matarle y lo debe ver en la expresión de mi cara porque sale
corriendo, lo persigo sin mucho éxito y cuando lo acorralo me muestra los
dientes mientras gruñe y babea, le da una apariencia de perro rabioso que quita
el hipo. Me muestra su rostro más fiero y salvaje, dudo que sea un perro, esta
mala bestia en un lobo rabioso. Tengo que hacerme el líder de la manada, miraré
en Google los tutoriales de Cesar Millán, quiero aprender a dominarlo con la
mirada y con la mano calmarlo al estilo “Cocodrilo Dundee”. Me he quedado
embobada pensando que dos dedos usaría para dominar a mi pulgoso cuando ha
escapado por la puerta entreabierta.
¡Venga, vamos a seguir corriendo que hoy
total no hice nada de ejercicio!
He corrido camino del monte cuando escucho
las voces de Miguel que seguro iba a cerrar la puerta de acceso, no entendía lo
que decía pero le saludé con la mano y seguí mi camino. Sus gritos han llamado
mi atención y me he girado para verle venir casi sin resuello pero yo continué
andando.
-…No corra tras López, ya regresará el solo…-
me grita y yo pensando en las miles de cosas malas que le pueden pasar y como
le digo a Mike todo lo que se me está pasando por la cabeza.
-No pasa nada, cierre que entro por la puerta
principal.- le contesto.
-No, no vaya al monte que están los chicos.
-No sufra estamos en el siglo XXI y una mujer
puede ir sola a pasear y hablar con un hombres sin necesidad de carabina.
-No, no salga.- le oigo a lo lejos cuando ya
escapo por la verja.
No me imaginaba a Miguel tan anticuado, es
cierto que estará alrededor de los sesenta y tantos años pero vamos que no me
esperaba yo tal cosa.
Las
pisadas de López en el barro se dirigían atravesando el monte. Agradezco la luna
casi llena porque le hubiese perdido al instante. He andado a paso ágil porque
no me veo capaz de correr sin partirme la crisma. Como siempre pierdo la noción
del tiempo, para mi han pasado minutos desde que vi a mi pulgoso correr
alejándose de mí y mis malos instintos pero me temo que ha pasado una hora. Ni
rastro de él ni de nadie, tanto miedo y tanto vocerío por parte de Miguel y
esto está más vacio que la tetería que abrieron en mi calle, en Valladolid.
No tiro la toalla tan fácilmente pero estoy
cansada de este día, de ir de acá para allá. Cogí uno de tantos caminos de
arena que no sé a dónde van ni de dónde vienen y me pongo a caminar por él con
la idea de volverme, aunque tampoco tengo mucha idea dónde tengo que volver,
vamos que me he vuelto a perder. Entonces escucho un quejido y corro. Al borde
del camino veo a un chico agachado sobre mi López apretándole la cabeza contra
la arena y manteniéndole inmovilizadas las patas traseras con una de sus
piernas. Me sube una rabia desde la punta de los pies hacia la cabeza, y no lo
dudo me lanzo en plancha a por él. Le cojo del pelo y tiro con todas mis
fuerzas, él en un giro casi maestro me sujeta por el cuello y por la cintura,
pero yo no suelto su melena y con la otra mano le agarró una oreja. Forcejeamos
y él no duda en propinarme con la mano que tenía en mi cintura, un puñetazo en
mis tripas, pierdo el aire de golpe como al flotador que te sientas sobre él
sin el tapón. Oigo a López morderle el pantalón y arrastrar su pierna por la
arena, lo que hace que pierda el equilibrio, momento que aprovecho para
lanzarle una patada en todos los cataplines, esquiva el golpe que cae en su
rodilla, infringiéndole también dolor, levanta su rostro hacía mí y sus ojos,
sus ojos son negros como la gruta de una cueva cualquiera, fríos y oscuros, me
enseña sus dientes blancos con unos colmillos pronunciados y me suelta una
bofetada, cayendo todo lo larga que soy a la arena con un sabor a hierro en la
boca y un dolor espantosa en toda la dentadura. Me coge del pelo y me arrastra
mientras López sigue mordiendo su pantorrilla, pero parece inmune. No estoy
dispuesta a que un fulano golpee a mi perro y luego me trate como una muñeca de
trapo, recojo del suelo un puñado de tierra y se lo lanzo a los ojos,
inmediatamente abre la mano y me suelta la melena, aprovecho para llamar a
López y salir a la carrera camino de ninguna parte.
Mi lindo pulgoso se da cuenta de mi
desconcierto y tomo la delantera. Creo que nunca he corrido tan deprisa ni
saltado los arbustos con tanta decisión, el miedo me hace otra persona distinta.
En la verja me esperaba el pobre Miguel todo azorado explicándoles a los cuatro
bobos de turno, digamos los amigos de Mike, por dónde creía que me había ido.
Se han quedado tan alucinados que miedo me ha dado mirarme luego en el espejo.
-¡¡Ay, ay, ay!! – grita el pobre Miguel
cuando me ve bajo la luz de la farola de la urbanización.
-Estoy bien, Miguel, no ha sucedido nada.- el
hombre se echa a llorar y se me parte el alma.- El otro quedó mucho peor.- pero
mi broma no consigue el efecto deseado el hombre solloza.
-Una negativa para ti es como el pistoletazo
de salida.- me recrimina Alfa.
-Ese tío agarró del cuello a López y se lo
apretaba contra la arena, no iba a dejar que lastimara a mi pulgoso, ni él ni
nadie.-le vocifero con el dedo índice levantado.
-¿Te fijaste en él?-me interroga Gamma sin
dejar de mirar hacía el monte oscuro.
-Sí. Pero da igual como era.- acaricio el
cuello de López y lo empujo hacia casa.- Me voy a la cama. Creo que mi karma se
está volviendo negra.
Ya en el portal. La voz de Beta me descoloca.
-Lamento todo lo sucedido.- su voz sueña
pesarosa, triste y abatido como la de un amigo que padece tus penas.
-Gracias. Me están sucediendo multitud de
cosas a diario, no soy capaz de procesar todo este bombardeo de sensaciones,
estímulos y miedos que recibo. Sois amigos de Mike, sinceramente lo dudo.- subí
unos peldaños y me di la vuelta para mirarles de nuevo.- Mañana será otro día.
Gracias por el paseo y por las confidencias, Beta. Buenas noches a todos.
“Estoy agotado pero no derrotada. Que nadie
se confunda.” Este es mi estado en el facebook con una foto mía presumiendo de
mi nuevo rostro morado, mis chichones en la frente, así como mi labio partido,
estoy hecha un cromo.