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Capítulo 21




-¿Es un lobo o un perro salvaje?- el animal mostró sus dientes.
-Un lobo.- Beta no dejaba de mirarle.
-Tengo entendido que si haces como que no le ves, se marcha.
-Se irá cuando él quiera.
-¿Qué quiere de nosotros?
-Le intriga lo que hacemos a estas horas en lo alto de este monte.- no apartaba los ojos del gran animal que no continuaba su camino.
-Todas las noches sueño con dos lobos que me persiguen por un monte como este, uno blanco con ojos plateados y otro negro con el reflejo de la luna en sus pupilas, podía ser ese perfectamente. También me persiguen hombres con armas y palos. No esperaba que mi sueño se cumpliera.- suspiré. No tenía miedo solo respeto hacía un animal que nos miraba con mucho interés.
Los ojos de Beta estaban más dilatados de lo habitual y parecía mantener una conversación con el lobo,  concentración y un duelo de miradas. Me permitió observarles con detenimiento. Otra persona en mi situación correría despavorida, pero yo lo había hecho durante tantas noches y sabía lo ridículo que era escapar de uno de ellos. Por fin el lobo negro se aburre de nosotros y desaparece por entre los árboles.
-¡Vámonos!- Beta me cogió de la mano y me arrastró por entre los pinos y abetos evitando que cayese arrastrando a ambos en el descenso. Ya en el coche me sacudí los pantalones y quité alguna hoja enganchada en mis calcetines.
-Interesante.- dije mientras nos alejábamos. No levantó la vista de la carretera pero me negaba a regresar en silencio.- Háblame de Mike.
-Es un buen tipo.- silencio.
-Otra en mi lugar, mañana a primera hora haría la maleta y saldría por la puerta sin mirar hacia atrás. No es una amenaza es una advertencia, dame una razón para no hacerlo, estoy agotada de vosotros, de vuestro hermetismo, de que intentéis tergiversar no solo lo que veo también lo que escucho. ¿Cómo se tomaría Mike la noticia de mi regreso a Valladolid?
-Mataría a Alfa.- lo dijo como si tal cosa, sin despeinarse.- Mike hace años tomó un camino diferente al nuestro, digamos que empezó a indagar respuestas. No se conformó en continuar siendo lo que somos sin poder optar. Con dieciséis años que es cuando alcanzamos la mayoría de edad, se fue de casa. Sus pasos le llevaron a miles de lugares, allí donde la gente le contaba una historia que encajaba en lo que él buscaba. Regresó con un gran conocimiento pero también con un peligro. Su búsqueda había llamado la atención de gente que creíamos extinguida. Mike continuó su vida. La muerte de su padre le ponía a la cabeza de una gran empresa pero él no estaba preparado para asumir el cargo, estaba dispuesto a encontrar la clave que llevase a la “opción”. El destino juega un papel importante en nuestras vidas, sin ninguna duda. Un día Mike conoce a tu hermano, por él renuncia a todo menos a su búsqueda, ahora la desea más que nada en este mundo. Siente la presión del miedo a su espalda. Acude a Alfa para avisarle de lo que se cierne sobre todos nosotros pero sobre todo en él, que se ha hecho visible. Pero Alfa no está dispuesto a ayudar a un hermano que le condenó. Tampoco le presta atención pues piensa que son los desvaríos de un necio que busca lo que no existe. Y una noche Alfa recibe la llamada de un amigo, Mike ha sido atacado y tu hermano ha muerto escapando. -me tiemblan las rodillas y las manos, no entiendo del todo lo que cuenta pero mi hermano murió por culpa de Alfa, es lo único que tengo claro, por sus disputas familiares y por una empresa que no debe ser muy legal.- Pero lo malo está por llegar. Al gestionar los papeles para el entierro de tu hermano, Mike descubre que nunca fue él el objetivo, si no tu hermano. Y que ahora estás tú en peligro, por culpa de una relación que nunca debió existir. Alfa está obligado a protegerte hasta que llegue Mike que ha continuado con la búsqueda.
-Pedazo culebrón de las 15:30 h me has contado. Me queda clara una cosa, Alfa no ayudo a mi hermano cuando podía y lo dejo morir.
-No has escuchado nada.- grita Beta dentro del coche que está aparcado desde hace cinco minutos en el garaje de nuestra flamante y enigmática urbanización.
-¿Intentas hacerme creer que mi hermano estaba metido en algún tipo de ilegalidad que le costó la vida? Conocía a mi hermano, no era de los que se meten en problema, huía de las confrontaciones y mediaba por el dialogo y la paz. No te permito que empañes su recuerdo con vuestra bazofia.
-Me has pedido una explicación.- salimos del coche dando ambos un portazo.
-Te he pedido sinceridad, no una película de miedo. Y ahora intentas hacerme creer que solo estoy a salvo cerca de una panda de tarados. ¿Por qué os marcáis los brazos?- se recompuso enseguida de mi pregunta.
-Yo no tengo marca alguna.
-Lo he visto en unas fotos que guarda Mike en su despacho. Alfa os marcaba a todos con un hierro incandescente como ganado.
-No tengo ninguna marca. - se empezó a desabrochar la camisa para mostrarme los dos brazos.- Tengo un tatuaje de una luna y una cicatriz de cuando era niño, me enganché con un alambre de espino.
-Yo tampoco tengo marca alguna.- dijo Zeta a mi espalda, estaba acompañado por Gamma y Alfa.
-Ni yo, pero no pienso desnudarme para demostrártelo.- Gamma me sonrió pícaramente. Alfa se limitaba a matarme con su mirada gélida.
Cogí la caja del maletero del coche y mi mochila al hombro y pasé por delante de ellos camino de mi portal.
-Hay algo siniestro en vuestros ojos, tan dilatados, y esos dientes tan blancos… ¡¿Qué os fumáis?!... Tendré que convivir con esa sensación como la que nace ahora, miedo. Me adaptaré a vuestros ojos clavados en mi nuca, los pelos como escarpias y esa sacudida en el estómago que me grita que: “¡Corra!”.
No me preguntéis que sucedió ni que fue lo que dije que tanto les ofendió pero salieron a la carrera por la rampa del garaje.
-¡Gilipollas! ¡Mamelucos!- fue lo que escucharon de mi boca antes de desaparecer.

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