Siento
la lengua de López por la cara y sus patas sacudirme el hombro. Mi rostro
aplastado contra la moqueta y los pelillos de esta pegados a mis labios. Me
duele la cabeza y escucho gritos y golpes. Oigo mi nombre mezclado con mamporros
violentos en una puerta que resiste a abrirse. Ladra López y me estremezco, me
duele la cabeza y me zumbas los oídos. Me levanto y arrastro los pies hacía la entrada,
mientras mi pulgoso salta a mí alrededor. La puerta está medio abierta y una
mano forcejea por quitar la cadena. Me acercó y veo medio rostro de Zeta
luchando por entrar.
-¡Alfa!- grita Zeta en cuanto ve mi cara
asomar por la rendija de la puerta.- Está aquí.
Cierro la puerta, quito la cadena y vuelvo a
abrir para dejar pasar al cuarteto más antipático del mundo. Todos me miran
ceñudos al entrar al recibidor, todos miran un punto en mi frente y menean con
la cabeza con un enfado palpable, menos Alfa que me observa con disgusto, como
si yo fuera un contratiempo en su perfecto plan.
-¿Qué te ha sucedido?- me pregunta Zeta
señalando mi frente.
-No lo recuerdo. Me he despertado en el suelo
de mi habitación con López dándome un morreo de lo más baboso.- toco con
delicadeza mi cabeza, allí donde más duele. El chichón que mostraba mi rostro
no era nada con el que ahora palpaba, aquello era como un gran cuerno de
unicornio.- ¡Santo cielo!
Corrí al aseo y me miré en el espejo. Tenía
la frente morada y el tamaño de mi protuberancia era el triple de cuando me
acosté. Volví sobre mis recuerdos para poner algo de claridad en mi memoria a
corto plazo.
-¿Va todo bien?-interroga Gamma que parece
nervioso por irse.
-No va nada bien. ¿Qué me ha pasado?- me
dirijo al salón y me dejo caer en el sofá. López me mira desde la cama sin
interés.
-Hemos escuchado un fuerte golpe, después
López ha empezado a ladrar sin descanso.- Zeta es amable pero en su voz no hay
vida, es como el disco del contestador.
-Me acosté temprano y estuve leyendo…- voy
caminando sobre mis pasos.-…leyendo… escuché voces en el jardín y me picó la
curiosidad… me vestí y baje a la carrera…- me froto el pelo con fuerza, levanto
la cabeza y me fijo en el rostro inexpresivo de Alfa que me mira fijamente y entonces
recuerdo como zarandea a un muchacho por el cuello.- Te recuerdo peleando con
un muchacho y le gritas que no es de la manada, que salga de la urbanización.
Todos pasean sus ojos de los míos a los de
Alfa y viceversa. El silencio se corta con cuchillo en el salón. No sé si busca
las palabras adecuadas o una mentira
creíble, no creo que tenga el valor de tacharme de loca, decirme que lo que vi
no es real pero me preparo para algo como eso.
-¿Cómo llegaste a la cama?- pregunta por fin.
-¡Uff! No recuerdo…- vuelta a escudriñar en
mi cabezota dolorida.- Pues no lo recuerdo muy bien, intenté huir de ti y me
golpeé contra la pared y caí desmayada al suelo.
-Entonces te cogí en brazos y te subí al
piso, te metí en la cama y te arrope o quizá mejor aun, te tiré dejando caer
medio cuerpo dentro de ella y medio sobre la moqueta que tienes marcada en la
cara. Seguidamente salí por la puerta, puse la cadena, cerré con llave y eché
el cerrojo. Luego fingimos preocupación y golpeamos la puerta hasta dejar
marcados nuestros nudillos en ella. ¿Algo así?- yo asentí con la cabeza pero
aquello era absurdo, cómo iban a poner la cadena desde fuera.
-Entiendo lo que pretendes.-estaba molesta,
precisamente eso era lo que parecía.
-¿Qué pretendo?-Alfa era odioso, sencillamente
despreciable con aquel porte seguro y prepotente.
-Hacerme creer que lo que vi es producto de
mi imaginación. -guardé silencio.
-Zarandeo a la gente cuando no respeta mi
espacio y echo a muchos de esta urbanización cuando piensan que las normas se
ponen para saltárselas a la torera. Nadie puede provocarme y salirse de
rositas, pero precisamente anoche estaba en mi casa con mejor compañía que la
de un niñato mal criado que no respeta la jerarquía en la manada, y digo manada
por usar tus palabras.- por la puerta entra una mujer de melena morena y
grandes ojos marrones.- Te presento a Orfibia, mi pareja. Creo que te
preocupaban nuestras inclinaciones sexuales.
-¡¿A mí?!- mentí malamente mientras fulminaba
con la mirada a Zeta.
-No sé a qué juegas, ni qué intentas
descubrir. No guardamos ningún secreto más que la privacidad a la que todos
tenemos derecho.- coge de la cintura a esa mujer que no deja de radiografiarme
con la mirada y salen de mi piso. Seguidos por todos menos Zeta que parece ser
mi guarda custodia. Y me doy cuenta que ha dado vuelta a la tortilla y me
siento fatal por dejarme embaucar.
-Gracias por ir contando todas las memeces
que suelto en compañía.- Zeta se sienta a mi lado y mira hacía López que nos
observa por el rabillo del ojo.
-No voy a pedir perdón porque no fui yo, fue
Gamma. Tu presencia nos tiene descolocados a todos. Estamos viviendo unos
momentos muy complicados para nosotros y tú eres un peligro con patas.-me cogió
la mano entre las suyas, era una estufa andante.- Me gustaría decirte que te
fueras lejos para estar a salvo, pero ya es tarde, ya lo era antes de que
llegaras.
-Te das cuenta que pareces un lunático, que
me estás metiendo el miedo en el cuerpo, qué no sé de qué tengo que estar asustada
ni de quién debo escapar.-Zeta se golpeó la frente.- Y te garantizo que desde
que dejé mi Valladolid natal, siento como si me pisaran los talones.
-Hablo mucho y sin razón alguna. Olvídate de
todo lo que acabo de decirte.
-Si claro, espera que me reseteo y volvemos a
empezar.- se puso en pié y yo detrás.- ¡Hola! Me llamo Adelis González.
-¿González?-asentí con la cabeza y una mueca de chufa dibujada en mi rostro ante
su desconcierto.- ¿No eres Osorio como tu hermano? ¿No tenéis el mismo padre?
-Sí. Soy Osorio como mi hermano pero yo prefiero
dar el apellido de mi madre.- Zeta seguía sin comprender.- Mi padre me abandonó
cuando yo era recién nacida, no tengo ningún recuerdo suyo ni foto nostálgica.
Nunca se preocupó por mí y yo no creo que se merezca el honor de que yo lleve
su apellido como una posesión.
-Comprendo.- era un “comprendo” muy profundo,
muy preocupado.- Tengo que irme.
-¿Y me dejas así?
-No habré escuchado yo veces esa pregunta de
bellas mujeres al amanecer.- dio un portazo antes de que pudiese replicar.
Mandé una foto de mi nuevo rostro por
facebook a mis amigas y me arrepentí al segundo, Mike la podría ver también y
lo último que buscaba era que se preocupase. Lo borré. Tenía que poner en
marcha el capítulo dichoso de mi vida y para eso debía empezar yendo a la
facultad, aprenderme el camino que iba a recorrer cada mañana a partir de ¡Ya!