Nunca
leí una novela policiaca con un asesino tan peculiar. No me gusta hacer spoiler
pero es imposible no revelar que nuestro culpable es una mujer enterrada en vida
en un psiquiátrico. En un principio tuve la esperanza que fuera una trama orquestada por una mente perversa que nos hacía creer tal cosa pero era otra, pero el don de la protagonista, Ana, no deja lugar a duda de que fue esa mujer
violada, al estilo La Manada, la responsable de todo.
La
historia está bien y su grueso bien hilvanado, es en los detalles donde el hilo
se rompe, no teniendo mucha lógica algunos acontecimientos o actos.
No
me gusta ni me engancha el protagonista masculino, esa figura que acude en
busca de ayuda y luego no la acepta tildando de loca a Ana; la actitud en el
hotel, donde la saca de allí casi avergonzado, me irrita. Me ha sucedido con él
como cuando conoces a una persona y hace un gesto y sin razón aparente la pones
una discreta cruz, pues eso me ocurre con este inspector poco maduro en su
profesión.
Lo
que sí puedo asegurar es que no me encaja, nada, ese romance forzado que crea
en los últimos capítulos el escritor, no hay roce, ni atracción entre ellos, ni
un leve pensamiento de amor, y termina revelando que no puede vivir sin él.
Forzado.
Es
una novela paranormal con fuertes escenas de terror cinematográfico y a pesar
de todo lo expuesto arriba, que solo fue por catalogarla como novela policiaca,
estuve entretenida en su lectura cuando cambie el chip.