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Capítulo 11




 Siento la lengua de López por la cara y sus patas sacudirme el hombro. Mi rostro aplastado contra la moqueta y los pelillos de esta pegados a mis labios. Me duele la cabeza y escucho gritos y golpes. Oigo mi nombre mezclado con mamporros violentos en una puerta que resiste a abrirse. Ladra López y me estremezco, me duele la cabeza y me zumbas los oídos. Me levanto y arrastro los pies hacía la entrada, mientras mi pulgoso salta a mí alrededor. La puerta está medio abierta y una mano forcejea por quitar la cadena. Me acercó y veo medio rostro de Zeta luchando por entrar.
-¡Alfa!- grita Zeta en cuanto ve mi cara asomar por la rendija de la puerta.- Está aquí.
Cierro la puerta, quito la cadena y vuelvo a abrir para dejar pasar al cuarteto más antipático del mundo. Todos me miran ceñudos al entrar al recibidor, todos miran un punto en mi frente y menean con la cabeza con un enfado palpable, menos Alfa que me observa con disgusto, como si yo fuera un contratiempo en su perfecto plan.
-¿Qué te ha sucedido?- me pregunta Zeta señalando mi frente.
-No lo recuerdo. Me he despertado en el suelo de mi habitación con López dándome un morreo de lo más baboso.- toco con delicadeza mi cabeza, allí donde más duele. El chichón que mostraba mi rostro no era nada con el que ahora palpaba, aquello era como un gran cuerno de unicornio.- ¡Santo cielo!
Corrí al aseo y me miré en el espejo. Tenía la frente morada y el tamaño de mi protuberancia era el triple de cuando me acosté. Volví sobre mis recuerdos para poner algo de claridad en mi memoria a corto plazo.
-¿Va todo bien?-interroga Gamma que parece nervioso por irse.
-No va nada bien. ¿Qué me ha pasado?- me dirijo al salón y me dejo caer en el sofá. López me mira desde la cama sin interés.
-Hemos escuchado un fuerte golpe, después López ha empezado a ladrar sin descanso.- Zeta es amable pero en su voz no hay vida, es como el disco del contestador.
-Me acosté temprano y estuve leyendo…- voy caminando sobre mis pasos.-…leyendo… escuché voces en el jardín y me picó la curiosidad… me vestí y baje a la carrera…- me froto el pelo con fuerza, levanto la cabeza y me fijo en el rostro inexpresivo de Alfa que me mira fijamente y entonces recuerdo como zarandea a un muchacho por el cuello.- Te recuerdo peleando con un muchacho y le gritas que no es de la manada, que salga de la urbanización.
Todos pasean sus ojos de los míos a los de Alfa y viceversa. El silencio se corta con cuchillo en el salón. No sé si busca las palabras  adecuadas o una mentira creíble, no creo que tenga el valor de tacharme de loca, decirme que lo que vi no es real pero me preparo para algo como eso.
-¿Cómo llegaste a la cama?- pregunta por fin.
-¡Uff! No recuerdo…- vuelta a escudriñar en mi cabezota dolorida.- Pues no lo recuerdo muy bien, intenté huir de ti y me golpeé contra la pared y caí desmayada al suelo.
-Entonces te cogí en brazos y te subí al piso, te metí en la cama y te arrope o quizá mejor aun, te tiré dejando caer medio cuerpo dentro de ella y medio sobre la moqueta que tienes marcada en la cara. Seguidamente salí por la puerta, puse la cadena, cerré con llave y eché el cerrojo. Luego fingimos preocupación y golpeamos la puerta hasta dejar marcados nuestros nudillos en ella. ¿Algo así?- yo asentí con la cabeza pero aquello era absurdo, cómo iban a poner la cadena desde fuera.
-Entiendo lo que pretendes.-estaba molesta, precisamente eso era lo que parecía.
-¿Qué pretendo?-Alfa era odioso, sencillamente despreciable con aquel porte seguro y prepotente.
-Hacerme creer que lo que vi es producto de mi imaginación. -guardé silencio.
-Zarandeo a la gente cuando no respeta mi espacio y echo a muchos de esta urbanización cuando piensan que las normas se ponen para saltárselas a la torera. Nadie puede provocarme y salirse de rositas, pero precisamente anoche estaba en mi casa con mejor compañía que la de un niñato mal criado que no respeta la jerarquía en la manada, y digo manada por usar tus palabras.- por la puerta entra una mujer de melena morena y grandes ojos marrones.- Te presento a Orfibia, mi pareja. Creo que te preocupaban nuestras inclinaciones sexuales.
-¡¿A mí?!- mentí malamente mientras fulminaba con la mirada a Zeta.
-No sé a qué juegas, ni qué intentas descubrir. No guardamos ningún secreto más que la privacidad a la que todos tenemos derecho.- coge de la cintura a esa mujer que no deja de radiografiarme con la mirada y salen de mi piso. Seguidos por todos menos Zeta que parece ser mi guarda custodia. Y me doy cuenta que ha dado vuelta a la tortilla y me siento fatal por dejarme embaucar.
-Gracias por ir contando todas las memeces que suelto en compañía.- Zeta se sienta a mi lado y mira hacía López que nos observa por el rabillo del ojo.
-No voy a pedir perdón porque no fui yo, fue Gamma. Tu presencia nos tiene descolocados a todos. Estamos viviendo unos momentos muy complicados para nosotros y tú eres un peligro con patas.-me cogió la mano entre las suyas, era una estufa andante.- Me gustaría decirte que te fueras lejos para estar a salvo, pero ya es tarde, ya lo era antes de que llegaras.
-Te das cuenta que pareces un lunático, que me estás metiendo el miedo en el cuerpo, qué no sé de qué tengo que estar asustada ni de quién debo escapar.-Zeta se golpeó la frente.- Y te garantizo que desde que dejé mi Valladolid natal, siento como si me pisaran los talones.
-Hablo mucho y sin razón alguna. Olvídate de todo lo que acabo de decirte.
-Si claro, espera que me reseteo y volvemos a empezar.- se puso en pié y yo detrás.- ¡Hola! Me llamo Adelis González.
-¿González?-asentí con la cabeza y  una mueca de chufa dibujada en mi rostro ante su desconcierto.- ¿No eres Osorio como tu hermano? ¿No tenéis el mismo padre?
-Sí. Soy Osorio como mi hermano pero yo prefiero dar el apellido de mi madre.- Zeta seguía sin comprender.- Mi padre me abandonó cuando yo era recién nacida, no tengo ningún recuerdo suyo ni foto nostálgica. Nunca se preocupó por mí y yo no creo que se merezca el honor de que yo lleve su apellido como una posesión.
-Comprendo.- era un “comprendo” muy profundo, muy preocupado.- Tengo que irme.
-¿Y me dejas así?
-No habré escuchado yo veces esa pregunta de bellas mujeres al amanecer.- dio un portazo antes de que pudiese replicar.
Mandé una foto de mi nuevo rostro por facebook a mis amigas y me arrepentí al segundo, Mike la podría ver también y lo último que buscaba era que se preocupase. Lo borré. Tenía que poner en marcha el capítulo dichoso de mi vida y para eso debía empezar yendo a la facultad, aprenderme el camino que iba a recorrer cada mañana a partir de ¡Ya!

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